Análisis: la pasión, la razón y los límites

Análisis: la pasión, la razón y los límites

¿Se justifica salir a manifestar en las calles cuando una pandemia obliga a quedarse en casa?

DESPEDIDA. Hinchas de Central Córdoba de Rosario se reunieron en el estadio de ese club antes del sepelio de Carlovich.  DESPEDIDA. Hinchas de Central Córdoba de Rosario se reunieron en el estadio de ese club antes del sepelio de Carlovich.

La pasión no entiende a la razón. La frase sintetiza el sentimiento de los hinchas que se animan a cometer locuras por el equipo de sus amores. Eso se puede entender cuando lo que se hace no vulnera los derechos de los demás. Una fina franja separa el límite de lo que puede ser un acto que forme parte del folclore futbolero y la violación de normas de convivencias. ¿Puede entonces justificarse esa pasión cuando pone en riesgo la salud e incluso la vida de muchas personas? No. Definitivamente no.

Los hinchas genuinos. Los que van a la cancha a alentar. Los que disfrutan los éxitos y lloran por las derrotas son una parte fundamental en la estructura futbolera. “¿Qué sería del fútbol sin el hincha?...El hincha es todo en la vida”, asegura El Ñato, principal personaje de la película “El hincha”, protagonizada por Enrique Santos Discépolo y estrenada a comienzos de la década del 50. Pero en ocasiones, esa pasión admirable se vuelve peligrosa. Mucho más si el mundo está conmovido por una situación inesperada como es la pandemia de coronavirus y las circunstancias exigen que todos actúen con cordura.

Desde que comenzó la cuarentena se registraron varios episodios que en otro contexto hubiesen generado admiración, respeto y elogios. Sin embargo, otra es la mirada cuando la mayor parte de la sociedad decidió quedarse en casa para darle batalla al maldito virus. ¿Faltó prevención y sentido común? ¿Sobró imprudencia? Tal vez un poco de cada uno o demasiado de todo. El resultado de la suma de esos elementos es lo que se observó en nuestra provincia, en Rosario y en Mendoza.

¿Valió la pena la multitudinaria movilización realizada por los hinchas de San Martín? ¿Aporta algo al reclamo de los dirigentes? ¿Ayuda a la búsqueda de Justicia? ¿Garantiza que la AFA atenderá y entenderá el pedido de los tucumanos? Algunos piensan que sí. Ellos sostienen que era necesario y que los riesgos que se corrieron se justifican en la búsqueda de justicia por parte de una institución que prioriza los intereses de los acomodados y se arrodilla ante el poder político de turno. Otros están convencidos que nada se va a modificar, salvo que se ocurra un milagro que haga recapacitar a Claudio Tapia y a sus fieles discípulos.

Nadie duda de las buenas intenciones de los organizadores de la caravana. Sentían que el esfuerzo de los dirigentes, cuerpo técnico y jugadores merecía el acompañamiento de los hinchas. Pusieron las condiciones que permitieran respetar las recomendaciones de los especialistas en salud. Todos en autos; no más de dos ocupantes en casa rodado y el uso de barbijo obligatorio junto con el distanciamiento recomendado. Hasta ahí se podía entender la propuesta. Pero siempre existe el riesgo que las buenas intenciones terminen desbordadas por los que no entienden que la situación merece el mayor de los cuidados. En ese rubro no figuran sólo los hinchas de San Martín. Hay muchas personas que parecen no entender ni aceptar el momento que vive el mundo entero. En Buenos Aires también hubo reclamos sociales y políticos. La diferente está en la dimensión de la marcha. Por eso la repercusión fue amplia en todo el país. Nadie puede objetar la legitimidad del reclamo, pero sí se puede cuestionar el momento y las herramientas utilizadas. Algo similar sucedió en Rosario, cuando se realizó una polémica despedida a Tomás Felipe Carlovich, el ídolo de Central Córdoba que fue asesinado a los 74 años para robarle la bicicleta. En Mendoza eso se repitió durante el sepelio de Julio Roque Pérez, alias “loco Julio”, el famoso hincha de Godoy Cruz,

Caso Carlovich

Un millar de personas se hicieron presentes en el estadio “Gabino Sosa”, de Central Córdoba de Rosario, para darle su adiós al ídolo en un acto en el que no se respetaron ni el aislamiento social ni otras normativas establecidas para contener la pandemia de coronavirus. “La emoción superó a las personas. El dolor, la indignación por lo que sucedió con Carlovich hizo que pasara eso”, sostuvo Sonia Martorano, secretaria de Salud de Santa Fe.

En las redes sociales, más allá de la congoja provocada por muerte de la inolvidable figura de Central Córdoba, las miradas se detuvieron en las imágenes multitudinarias que poblaban el estadio del “Charrúa”, mientras el féretro recorría el césped en manos de un numeroso grupo de personas, algunas de ellas sin siquiera un tapabocas cubriendo su rostro. El ataúd estaba cubierto por una bandera de Central Córdoba, con una pelota encima.

Consecuencias

La muerte del “Loco Julio” generó que hinchas de Godoy Cruz rompieran el aislamiento social para despedir al fanático número uno del “Tomba”. La decisión de esos hinchas de salir a las calles pese a la cuarentena tuvo sus consecuencias. La semana pasada, la Justicia mendocina imputó a 12 simpatizantes por el hecho. Todos fueron indagadas por orden del fiscal Fernando Giunta. Además, otros 40 individuos que aparecen en fotos difundidas ese día seguirán el mismo camino en los próximos días. El mal uso de la pasión tiene su precio.

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