Toca en El Ramonazo: con el rock en la sangre y la yunga en el corazón

Toca en El Ramonazo: con el rock en la sangre y la yunga en el corazón

Panchi Lebón vive entre la huerta, las orquídeas y los plantines en Tafí Viejo, los ensayos con C Nota y su obsesión por conservar la selva tucumana.

EN LOS PARCHES. Lebón y una de las esencias heredadas de su padre. EN LOS PARCHES. Lebón y una de las esencias heredadas de su padre.

Su linaje rockero -es hijo de David Lebón- hubiese sido más que suficiente para hacerse camino en la batería. Sin embargo, Panchi Lebón lleva poco más de 10 años radicado en la provincia con distintos proyectos. Llegó como campeón de competencias de parapente. El privilegio de contemplar la selva tucumana desde el cielo lo enamoró definitivamente de este suelo.

El baterista habló de todas sus actividades antes de tocar mañana en El Ramonazo, el gran festival solidario que transmitirán LA GACETA Play y Canal 10, desde las 14.30. Actuará como parte de C Nota, la banda de jazz rock que integra junto a Chechi Bazzano, Iguana Abregú y Jorgito Reinoso.

“Estoy viviendo en Tafí Viejo. En Concepción tengo un emprendimiento con unos amigos y paso mucho tiempo allí. Es en Arcadia y se trata de hacer conservacionismo. Surgió hace 11 años. No estaba conforme con el curso de mi vida, así que cambié radicalmente el rumbo. Un par de amigos en Buenos Aires se prendieron a esta idea loca de venir a conservar yunga”, relata.

“Yo venía de mucho antes a Tucumán a volar en parapente y en las competencias nos hospedaban en la residencia de Horco Molle -recuerda-. Entonces conocí las yungas, me metí por las sendas y me volví completamente loco. A partir de entonces ya nace la idea; luego compramos tierra en Concepción que hoy en día es una reserva natural. Se llama Finca La Falda”.

Saneamiento

Entre otras tareas, Lebón ha estado haciendo estos años un saneamiento judicial con el propósito de convertir ese territorio en un parque provincial o nacional. “En realidad, desde el comienzo nosotros aspiramos a que sea nombrado parque nacional, desde que existe el Parque Nacional Aconquija, pero para que esto sea posible se necesita tener toda la documentación en orden. La Nación no puede expropiar un inmueble que tiene juicios. Ese ha sido mi trabajo principal estos años -apunta-. Además de estar ahí físicamente, de cuidar y de denunciar un montón de situaciones irregulares. Es un lugar inhóspito, agreste; es muy difícil controlar la soberanía del lugar ya que es una gran extensión: son 5.000 hectáreas de monte nativo y cerro, y aparte es yunga en su totalidad. Hay actividades de todo tipo en la zona, muchas de ellas ilícitas, que van desde el madereo a la extracción de musgo y de mantillo. En definitiva, hay quienes se dedican a la extracción de recursos naturales o a las usurpaciones para pastaje de hacienda. Hemos tenido que lidiar con toda clase de situaciones en estos años”.

- ¿Con quiénes trabajás en el monte?

- Lo hago yo con amigos voluntarios que conocieron mi proyecto, se sumaron y me acompañan. También tengo un socio de la zona, que está viviendo en la finca. Ahí ha nacido, se ha criado y ha trabajado toda la vida. Es realmente el que conoce la historia del lugar.

- ¿Y la música?

- Con la batería siempre, a full, siempre activo. Estamos con C Nota, la banda que armamos acá con buenos amigos, terminando el primer disco y vamos a tocar en El Ramonazo. También sigo vinculado a Claudio Giraud. Lo último que hicimos con él fue un recital a fin de año, que fue grabado. Claudio está subiendo videos de ese show a YouTube. Con C Nota hicimos un video de cuarentena y lo colgamos en YouTube.

- ¿Cómo ves la movida solidaria de El Ramonazo?

- Con la banda estamos muy felices de tocar en El Ramonazo. Somos admiradores de su mentor, Pepe Ramón. Se merece todo el apoyo posible. Me parece muy interesante que esta cuarentena nos obligue a hacerlo de manera virtual y televisado. Antes la fiesta era alucinante y las intenciones y la recaudación eran muy buenas, pero era acotada a los que participábamos de la fiesta. Esta vez se puede convertir en una especie de teletón y realmente alcanzar una recaudación mucho más importante. Todo lo que recaude se destinará a varias instituciones, sobre todo para la ayuda de chicos con discapacidad. Mi hijo mayor, Ignacio, tiene síndrome de Down, así que estoy muy interiorizado, me toca muy en el corazón. Por eso lo quiero tanto a Pepe y lo respeto tanto. Me parece extraordinario lo que hace.

- ¿Has plegado el parapente?

- Es otro amor; lo tengo un poco abandonado porque estoy muy metido en la selva, que es lo que me tiene cautivado ahora: el monte, la selva, la reforestación, los árboles, el turismo ecológico... Pero el cielo y el vuelo están intactos.

- ¿Cómo es un día habitual tuyo?

- Me levanto muy temprano: tengo que atender la huerta. Trabajo en sociedad con una amiga en un orquidiario, atiendo el vivero, las orquídeas, el invernáculo; hacemos plantines de hortalizas también. Y si no, estoy en la ferretería comprando cosas para la finca o yéndome para ahí. No paro en todo el día.

- ¿Cómo está tu padre?

- Bien, con muchas ganas de hacer cosas, encerrado como todos y extrañando. Se ve que todo este tiempo lo acerca a sus pensamientos, a los afectos, a la familia. Nos llama a mis hermanos y a mí, está muy pendiente. Anda familiar y exitoso. Está nominado para ocho premios Gardel. Creo que se los lleva a todos. Ya se los merece, ¿no?

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios