Onganía en Tucumán: fotos inéditas de un desfile histórico

Onganía en Tucumán: fotos inéditas de un desfile histórico

Todo se produjo en unas pocas semanas. Tucumán pasó de la euforia al estupor.

Onganía en Tucumán: fotos inéditas de un desfile histórico
05 Julio 2020

Las crónicas se mezclan con los recuerdos de quienes fueron protagonistas, en las calles, de aquella celebración por los 150 años de la Declaración de la Independencia. Los relatos coinciden en dos aspectos: la genuina euforia popular, sostenida por un orgullo netamente tucumano, y la cantidad de gente que se movilizó el 9 de julio de 1966. Cientos de miles, de acuerdo con distintos cálculos. Una cifra sólo comparable, en convocatoria, a la del Bicentenario de 2016.

Los que cambiaron, a último momento, fueron los protagonistas. Todos esos fastos, registrados por las fotos felizmente recuperadas por LA GACETA para enriquecer el patrimonio cultural de la provincia, venían organizándose desde hacía tiempo. A la cabeza de las celebraciones estarían el presidente de la Nación, Arturo Illia, y el gobernador, Lázaro Barbieri. Lo que no figuraba en los cálculos era el golpe militar -la llamada Revolución Argentina- perpetrado unos días antes, el 28 de junio.

Fue así que, en lugar de un mandatario constitucional, al Sesquicentenario de la Declaración de la Independencia lo presidió un dictador, Juan Carlos Onganía. Y en lugar de Barbieri, le tocó al fugaz interventor Delfor Otero representar al Poder Ejecutivo provincial.

Onganía, cuya aspiración era instalarse durante 20 años en el poder, siguiendo el modelo franquista, terminó capitalizando la alegría de los tucumanos como una victoria personal. Convencido de que el calor popular se concentraba en su figura, cuando el verdadero motivo de tanta pasión era el festejo de Tucumán como Cuna de la Independencia.

Los ecos del imponente desfile, desplegado en la avenida Mate de Luna y protagonizado por unidades militares llegadas de todo el país, se silenciaron pocas semanas más tarde. El 21 de agosto, Onganía y su ministro de Economía, Jorge Salimei, terminaron de darle forma al decreto-ley 16.926, punta de lanza para el posterior cierre de los ingenios. A la crisis azucarera se la atacó con el peor remedio: el industricidio. Triste epílogo para una provincia que, días antes, había respirado felicidad.

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