Pedazos de Tucumán hechos canción

Pedazos de Tucumán hechos canción

El músico ganó una beca del Fondo Nacional de las Artes para desarrollar un proyecto que lo llevó a recorrer la provincia por dos meses

PULSO CREATIVO. Roque Céliz compuso “A mi Tucumán querido”. PULSO CREATIVO. Roque Céliz compuso “A mi Tucumán querido”.
28 Junio 2020

Roque Céliz rinde tributo y, al mismo tiempo, evoca personajes y climas citadinos y de los Valles Calchaquíes en “A mi Tucumán querido”, el proyecto que acaba de lanzar con el respaldo del Fondo Nacional de las Artes.

Son seis temas compuestos para un ensamble, inspirados en habitantes de Tucumán, sus historias y sus paisajes, que recopiló de forma empírica y que el autor describe con sus palabras (ver notas al pie). La producción está integrada por letras y partituras originales disponibles para ser bajadas en el sitio de internet https://roqueceliz1.wixsite.com/amtq y dibujos realizados especialmente por el artista tucumano Pablo Pepe Gutiérrez. También está disponible la interpretación de parte de cada tema con instrumentos virtuales a cargo del creador, radicado en la Capital Federal desde hace años.

“Decidí visitar los lugares, charlar con sus habitantes, buscar con mucho respeto y honestidad mi propio camino sonoro desde esos territorios. Recorrí durante dos meses y medio Amaicha, Tafí del Valle, El Mollar, San Pedro de Colalao, Tafí Viejo y la capital. En todos los lugares llegué con preguntas para llevarme más preguntas. En relatos chiquitos, ciertas charlas, algunos gestos y muchas caminatas encontré disparadores de emociones que luego se transformarían en una palabra o una idea musical”, describe en diálogo con LA GACETA.

El músico ansía que sus canciones alumbren el camino de un buen recuerdo. “De todos los momentos que viví en este periplo, agradecido por la posibilidad de reconocer tantos mundos abiertos y la chance de volver para seguir aprendiendo. Queda la curiosidad por seguir investigando y conocer más sobre aquellos lugares donde habitan estos procesos culturales. En cada canción, más allá de que tengan un título que pueda direccionar la escucha hacia algún lugar, traté de poner capas: lo que está en la superficie y lo que está detrás, al costado o debajo. Son producto de un cúmulo de sensaciones y emociones que viví para llegar ahí”, aclara.

Pedazos de Tucumán hechos canción

El proceso creativo es descripto simplemente: “no fui a buscar las canciones, pero las encontré; la semilla de cada una comenzó a germinar en su lugar y eso ya era un montón, que surja una idea, una palabra o una frase musical me ponía muy feliz”. “No tenía ninguna rutina o disciplina, porque las dinámicas de cada sitio fueron distintas y a priori eso me hacía pensar, erróneamente, que no iba a poder hacer nada mientras dure el viaje; por suerte me equivoqué. Hice de más, abrí y abrí y después se me dificultó cerrar y elegir. Fue un proceso aparte que me llevó más tiempo del que creía”, admite.

Y da algunos ejemplos. “Escuché tantas coplas en un día en Amaicha que se me ocurrió que cada 1.000 veces que se canta una, nace una nueva estrella, y por eso su cielo tiene tantas. Después me pareció rebuscado y llevé la canción hacia ellas en forma directa y sin tanta metáfora. No hacía falta”, reconoce. En otra canción, habla de lo perdido. “Hay una ciudad donde recuerdo ser niño y volver caminando de la Escuela Mitre a mi casa, o salir al parque solo con mis amigos a jugar a la pelota. Intenté perfumarla con olores que tienen que ver con un Tucumán que se fue y darme cuenta de que se llevó una parte mía que ya no está, o con la que solo me puedo encontrar un ratito”, evoca.

En la lista de agradecimientos, menciona a Carmen Pachao, a Elena Erazo, a Andrea y Ernestina Mamondes, a Érica Suárez, a Jorgelina Pastrana y su hijo Alonso Pastrana, entre otros. “En sus relatos aparecía la sorpresa y el agradecimiento de ser entrevistadas y escuchadas, y también denunciaron el menosprecio de entidades culturales y la falta de contención y apoyo en políticas que les dieran lugar a su patrimonio”, advierte.

Céliz admite que hay territorios que le son más complicados que otros de abordar: “Tafí del Valle es un lugar en el que siempre he estado de paso, nunca pude conectarme, me siento muy ajeno siempre y me da mucha pena porque tiene un paisaje de tanta belleza que no encuentro palabras para describirlo”. Pero como quería que estuviese presente, compuso “Pal’ Negrito me voy” a partir de relatos de vecinos antes que de su experiencia propia.

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