El Ojo Crítico: “Dos tórtolos”

El Ojo Crítico: “Dos tórtolos”

Buenos comediantes desperdiciados.

DEMASIADOS ENREDOS. Leilani (Issa Rae) y Jibran (Kumal Nanjiani) hacen lo posible por salvar la ropa. DEMASIADOS ENREDOS. Leilani (Issa Rae) y Jibran (Kumal Nanjiani) hacen lo posible por salvar la ropa.

REGULAR

PELÍCULA / POR NETFLIX

La película arranca bien: cuenta el comienzo de una historia de amor resumido en segundos y de allí pega un salto grande hasta lo que parece ser el final de esa misma historia, cuatro años después. La discusión en ese momento es graciosa y se debe a que ellos son graciosos. Hablamos de “Dos tórtolos” (mucho mejor suena el título original, “The lovebirds”) y de sus protagonistas, Jibran (Kumail Nanjiani) y Leilani (Issa Rae).

La cuestión es que la trama no es tan graciosa. Ni tan entretenida tratándose de una comedia romántica de enredos, quizás demasiado enredados. Jibran y Leilani están dispuestos a cortar su relación y justo en ese momento terminan siendo protagonistas de un asesinato que intentarán resolver por su propia cuenta. Y allí es cuando la cosa decae, no sólo para los personajes que se meten en problemas sino también para los espectadores. De repente el director Michael Showalter parece abordar un thriller policial y no es lo que estamos esperando.

Lo mejor de “Dos tórtolos” se produce cuando los protagonistas intercambian diálogos ocurrentes, así que el resto de lo que sucede va perdiendo importancia. Las discusiones entre Jibran y Leilani encienden la pantalla. ¿Un ejemplo? La manera de organizar una orgía. “El sexo desenfrenado y la organización de horarios no son necesariamente excluyentes. ¿Vos crees que por arte de magia la gente llega a la misma hora en una orgía? ¡No! Lo tienen agendado”, le dice él luego de proponerle sexo.

La historia se desarrolla en Nueva Orleans y ese un punto a favor. ¿Hace cuánto que no se veía esa ciudad tratada con tanto detalle? “El informe pelícano” (1993) y “El curioso caso de Benjamin Button” (2008) lo hicieron con acierto. Y es un punto para disfrutar. La mayoría de las películas que consumimos están filmada en Nueva York o en Los Angeles. Apreciar otro paisaje en de la cultura norteamericana ayuda a la vista. Más si es una ciudad tan diferente al resto de las de Estados Unidos. En la película no hay jazz, ni comida francesa, ni carnaval, ni vudú, pero aún así se agradecen las locaciones.

En el afán por resolver el crimen la pareja descubre una especie de secta. Personas con máscaras y vestida de gala se disponen a tener sexo a la vista de todos. ¿El argumentolsuena conocido? A Stanley Kubrick y sus “Ojos bien cerrados” (1999) seguro que sí. Nada para alarmarse ni denunciar plagio, pero una mención graciosa a aquella película por parte de los personajes hubiese quedado más que bien.

La película no llega a movilizarl. De hecho, por más que los detalles son importantes para entender cualquier policial, no le pondría pausa a Netflix si llegara a ir al baño o a la cocina. Sobre todo tratándose de escenarios traídos de los pelos y que no terminan de entenderse. Repetimos: lo más interesante son las discusiones de los protagonistas. Esas sí, no se las pierda. Son entretenidas, y aunque no se banquen toda la película ayudan a digerirla.

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