El 33 que reavivó la reforma

Después del 33 a 15 del jueves en la Legislatura, ¿quién será el futuro Joaquín Piña que impedirá al gobernador soñar con la reforma constitucional? ¿Quién será el probable Sergio Massa que obture los propósitos de un Manzur eterno en la provincia? Porque la votación puntual sobre una exención impositiva no sólo reveló la necesidad de una legislación más abarcativa en sus beneficios, sin privilegios y transparente en sus orígenes, sino que otra vez arrojó a la mesa del debate político el planteo sobre quién y cómo se queda con el poder en el oficialismo en 2023. Algunos se pusieron nerviosos y otros en tensión, pero igualmente alertas ante la cohesión del bloque Justicialista de Todos en la Cámara logrando una cifra clave, un número maestro según la numerología, con connotaciones religiosas, simbólico y poderoso: 33. Porque implica los dos tercios que se requieren, según el artículo 151 de la Carta Magna, para lograr la sanción de una ley que establezca la necesidad o la conveniencia de un recambio constitucional.

Para los parlamentarios es el número mágico, el que posibilita abrir cualquier puerta, como la que le abrió Manzur a la compañía Suizo Argentina al motorizar con su rúbrica la excepción. Igualmente habilitó así las especulaciones políticas que aluden a la devolución de favores o de gentilezas de gestión ligados a los tiempos electorales. En su libro “La raíz de todos los males”, el periodista Hugo Alconada Mon señala que hubo dueños de droguerías que aportaron a la campaña kirchnerista de 2009, en referencia a la financiación privada para la acción electoral del partido gobernante. “El 35,4% de los aportes declarados de esa campaña provino de empresas de medicina y salud, y droguerías. Droguerías y laboratorios, otros dos manantiales para la política…”, escribió.

La idea reapareció detrás de la afirmación de que la ley nace con apellido, frase que se repitió en el recinto y en las afueras del edificio legislativo para cuestionar la propuesta del Ejecutivo. Connotación negativa que por cierto alcanza a toda ley excepcional y también a ordenanzas que disponen beneficios a una empresa en particular por encima de las reglamentaciones urbanas en el caso de los municipios, y que ponen bajo razonable sospecha este tipo de iniciativas. Proyectos que minan la credibilidad ciudadana en la política, no así la de aquellos que tienen que relacionarse con la clase dirigente que ejerce el poder a la hora de hacer inversiones y negocios para seguir incrementando sus patrimonios.

Manzur, con los 33 votos, dejó entrever que él es capaz de facilitar el acceso a los interesados en hacer pie en Tucumán con solo garantizar la creación de puestos de trabajo: por cien empleos eximió a la firma porteña de pagar Ingresos Brutos durante cinco años. Seguramente la semana que viene, antes que se cumplan 10 días de haber ingresado a la Cámara, el texto normativo aparecerá en el Boletín Oficial cerrando así el ciclo legal.

Fuera de la provincia cabe que se interprete la votación como una clara señal de poder político de parte del manzurismo a partir de la muestra de cohesión del oficialismo ante la iniciativa del mandatario; lo que puede despertar la curiosidad de otros potenciales interesados en buscar facilidades impositivas; siempre factibles y accesibles en sistemas de poder que se expresan a través de la hegemonía de los números. Tengo la llave, es el mensaje que se irradia a otras empresas o a aquellos a los que se los califica de amigos del poder. Lo haya pretendido o no, el gobernador logró encolumnar detrás de sí y de su proyecto de exención a todo el peronismo oficialista, a los propios y a los díscolos, beneficiándose además de que la hora política exigía al bloque mostrarse más unido y sin fisuras frente a una oposición que si bien se presenta fragmentada actuó como tal, también cohesionada detrás del voto negativo.

Todo ocurrió bien al estilo grieta, por sí o por no, dicho sin valorar ni juzgar los argumentos y las razones de cada lado para sostener sus respectivas posiciones frente a la iniciativa aprobada. Irremediablemente, y hasta con resignación por parte de algunos protagonistas, cada lado debía ser lo que tenía que ser, y por lo cual ocupan una banca: oficialistas y opositores, nada de comportamientos o discursos que dieran lugar a rasgos de tibieza ni de medias tintas a la hora de posicionarse; los grises estaban prohibidos. Si en el oficialismo esperaban que el bloque alperovichista Hacemos Tucumán pudiera estar de su lado, como lo viene haciendo, seguramente se sorprendieron de que se comportase tal como nació: opositor. O bien que los integrantes del Partido por la Justicia Social pudieran mostrarse dubitativos a la hora de inclinar la balanza a raíz del acercamiento institucional de Alfaro a Manzur por razones de gobernabilidad. No, el voto de los pejotaese fue categórico, hasta desde los discursos, de neto perfil opositor. Menos después de que unas horas antes el intendente haya recordado por las redes sociales su triunfo electoral de hace un año atrás, enfrentándose justamente al Gobierno.

