Las mascotas que fueron protagonistas de casos policiales en Tucumán

Las mascotas que fueron protagonistas de casos policiales en Tucumán

03 Julio 2020

En Simoca

El loro que ayudó a identificar el crimen de un no vidente

En 2010, una banda de asaltantes ingresó a una casa ubicada cerca del río Valderrama, en Simoca. En la vivienda, además de la dueña de casa, se encontraba de visita un pariente de más de 70 años que era ciego. El hombre fue asesinado cuando intentó evitar que los delincuentes abusaran de la otra víctima. Al analizar la escena del crimen, el por ese entonces oficial Jorge Dib les pidió a los peritos que revisaran el loro de la casa al que también habían matado de un garrotazo. Sospechaba que podrían haberlo golpeado luego de que los haya atacado porque esas aves muchas veces se transforman en verdaderos guardianes del hogar. Los especialistas encontraron en las garras al menos dos pelos de ser humano que fueron celosamente guardados. Meses después, los investigadores lograron aprehender a dos hermanos de apellido Cancino por ser sospechosos de ese y otros violentos asaltos que habrían cometido en esa zona rural de la provincia. Los peritos compararon el pelo hallado y encontraron similitudes micro y macroscopicas con los de uno de los apresados. A esa prueba se sumaron las declaraciones de varios testigos que los identificaron como autores del hecho. LA GACETA, pese a las averiguaciones que realizó, no pudo establecer si esos hombres fueron enjuiciados y si terminaron siendo condenados o absueltos.

El perro del juez

Un indomable dogo fue tema de debate en el caso Aráoz

“Tito” era el nombre del enorme perro dogo que tenía el juez de Menores Agustín Aráoz, asesinado en su casa de Yerba Buena el 26 de noviembre de 2004. Una de las mayores dudas que se presentó a lo largo de la investigación del caso es cómo hicieron los asesinos para ingresar al domicilio sin que el perro los atacara y más aún cómo no lo defendió del mortal ataque que sufrió (le dispararon varias veces y se comprobó que falleció desangrado).

Los familiares de la víctima señalaron que el enorme can blanco con manchas negras, durante las horas previas del crimen, estaba suelto. La teoría de los investigadores era que Ema Gómez -la amante del magistrado- ingresó a la propiedad, ató al perro y abrió la puerta para que Adrián Pérez, con quien mantenía una relación sentimental paralela, entrara a la propiedad y lo ultimara a balazos. La defensa de Pérez intentó en vano probar que Gómez, por su proximidad con el animal, fue la autora del homicidio que conmocionó a la provincia.

Cuando la policía llegó al lugar del hecho, encontraron a “Tito” suelto y no permitía ni que se arrimaran al portón de ingreso. Sólo lo hicieron cuando la imputada logró atarlo en el fondo. Durante el juicio oral, se utilizaron varias horas para debatir el tema. Los jueces dieron por probada la teoría de los pesquisas y terminaron condenando a Gómez y a Pérez a 18 años de prisión. El ex policía, después de haber escuchado el fallo, huyó y nunca pudo ser localizado.

Amenazas

No se pudo hacer la autopsia al perro de Facundo Ferreira

El niño de 12 años Facundo Ferreira fue ultimado de un disparo en la nuca el 8 de marzo de 2018 en la zona de El Bajo. Por este grave caso, esperan ser enjuiciados dos efectivos de la Policía que, según la investigación de la fiscala Adriana Giannoni, lo mataron realizando un disparo a corta distancia y sin que tuvieran un motivo para hacerlo. Un día antes de que se cumplieran los cinco meses de su muerte, un grupo integrado por compañeros de los acusados del crimen se presentó en la casa de la familia de la víctima. Según denunciaron en la Policía y en la Justicia, los uniformados los amenazaron con matarlos a todos si seguían adelante con la acción penal en contra de Nicolás González Montes de Oca y de Mauro Díaz Cáceres, los sospechosos del crimen. Las víctimas del ataque dijeron que los policías habían matado de un disparo a “Sultán”, el perro que acompañó durante mucho tiempo a Facundo. La fiscala Giannoni intentó avanzar con la pesquisa de este hecho, puesto que consideraba que con este tipo de actitudes los acusados de homicidio agravado estaban entorpeciendo la investigación.

Por ese motivo, pretendió realizarle una autopsia al perro para confirmar o descartar que el proyectil que había acabado con su vida fue disparado por un arma de la fuerza.

La iniciativa no prosperó porque ni la Policía ni la Justicia contaban con un veterinario que pudiera realizar la extracción del proyectil. Tampoco contaban con presupuesto para que lo hiciera un particular.

Un héroe

El can que fue adoptado de la calle salvó a sus amos de un robo

A “Simón” lo abandonaron poco después de nacer. Claudia Roldán lo encontró adentro de un bolso, al lado del Mercado del Norte, y no dudó en adoptarlo. A fines de octubre de 2015, él le retribuyó el favor. Fue cuando un ladrón se metió en la casa y el ex cachorro lo atacó a mordiscones para impedir que les robara a sus dueños.

Los seis integrantes de la familia dormían tranquilamente en la vivienda que está donde finaliza Villa Urquiza y comienza “El Sifón”. Cerca de las 3, Simón y los otros canes de la casa comenzaron a ladrar insistentemente. Las víctimas observaron que un hombre había ingresado a la casa. “Le dije a uno de mis hijos lo que estaba pasando. Los perros parecía que percibieron mi susto y también salieron corriendo hacia el patio”, relató la mujer en una nota publicada en LA GACETA. Por detrás de los animales salieron también Alejandra y Ricardo, los hijos de Claudia, mientras la mujer llamaba por teléfono a la Policía. En el patio, Simón estaba ensañado con el delincuente. “El perro lo tenía mal, lo mordía por todas partes”, recordó Claudia. Su hijo lo tumbó en el piso y le puso una rodilla encima para impedirle que se mueva. “No soy un ladrón, me caí de la tapia”, intentaba convencerlos el delincuente, pero Simón insistía con los mordiscones y sólo se detuvo cuando llegaron los uniformados.

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