Jóvenes en "stand by": cómo ayudarlos a que no se frustren

Jóvenes en "stand by": cómo ayudarlos a que no se frustren

Sin estructura ni motivaciones, quienes acaban de dejar el secundario y deben empezar la Facultad conforman uno de los grupos más afectados por la pandemia.

La pandemia, la suspensión de actividades y el aislamiento social nos afectaron a todos. Pero no a todos por igual. A Gastón Miranda le tiró toda la estantería al piso. Tenía que festejar, en abril, su cumpleaños número 18 con una gran reunión. Se había anotado para empezar la carrera de Derecho. Pero abandonó. Las clases virtuales no fueron lo que esperaba para el primer año de la Facultad. “Nos daban muchísima teoría y poca explicación. Creo que voy a volver cuando todo esto pase”, cuenta el joven. Afirma que a muchos de sus amigos les pasó lo mismo. Se quedaron en su casa, en “stand by”.

Benjamina cuenta que su hijo Emiliano, también de 18, no la pasó nada bien. Primero, porque se había entrenado muchísimo para jugar con el seleccionado tucumano de rugby. Segundo, porque pretendía ingresar el año que viene a la carrera de Kinesiología y ahora no sabe si abrirán las inscripciones. Le dijeron que el futuro es incierto. Como el de él en estos momentos.

A Luciana, de 24 años, la entristece que su primer emprendimiento como organizadora de eventos haya quedado en “modo espera”. Cursó hasta el año pasado la carrera de Protocolo y Ceremonial y pretendía independizarse de sus padres. Ya no cree que en 2020 pueda hacerlo. Y eso la deprime.

Así están muchos de los jóvenes en la actualidad, en especial los que han terminado la secundaria y empezaban una nueva etapa de su vida. Hoy debaten qué hacer. Están desmotivados, angustiados e incluso deprimidos, describe María Laura Colque, presidenta de la Fundación para el Desarrrollo Profesional.

Según Colque, sin duda, los jóvenes integran uno de los grupos más afectados por la situación que estamos viviendo en el país y en el mundo, especialmente porque en ellos hay muchísima incertidumbre. “Una mamá desconcertada me cuenta que su hija se levanta un día con toda la energía, y al otro día llora sin parar”, relata.

“Los jóvenes no cuentan con herramientas ni con un desarrollo de la inteligencia emocional estable. Esta época les genera más inestabilidades respecto de su autovaloración. Muchos de los que se inscribieron en la Facultad no se enganchan con la modalidad virtual y abandonan. Creen que el año está perdido, y están viviendo así su primer gran fracaso”, explica.

La secretaria académica de la UNT, Carolina Abdala, resalta que, aunque todavía no tienen datos sobre la deserción, calculan que puede haber un importante número en primer año, teniendo en cuenta que en muchos casos los estudiantes ni siquiera llegaron a tener una clase presencial en la Facultad; su primer vínculo fue virtual.

Otros estudiantes ni siquiera lograron conectarse. Porque la pandemia por coronavirus también vino a resaltar las desigualdades en cuanto al acceso a la tecnología. Una encuesta realizada por los centros de estudiantes del centro Herrera (ex Quinta Agronómica), por ejemplo, reveló que el 43% no cuenta con los materiales para hacer trabajos prácticos. El 17% no tiene la conectividad adecuada para el cursado virtual y el 44% conoce a algún compañero que no tiene acceso a ningún medio para tomar clases on line.

¿Qué les pasa por la cabeza?

Un reciente estudio realizado por el equipo de Psicología Básica, Aplicada y Tecnología, perteneciente al Conicet, demostró que en esta pandemia los más jóvenes tienen más depresión, ansiedad y afecto negativo que grupos de otra edad.

¿Qué les está pasando por la cabeza? El psicólogo Jorge Garaventa explica cuáles son los efectos de vivir en “modo espera” para este grupo de jóvenes y adolescentes. “Se puede decir de manera facilista que tienen mucha vida por delante y que por lo tanto recuperarán aquello que han perdido en los meses de pandemia, pero es como banalizar el drama. Por supuesto que esto pasará, pero no es una cosa buena para un adolescente tener su vida en suspenso, aunque sea necesario y saludable”, resalta.

“La salida de la secundaria y el ingreso a la universidad es estructurante de un proyecto de vida, es el inicio de un tránsito hacia un lugar. Es una forma de conformar la identidad e ir saldando el duelo del fin de la etapa de educación tutelada. Se supone que la universidad va en el mismo camino de autonomía progresiva que los adolescentes van logrando, social y personalmente”, indica el especialista.

Garaventa opina que la suspensión del proyecto de universidad -ya que no es lo mismo entrar a la Facultad que conectarse al Zoom- produce una necesaria conmoción. “El aislamiento social generó un proceso de inercia. Algunos jóvenes sobreactuaron un entusiasmo, una sobreadaptación para disimular la tristeza. Inevitablemente vino la desmotivación. Tal vez lo preocupante es que fuera distinto”, remarca el experto, que mañana a las 19 dictará la charla en vivo “¿Dónde están los adolescentes en tiempos de pandemia?” (Se puede acceder a ella a través de Instagram @extensión.unt).

El psicólogo aconseja a los padres acompañar este proceso sin avasallar a los jóvenes. “Es necesario entender que los adultos que acompañan también están afectados por la pandemia. Nadie tiene la objetividad suficiente, porque todos estamos atravesados. Es necesario también no perder de vista que con la suspensión del comienzo de la Facultad, algo de lo que los adultos proyectan en la realización adolescente se ve frustrado. Y ahí es donde tiene que haber claridad. Acompañar significa preguntar de forma no inquisitoria sobre las sensaciones, tal vez aconsejar el retorno a algunas tareas que lo reconecten con algo, pero sin perder de vista que no es el adolescente, sino el mundo, el que está en suspenso”, recomendó.

“A cada quien se nos frustró algo. Los adolescentes están frustrados, pero los adultos, los mayores y los niños también. Son necesarios acuerdos y comprensiones colectivas, porque no es lo mismo estar aislado, que la sensación de que alguien te cerró la puerta desde afuera y que la resistencia a ello es la enfermedad y la muerte”, apuntó.

La exigencia de producción no es la mejor compañía que se puede elegir en este momento, sostiene. Aunque a muchos les gana las desmotivación y el desgano, se los puede estimular para la instalación de rutinas mínimas, grupales, pero también respetando individualidades, insiste el experto, para quien es imposible no sentirse desmotivado.

Cómo ayudar a los jóvenes: pautas para que sufran menos los efectos de la pandemia

María Laura Colque, presidenta de la Fundación para el Desarrrollo Profesional, elaboró un listado de consejos para apoyar a los jóvenes que han quedado en una especie de limbo y que, cuando todo vuelva a la normalidad, seguramente sufrirán los efectos que habrá dejado en el mundo la pandemia.

1) Establecer mucho diálogo con padres, o algún familiar o referente.

2) Seguir fomentando los vínculos virtuales: con amigos, grupos de estudios, grupos del club, etcétera.

3) Recomendar actividades virtuales; por ejemplo talleres gratuitos en redes sociales.

4) Estimular la charla con los docentes y mentores motivadores para que sigan y crean en que la situación cambiará.

5) Que los padres elijan un mentor que apoye al joven, logrando la mejor manera de que su hijo siga creciendo y creyendo en sí mismo.

6) Participar en talleres motivacionales de orientación de carreras.

7) Si han cobrado el dinero de una IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), utilizarlo para generar un microemprendimiento, tal vez algo relacionado con su carrera.

8) Resaltar su valor y sus capacidades para lograr que ellos mismos crean en ellos.

No decirles: “vago levantate”, sino hablarles con palabras positivas y motivadoras. Expresarles para qué son buenos y motivarlos a gestionar un microemprendimiento.

9) Lograr que el joven salga de la casa a hacer actividad física, correr o poder levantarse de la cama.

10) Ayudar con una rutina diaria de actividades para poder estudiar y accionar.

11) No compararlo con el resto; él es único e irrepetible y poder buscar lo positivo en él.

12) Mostrar que hay un futuro y que es bueno. Que si en la familia pasaron algunas decepciones o límites, los hijos puedan superarlos y llegar a ser mejores con sus competencias.

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