En todo este marco, Manzur resultó mejor parado políticamente porque apareció imponiendo su voluntad al conseguir la aprobación legislativa cual si estuviese en su puño al bloque oficialista. Para su fortuna y beneficio circunstancial, colateralmente contó con el hecho de que nadie del oficialismo podía sacar a relucir la interna so pena de debilitar al espacio en la Legislatura; o sea hacerle el juego al adversario. No era el momento ni el lugar. Debieron exponerse como si fueran una escribanía de la Casa de Gobierno, aunque no quisieran, incluso habiendo hecho agregados de último momento al proyecto manzurista. Entrampados y condenados a actuar como bloque sólido, tuvieron que ocultar las diferencias internas. No era conveniente hacer relucir ese proceso, que sin embargo late subterráneo, pero ahora con una nueva connotación a la luz del potente 33. También, en ese juego de casualidades y de oportunidad política, el peronismo avisó cuál será la forma en la que jugará en los comicios del año próximo: unido, tapándose las narices y por mandato de bloque; o intereses de conjunto.

No se van a pelear, van a terminar arreglándose; vaticinó un legislador opositor como para respaldar aquella apreciación al analizar el resultado de la sesión. Porque si bien allí se votó una ley, se redibujó mentalmente el tablero cuando se cantó 33. La oposición, aunque sufragó en el mismo sentido, presenta en teoría más dificultades para armar una nómina consensuada para 2021, dada la dispersión partidaria y la presencia de dirigentes con intereses cruzados respecto de sus futuros personales; por lo menos en los que integran la mesa legislativa Vamos Tucumán. En ese espacio opositor hay que atender los movimientos de Alfaro y del diputado radical José Cano en relación a los vínculos que puedan establecer con el resto de los intendentes opositores y por la tensión a causa de sus posiciones en la Cámara de Diputados frente al Gobierno nacional. Como se sabe, Beatriz Ávila, esposa del intendente, y Cano fueron electos por la misma lista, pero integran bloques distintos.

Sin embargo, el referente del PJS y el de la UCR tienen algo en común en este tiempo de pandemia: haberse sentado a conversar con Manzur en la Casa de Gobierno, más veces el jefe municipal por razones de gobernabilidad. Después del 33 a 15, Manzur se posicionó para ambos como el rival oficialista a tener en cuenta, porque ese resultado resucitó el fantasma de la reforma constitucional, la que sólo puede encararse para beneficiar al mandatario. Ese fuego fue avivado desde de ambas trincheras de la interna del PJ, unos al advertir que ahora no se sueñe con pensar en cambiar la Constitución y otros al afirmar, confiados, a la reforma la van a votar hasta los contrarios. Todo producto del 33. Ya sea para ponerle freno o para impulsarlo, el tema surgió luego de la votación para favorecer a la Suizo Argentina.

Manzur -en especial los manzuristas- tiene motivos para envalentonarse y encarar desde otras perspectiva el tiempo político que se viene, más aún cuando lleva a intendentes a reuniones con miembros del gabinete nacional, afianzando o generando nuevas lealtades, o cuando trae ministros de visita a Tucumán, mostrando que el Gobierno nacional le dispensa una especial atención. En gestión, hace favores y le hacen favores, con lo cual demuestra que no está pensando alejarse del núcleo de poder y que se siente cómodo en su lugar. El 33 genera ilusiones en algunos y a otros los pone sobre aviso.

¿Y si el gobernador consigue la ley para llamar a una Convención Constituyente? Entonces, como al principio, ¿quién hará las veces de Piña, aquel obispo emérito que en 2006 impidió la reforma constitucional de Misiones -que pretendía la reelección indefinida del gobernador- al encabezar una lista opositora? El mismo que, contando con el guiño del entonces cardenal Jorge Bergoglio, frenó el ímpetu reeleccionista de Néstor Kirchner en la Nación. “Todo gobierno, si se perpetúa, se corrompe”, supo decir Piña por esos días, cuando el jefe de Gabinete era el actual presidente, Alberto Fernández. O bien, ¿quién se calzará el traje de Massa, que al ganar una elección intermedia para diputado nacional, en 2013, frenó la pretensión kirchnerista de una Cristina Eterna? Ese cruce de intereses podría reproducirse el año próximo en Tucumán, porque el resultado de la elección puede ser decisiva para avanzar en una eventual intentona reformista. En aquella época, para justificar su candidatura, el tigrense decía: “estoy en contra de la re-reelección y la reforma de la Constitución. No sólo de la re-reelección de la Presidenta, sino de los gobernadores también”. A partir de la votación del jueves, hasta los comicios del año próximo adquieren un nuevo sentido.

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