Ecohuertas en edificios: un rincón natural para compartir y nutrir

Ecohuertas en edificios: un rincón natural para compartir y nutrir

Consejos para plantar en espacios reducidos. Lombricomposteras y cuidado verde.

“De los errores, también se aprende”, fue lo que dijo el empleado del vivero la segunda vez que lo visitaste confesando un reciente fracaso. Después vino el tercer intento -con regadera y pesticidas incluidos- e igual resultado. En las actas de defunciones, hay plantas con exceso de agua y otras resecas. Algunas marchitas a causa del sol, y especies nostálgicas por la falta de luz natural…

Si tu meta es tener una ecohuerta o un pequeño paraíso natural, pero vivís en un espacio reducido, estos son los principales consejos para cambiar el final de esta historia eco-friendly de infortunios.

“Para empezar, hay que sembrar variedades de fácil cultivo. Las mejores opciones son los rabanitos (que en un mes ya podés cosecharlos), la lechuga, la acelga o la achicoria. Todas ellas son de rápido crecimiento y no necesitan de tantos cuidados. La palta funciona igual. Muchos las asocian con árboles grandes cuando en realidad se las suelen cosechar siendo enanas”, explica Mariano Abregú, uno de los creadores de “Tucson. Lombrices y ecohuertas”.

Para quienes prefieran darse un gustito diferente en la horticultura doméstica, el estudiante de Biología recomienda uno de nuestros caballitos de batalla autóctonos. “El chilto (tomate de árbol) es una planta que funciona bien en departamentos. Su fruto es sabroso, fragante y tiene altos valores de vitamina c y antioxidantes. Otras especies exóticas -pero no invasoras- son la papaya, el café y el maracuyá”, enumera.

Lo mejor es chequear de antemano en qué estación del año es óptimo ese vegetal y si en verdad puede hacerle frente a nuestro clima subtropical. Para eso basta con chequear los calendarios de siembra del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Y abstenernos de seguir youtubers extranjeros por las diferencias territoriales y climatológicas.

SÚPER NUTRIDA. Nahuel muestra la tierra con lombrices de su compost. SÚPER NUTRIDA. Nahuel muestra la tierra con lombrices de su compost. GENTILEZA LOMBRIHUERTA

“Además es interesante agregar aromáticas a nuestra huerta, ya que necesitan de poco espacio y luz. La albahaca, el romero, el perejil y el tomillo crecen excelente al lado de una ventana”, agrega Nahuel Guzmán, otro de los responsables del emprendimiento con sello verde.

Tierra y “Art attack”

Una vez que nuestro espíritu autosustentable regresa y decidimos qué variedad coloreará el balcón, la segunda clave es evitar una lluvia de semillas.

En su lugar, Nahuel aconseja la siembra escalonada. “Esto quiere decir que alternamos la siembra para evitar desperdicios. Por ejemplo, hoy sembramos en una maceta, a los 15 días en otra y así sucesivamente. De esta forma siempre tendremos alimentos frescos. Y cuando consumamos la lechuga que plantamos al inicio, ya habrá una segunda tanda lista cosechar”, detalla.

Al hablar de macetas, la emoción que despiertan los diseños de autor y su estética (más cercana a una pieza de arte, que a un envase) desaparece al ver los precios. Por suerte, Nahuel trae un mantra sanador: “todo puede ser un recipiente si usamos la imaginación”.

“Usar tachos de helado, baldes de pintura o cajones forrados dan el mismo resultado. El secreto de una huerta exitosa viene por elegir el sustrato adecuada a las características biológicas de cada especie. Hay que evitar usar la misma tierra para todas las plantas”, enfatiza. En cuanto a los insecticidas ocurre algo similar y -antes que usar productos tóxicos del súper- los especialistas se decantan por la tierra de diatomeas.

Aliados de jardín

A mitad de camino para tener nuestra ecohuerta de terraza o monoambiente, nos toca el reencuentro con unas amigas que nos acompañaron (trabajos escolares de por medio) cuando éramos niños: las lombrices.

Estos invertebrados son un complemento esencial para mejorar el suelo y crear abono natural. “Las lombrices californianas se alimentan de residuos orgánicos previamente descompuestos (el proceso tarda alrededor de tres semanas). Pueden ser restos de frutas, verduras, café, yerba o de papel y cartón. Ellas consumen esos desechos y los convierten en humus (en criollo, heces)”, sintetiza Mariano.

Uno de los mitos frecuentes es creer que basta con depositarlas en la tierra para que ocurra la magia. Aclaración básica: las lombrices no viven en la maceta destinada a los cultivos, sino que deben ser criadas, aparte, en una lombricompostera.

“Para armarla podemos usar dos baldes del mismo tamaño; uno sobre otro. El de arriba será la casa de las lombrices y debe tener varios agujeros que eviten que el agua se encharque. El de abajo sirve para recolectar los líquidos que se filtran, los cuales también pueden ser utilizados como abono (lixiviado)”, acota el guardafauna. Feliz de registrar a 500 familias tucumanas que se sumaron a la lombricultura.

Los beneficios de este cambio de hábitos, es aún mayor al pensar en los dos kilos de basura orgánica que produce por día un hogar tipo.

“De vivir en un edificio, basta con conseguir dos lombrices para arrancar el proceso. Los únicos recaudos son que en invierno conviene tener la lombricompostera adentro; en un lugar sin calefacción. Y, de ser al aire libre, tapada con un plástico o abundante pasto y hojas para preservar la temperatura. En cambio, en verano es mejor un rincón con mucha ventilación y sombra”, específica el equipo.

Ya sabés los pasos a seguir, ahora solo falta que te pongas “manos a la tierra”.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios