Reporte Rural: la mano política tras los ataques a silobolsas

Reporte Rural: la mano política tras los ataques a silobolsas

Los delitos en el ámbito rural ocurren desde hace mucho. Pero esta nueva modalidad, del daño como único fin, podría darse en venganza a los reclamos del campo ante políticas que los afectan, afirman los productores. Dicen que son consecuencia de un discurso que baja de un sector político, que ve al campo como enemigo.

Los delitos rurales no son algo nuevo ni desconocido por la gente de campo. Situaciones de inseguridad vienen sucediendo desde hace tiempo. Pero el recrudecimiento de los últimos años inquieta a todo el arco productivo regional y provincial. Nuevamente la inseguridad en los campos sigue dejando al sector muy preocupado, ya que continúan sucediendo diferentes daños y robos muy violentos; en algunos casos, con asesinatos.

Esto, por desgracia, no es algo extraño puertas adentro de los campos del país y de la región.

A todos los problemas que actualmente tiene el productor para producir, cosechar y comercializar su producción -a raíz de los graves inconvenientes de circulación por las rutas y caminos del país, debido a las restricciones para evitar los contagios y la diseminación de la covid-19- se suman todos los episodios de inseguridad en los campos. Y, ¿por qué no?, actos de venganza: algunos sectores productivos creen que muchos de esos hechos ocurren como respuesta a las protestas que el campo realiza ante las diferentes políticas que afectan la producción en general.

La inseguridad es una problemática endémica en todo el país,. Debido a ello, los productores de diferentes provincias buscan la forma de organizarse y de trabajar de manera conjunta con las Policías locales y con las autoridades de seguridad provincial, para buscar la forma de mitigar los efectos de estos delitos, cada vez más violentos y graves.

La preocupación reinante en el hombre de campo y en las instituciones que los representan es grande. No sólo debido a su crecimiento cuantitativo -incluso, a pesar de que muchos delitos no son denunciados-, sino también a raíz de la alevosía, violencia y sadismo que guía a sus ejecutores; lo que siembra el desaliento y el temor entre la población rural y entre los productores.

La inseguridad no sólo se manifiesta en los robos de diferentes bienes que el productor posee en su campo. También en los daños que se vienen dando a los bienes producidos y almacenados temporariamente en silobolsas, que deben ser comercializados en momentos oportunos. En muchos casos, son cargados y robados; pero en muchos otros, se cometen con el único fin de producir daño.

En este sentido, en no pocas ocasiones el sector productivo se siente totalmente desamparado y trabaja con sus entidades que los representan y las autoridades que los gobiernan en la búsqueda de soluciones que minimicen estos actos vandálicos.

Tiempo atrás, en el campo sólo se conocía el clásico abigeato -hurto o robo de animales-. Hoy los nuevos delitos van acompañados por despiadados métodos que perfecciona día tras día una delincuencia que cuenta con la ventaja de la distancia que separa a las víctimas del auxilio de la fuerza pública.

Actualmente los productores y sus empleados quedan en manos de los asaltantes en establecimientos, domicilios, plantaciones, depósitos de maquinarias, herramientas, plaguicidas, semillas, y en cualquier otro lugar que sugiera algún tipo de valor para el delincuente.

El maltrato a golpes y las amenazas son usados para asegurarse de que la víctima entregue los bienes.

Ahora, el mero hecho de romper silobolsas o de dañar la propiedad privada por el solo fin de producir daño y de atemorizar resulta muy inquietante. Las entidades del campo y los gremios de trabajadores rurales manifestaron su preocupación.

Se debe trabajar en mecanismos y en estrategias que minimicen los efectos de los delitos rurales, y procurar disminuirlos con prevención. Esta es la medida acertada, en beneficio del campo y de la sociedad en su conjunto. Pero para lograr resultados hacen falta recursos y decisión política. Todos los ataques que se vienen dando con la única intención de dañar son consecuencia de un discurso que viene bajando desde hace años desde un sector político, que ve al campo como un enemigo.

Hoy los dirigentes rurales y de los trabajadores del campo están muy preocupados, y a la vez son críticos de lo que viene sucediendo, ya que estos hechos delictivos solo generan pérdida de fuentes de trabajo en la actividad.

Con lo que viene sucediendo en los campos se debe actuar con urgencia y asumir la gravedad de estos actos, que están convirtiéndose en una práctica habitual en aumento.

Estos hechos no deben ser naturalizados, sino todo lo contrario. No se trata de una lucha entre uno y otro sector o entre grupos partidarios. Con estos episodios sólo se genera más división. Y la única que resulta dañada es la sociedad en su conjunto.

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