Escasa enseñanza de la música argentina en los conservatorios

Escasa enseñanza de la música argentina en los conservatorios

La producción nacional, llamada “académica”, tiene una pobre presencia en los programas de estudio. Pocos concertistas incluyen en su repertorio a nuestros autores. ¿Existe falta de información? ¿Desprecio por lo propio? ¿Déficit educativo?

AUSENTES. Los compositores argentinos casi no figuran en las currículas de enseñanza de los conservatorios. AUSENTES. Los compositores argentinos casi no figuran en las currículas de enseñanza de los conservatorios.

El espejo de otras culturas nos encandila a menudo hasta el punto de desmerecer o anular el propio. Las culturas dominantes pueblan nuestra educación desde la colonia. Sabemos mucho de ellas, pero poco o nada de nuestras raíces. Cuesta descubrir quiénes somos, porque tal vez no nos conocemos. El arte es, en general, un reflejo de ello, siempre atentos a las vanguardias, a las novedades que se producen en otras geografías. Olvidamos aprender de nuestros creadores, estudiarlos, profundizar sus obras. Por ejemplo, los compositores argentinos suelen ser apenas nombres en las reseñas históricas y no son muchos los que tienen la suerte de que sus piezas sean ejecutadas; los títulos de sus obras adornan los catálogos. Hace años, con la idea de torcer ese destino que no tiene por qué ser un fatalidad, el músico Iván Cosentino a través de su sello discográfico (IRCO), con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes, lanzó la colección “Panorama de la música argentina”, para divulgar los registros sonoros del repertorio actual y del pasado casi desconocido, a través de destacados intérpretes locales; cada cedé incluía en su portada una pintura de un artista nacional. Sin duda, un valioso material para docentes y alumnos, para los medios de difusión, que se extravió en la nebulosa del desinterés de los destinatarios.

Siguen siendo aún pocos los concertistas argentinos de música “académica” que incluyen en sus repertorios obras de autores nacionales, ¿a qué se debe? ¿Menoscabo por esa producción, desinterés o falta de información? ¿Cuál es la presencia del estudio de la música argentina y sus compositores en los programas de conservatorios e institutos de formación musical del Estado? ¿Sería importante estudiar la obra musical de los autores nacionales del pasado y los contemporáneos en forma sistemática, como ocurre históricamente con Mozart, Beethoven, Debussy o Brahms? ¿Se puede hablar de una identidad nacional si no se estudia ni se divulga la obra de quienes aportan a su construcción? Se suele decir que somos argentinos de la boca para afuera, será porque no sabemos lo que somos ni quiénes somos. Quien conozca sus raíces, será dueño de su vuelo y de la construcción de su futuro.

Problema de formación

Mauricio Guzmán, Pianista - Director del Ismunt

Son aún pocos los intérpretes argentinos que incluyen obras de creadores nacionales en sus conciertos y se debe, en una relación de causa y efecto, entre falta de información, el consiguiente desinterés y, por lo tanto, una suerte de indiferencia hacia nuestros grandes compositores. Todo esto deviene de un problema de “formación”. Lamentablemente, los programas de estudio de la mayoría de las instituciones de formación docente y artística en música, no incluyen más que algunas obras del repertorio nacional, por lo general, bastante remanidas y que suelen dejarse para estudiar “al último”. Es decir, los alumnos tienen que abordar obras del período Barroco, sonatas clásicas, obras representativas del Romanticismo, repertorio del Siglo XX y XXI y alguna obra latinoamericana y/o argentina.

Por suerte, en los últimos años la tendencia es incluir un poco más de música argentina en los programas y, para ser justos debemos reconocer que hay excelentes intérpretes argentinos que se han dedicado casi en forma exclusiva a difundir y enseñar obras de nuestros grandes creadores musicales. Se debiera integrar más autores nacionales en forma sistemática en los programas de estudio. También se puede reforzar este aprendizaje mediante cursos, clases magistrales, seminarios, concursos de interpretación de obras de autores argentinos, etc.

Si entendemos la identidad nacional como una construcción, no puede faltar la música. La música argentina de grandes compositores del pasado y del hoy lamentablemente aún no reconocidos, nos permite hablar de una importante identidad musical nacional.

