Hojeando el Diario: publicidad, enfermedades, profilaxis y algo más

Un anuncio decía que no está “lejana la época” de ponernos presos por “atentar contra la salud”.

AGUA CALIENTE II. Los niños crecen sanos y fuertes si están aseados.    AGUA CALIENTE II. Los niños crecen sanos y fuertes si están aseados.
Manuel Riva
Por Manuel Riva 05 Junio 2020

Las enfermedades y sus consecuencias acompañan a la humanidad desde siempre. Quizás desde que los seres humanos comenzamos a vivir en comunidades más grandes que una tribu, como son las ciudades, los efectos de aquellas se volvieron más temibles. A lo largo de la historia hubo varias pandemias de las que no se salvó ninguna región del planeta. Y de las cuales existen registros escritos desde hace milenios. Las recomendaciones médicas, los miedos e incertidumbre se reflejaron en todo tipo de escritos, desde novelas hasta noticias en los periódicos pasando por la publicidad y la propaganda. La presencia de los medios masivos de comunicación generó otro canal de información dentro de la sociedad, que ahora se ve potenciado por las redes sociales. En algunos casos las publicidades fueron premonitorias.

- ¡A la cárcel!

- ¿Por qué?

- Por atentar contra la salud pública.

- ¿Cómo?

- ¿Le parece poco andar suelto por las calles con ese resfrío contagiando a medio mundo?

Este diálogo ficticio se reproduce en un aviso de un medicamento contra el resfrío que apareció en nuestro diario a mediados de 1932 y que reviste mucha actualidad. Allí mismo se agregaba: “no está lejana la época cuando escenas como la anterior tengan lugar en los países civilizados”. Cabe recordar que nuestro Código Penal en su artículo 202 dispone entre tres y 15 años de cárcel para las personas que propaguen “una enfermedad peligrosa y contagiosa”. Además, el 203 refiere a multas de entre 5 a 100.000 pesos cuando la propagación fuera cometida “por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión o por inobservancia de los deberes a su cargo”. Por lo que podría decirse que aquella propaganda tenía un cierto respaldo, no en referencia al resfrío, pero si contra otras enfermedades de mayor gravedad.

AGUA CALIENTE. El baño y el aseo personal como medida sanitaria impulsaba la Eléctrica para promocionar su calentador. AGUA CALIENTE. El baño y el aseo personal como medida sanitaria impulsaba la Eléctrica para promocionar su calentador.

Otras publicidades de la época hacen referencia a las bondades del aseo, el baño y la limpieza en general. Se pueden ver las publicaciones de la “La eléctrica del Norte” sobre la promoción de los baños de niños y adultos. Quizás se escondía allí un interés económico, ya que promovían el “agua caliente en abundancia, especialmente en la estación fría” y vendían “calentadores de agua de acumulación (termotanque)”. La promoción iba de la mano de frases como “el aseo y la limpieza dan a los niños belleza” y “crecen sanos y fuertes”. En otra se manifiesta: “una razón profiláctica impone la higiene diaria del cuerpo humano por medio del baño; pero en la actual estación, debido a la falta de comodidades para disponer de agua caliente en abundancia y en el acto, y las dificultades que representa la preparación del baño con medio rutinarios y molestos, no se observa esta medida con la frecuencia necesaria para evitar los males que acarrea la falta de aseo. ¡Qué saludable es el baño diario!”.

AGUA CALIENTE II. Los niños crecen sanos y fuertes si están aseados.    AGUA CALIENTE II. Los niños crecen sanos y fuertes si están aseados.

También productos para la limpieza de la casa tenían espacios de publicidad como la creolina, “el desinfectante más eficaz y económico. Evite epidemias usándolo abundantemente en la limpieza diaria de su hogar”.

La “grippe” de 1918

En su momento hasta el Departamento de Extensión Popular, así se llamaba en 1918 la secretaria de Extensión Universitaria de la Universidad de Tucumán, también se preocupaba por la salud de los tucumanos en referencia a la “grippe” al resaltar el lavado de manos como una medida profiláctica contra la enfermedad. En nuestras páginas se publicaba un pequeño aviso bajo el título: “Evite la grippe”; donde se indicaba: “lávese las manos varias veces al día. Lávese la boca con agua hervida. Tenga bien limpia su casa y su cuarto; que el sol y el aire entren por todos lados a su casa y a su cuarto. Mientras duerma tenga abierta la ventana o la puerta de su cuarto. Evite los cambios bruscos de temperatura. Respire por la nariz, tenga cerrada la boca. No se fatigue. No beba ni coma en exceso. Acuéstese temprano. Evite el contacto con enfermos”. Como vemos una serie de recomendaciones tan actuales que nos sirven, aún hoy, a más de un siglo de haber sido publicadas.

La enfermedad llegó a la Argentina en octubre del 18 e ingresó por el puerto de Buenos Aires. Esa primera etapa fue más bien benigna, y causó unas 2.200 muertes. Al año siguiente la mortandad alcanzaría casi los 15.000 decesos. Ambas cifras fueron muy llamativas, porque en 1917 apenas habían fallecido 319 personas. Los establecimientos escolares cerraron sus puertas por recomendación de las autoridades sanitarias para evitar la propagación de la enfermedad. Y los políticos de la época se aprovecharon de la enfermedad para evitar dar quórum en las sesiones legislativas, un ardid muy criticado por nuestros cronistas conocedores de los entuertos del poder de aquellos tiempos.

Se desinfectaban los edificios públicos y se colocaban carteles en los que se pedía “no dar la mano”, una medida profiláctica, junto con el lavado de manos, que sigue siendo beneficiosa para detener los contagios. También se pedía la realización de la higiene del hogar varias veces por día.

Vivienda y salud

Nuestras páginas, en la década de 1920, se manifestaban a favor de “la vivienda barata para los obreros” y se indicaba que sería “una obra de grandes beneficios para la salud pública”. Ya en aquel momento se entendía que el hábitat y la buena salud iban de la mano. Las expresiones de deseo de nuestro cronista aparecieron en febrero de 1923 y señalaba: “la vivienda barata y sana es sin duda uno de los primeros problemas que debe encarar todo gobierno inspirado en los propósitos de hacer una obra encuadrada dentro del pensamiento de Alberdi”. En este sentido, recordaba: “a través del tiempo, la frase del gran pensador americano Juan Bautista Alberdi “gobernar es poblar” vuelve lozana y aplicable a nuestro medio, frente a los caserones míseros y mugrientos que se habita en esta capital”. Por entonces ya describían los “miserables ranchos construidos con latas y madera de cajones, donde la lluvia, el frío, el sol penetran siempre sin compadecerse de sus moradores”. Una descripción actual de muchas barriadas humildes, aunque hecha con un siglo de diferencia.

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