El presente en formol

Gabriel Senanes, Músico - Compositor - Exdirector del Teatro Colón

Toda institución educativa plantea una inercia inherente a su estructura, que dificulta su puesta al día con los asuntos que enseña o transmite. La rigidez de sus planes de estudio y mecanismos de evaluación (esas notas, ajenas al arte…) filtran el ingreso del mundo real a las aulas y obstaculizan la sintonía rápida con el momento circundante. Se establece un circuito cerrado y una agenda endogámica, con actividades de y para los alumnos y docentes, que hacen de artistas y público alternadamente. Así, los conservatorios y otras escuelas tienden a conservarse a sí mismos.

El academicismo tiende a sumergir la música y los músicos en formol. Un modo clásico de glorificación necrofílica, culterana y cursi, de momificación del pasado artístico, ignorante de un presente que pasará a su vez a enriquecer y a ser glorificado en el próximo pasado. Las estatuas reales o imaginarias a los grandes artistas suelen petrificar también el conocimiento, comprensión y degustación de sus vidas, convertidas en novelitas idealizadas y pasteurizadas, sin humor, amor, sexo ni otros signos cotidianos y caseros de vitalidad. Muchos mozartianos de hoy huirían escandalizados del Mozart vivo. La aristocracia autodenominada “culta” se pavonea alérgica a la vida musical presente y “plebeya”. “¿Qué va a ser artista si vive a la vuelta de mi casa?” No saben lo que se pierden. Y se dirá: “no sabían lo que se perdían”.

Un género menor

Carla Campopiano, Flautista

Existen a la fecha muy pocos trabajos escritos inspirados en la música popular argentina en comparación con la copiosa cantidad de material compuesto para la música clásica. Aunque este hecho se ha modificado con el tiempo, el prejuicio y desconocimiento por parte de muchos maestros y directores de programas musicales en la Argentina dificulta su estudio en conservatorios que la aprecian como un género menor. Cada vez son más las instituciones que albergan programas de música popular y su estudio académico, debido a la tremenda demanda por parte de una generación de jóvenes músicos que reclaman su pertenencia cultural.

Sería importante invertir en recursos que permitan el nexo entre los conservatorios clásicos y los autores populares; hablamos de dos universos paralelos, la música clásica focaliza el aprendizaje a través de la lectura, con un repertorio mayoritario de música barroca, clásica y romántica europea. Existe una disociación musical-cultural en nuestra sociedad. Es necesario reformar todo el sistema de enseñanza de la música. Sería de un inmenso valor contar con el recurso que podría aportar la música popular, ya que ella contiene el patrimonio auditivo que hemos escuchado desde niños y a través del cual nos conectamos naturalmente con la música, mientras la radio reproduce un tema de Spinetta, un abuelo tararea un tango o en el asado del sábado alguien se enamora cantando una zamba.

La inclusión del repertorio popular en los programas de conservatorios es un elemento faltante para reconstruir nuestro lugar de pertenencia en el mundo, así como una política de defensa y protección de los autores, compositores e intérpretes.

“Atraer a los jóvenes”

Tony Vera, Saxofonista - Docente

La falta de inclusión de autores nacionales se debe al desinterés por el estudio de la obra musical de autores nacionales del pasado, como, por ejemplo, Julián Aguirre (1868-1924), cuya creación musical sintetizó las formas tradicionales del folclore argentino y la música clásica. En lo que respecta al estudio de la música argentina en los conservatorios, existen los que hacen un trabajo serio y responsable como el “Manuel de Falla”.

En mi condición de docente me tocó vivir una horrible experiencia: en 2009 en una escuela de música popular dependiente de una Municipalidad de la provincia de Buenos Aires, cambió la dirección e incorporó nuevos profesores, con ideas partidarias más que profesionales. La primera medida fue eliminar del programa de enseñanza las materias Tango y Folclore, reemplazándolas por música foránea. Pregunté por el motivo de tamaña determinación y obtuve como respuesta: “tenemos que atraer a los jóvenes”. O sea que pasaba al olvido la importancia de la música popular como vehículo cultural, pese a que representa el sentir y las vivencias de los pueblos que, a través de generaciones, han expresado su propia identidad.

Pereza intelectual

Eduardo Alonso Crespo, Compositor - Director orquestal

La ausencia de obras argentinas en el repertorio de solistas y orquestas nacionales es resultado directo de la falta de información de buena parte de nuestros intérpretes, a veces por no haber sido formados correctamente y otras, simplemente por pereza intelectual. Naturalmente que existen y existieron autores buenos, mediocres y malos, como en todas las culturas, pero es importante que el intérprete -sea un solista, un grupo de cámara o un director de orquesta- entienda que al elegir repertorio se convierte en “curador” de esta gran exposición musical que es un concierto.

Es un acto de responsabilidad y como tal requiere investigación, estudio y un profundo sentido estético que le permita discernir qué obras tienen algo esencialmente bello y genuino para comunicar y qué obras de nuestros autores resuenan en la sensibilidad común de nuestro auditorio. Eso conduce naturalmente a la construcción de una identidad musical como sociedad.

Debería estudiarse de manera sistemática e integral a los autores nacionales, cuya calidad artística así lo amerite. La cuestión está en que los educadores desarrollen la requerida sensibilidad y el amplio conocimiento para hacer una selección válida. No obstante, también hay que ser muy justos con los alumnos y capacitarlos para interpretar el repertorio clásico universal que se decantó a través de siglos de selección. Pero ciertamente no se puede amar lo que no se conoce, de modo que el primer paso es salir de la zona de confort y conocer la obra de nuestros creadores. En estos tiempos de fácil almacenamiento de la información no hay justificaciones válidas para no hacerlo.

Colonialismo cultural

Mario Benzecry, Director orquestal

Existe un cierto colonialismo cultural que impulsa el menosprecio de todos nuestros productos, en la creencia de que todo lo que viene de afuera es mejor por definición, cuando la realidad es que el producto argentino, en general y en lo artístico en particular, tiene similares características de calidad que los extranjeros. Y el intérprete argentino (salvo honrosas excepciones) no escapa a estas generales de la ley y ahí entra también en el menoscabo de este repertorio, no solo por parte del intérprete, sino también muchas veces de las entidades contratantes.

Hace falta una política de Estado de estímulo a la producción artística argentina, mediante encargos a los compositores. Además es importante modificar las apetencias del mercado artístico, mediante una política educativa en las escuelas que conduzca a la revalorización de nuestros valores artísticos.

Muchos han sufrido en la escuela lecciones de música que tenían como base biografías, teoría y el solfeo, que no le sirvieron para nada. Mucho más conducente es brindar en las clases de música la escucha guiada de obras clásicas del pasado y argentinas a fin de sensibilizar al niño y al joven, así como el conocimiento y práctica de las danzas argentinas. Todo esto debiera ser reforzado por los conciertos didácticos que se realizan actualmente. El gusto se construye por la asiduidad. Todo esto infiere un reciclamiento de los maestros de música... no podemos construir una real identidad argentina sin el estímulo a la producción y consumo del producto artístico, conociendo nuestras raíces y valorándolas.

Ninguneo sistemático

José Luis Castiñeira de Dios, Músico - Compositor

Los intérpretes incluyen en sus programaciones en forma ínfima obras de compositores argentinos por varias razones que convergen en ese lamentable resultado: por desconocimiento y menoscabo. En su formación académica, a lo largo de muchos años de estudio sólo han abordado, en la mayor parte de los casos, obras ajenas a la producción nacional. El desconocimiento se origina a su vez en problemas crónicos que sufre la música argentina, tales como el ninguneo sistemático de la prensa especializada (siendo su máximo ejemplo las ocasiones en que, un ámbito consagratorio como el Teatro Colón presenta un programa con “obras de autor argentino”, y los palcos y plateas del abono se vacían), la falta de prestigio social que eso representa en un país altamente dependiente, la falta de formación por parte de los docentes para romper este círculo de hierro, la falta de materiales específicos en el plano didáctico que introduzcan a los lenguajes característicos de la expresión musical de los argentinos.

La innovación en materia de pedagogía musical se ha desplazado, en estas últimas décadas, de los conservatorios a las universidades. Es allí donde se ha avanzado tímidamente en la reunión de materiales fundamentales para el aprendizaje y la enseñanza de la música argentina. La tarea museológica de los conservatorios, que en nuestro país se consagran a conservar y difundir básicamente la tradición de la música europea (excluyendo otras músicas riquísimas del siglo XX como el jazz norteamericano, la música afrocubana, la música del Brasil o la música argentina). Por ese motivo, se siguen resistiendo a otorgar la importancia que merecen estos repertorios. El círculo ahí se cierra sobre sí mismo.

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