Sobrevivir en cuarentena: Iván divierte a los vecinos cantando y vendiendo masas

Sobrevivir en cuarentena: Iván divierte a los vecinos cantando y vendiendo masas

El aislamiento obligó a muchos tucumanos a buscar alternativas para ganar un poco de dinero.

EN SU AUTO VIEJO Y CON MEGÁFONO. Iván se convirtió en una figura conocida en varios barrios de la ciudad. EN SU AUTO VIEJO Y CON MEGÁFONO. Iván se convirtió en una figura conocida en varios barrios de la ciudad.

“Saque y vea, la masa rica, la masa fresca”. Iván Díaz recorre las calles en su auto vendiendo sus productos y, de a poco, su grabación fue haciéndose conocida por los vecinos que esperan verlo pasar. Incluso, descubrieron hablando con sus familiares y amigos, que todos los días lo escuchan a pesar de vivir en distintos puntos de la capital.

“Comencé a vender dos días antes de que se decrete la cuarentena obligatoria. No salí por casi tres semanas hasta que conseguí un permiso de circulación. Un día normal para mí arranca a las 5.30, porque voy temprano a hacer números a la fábrica para comprar las masas. Me atienden a las 8 o 9 y dejo cargado el auto para salir antes de las 15”, describe Iván, de 31 años.

Afirma que durante el aislamiento tiene que luchar día a día para salir adelante con su pareja: “ando por muchas zonas, las que más pueda. Cargo de 120 a 160 masas algunos días y hasta que no vendo todas, no vuelvo a casa. Es importante vender el producto fresco, que sea del día, y ahí los mismos clientes comienzan a confiar en uno”.

“Tengo la lengua de suegra, la más grande, la más larga y la más sabrosa”, su grabación divierte a los tucumanos que lo escuchan pasar. “Cuando voy en el auto algunos chicos salen a la vereda a recitar el versito junto al parlante; sobre todo en esta cuarentena, sin dudas la masa conocida como ‘lengua de suegra’ es la que más se vende de las ocho variedades que ofrezco”, revela. Entre su oferta no pueden faltan los alfajores de maicena, la pastaflora, las milhojas, los pañuelitos, los cañones con dulce de leche, las palmeritas y los rosquetes.

Trabajo en familia

Iván es padre de cinco chicos que insisten en acompañarlo en su recorrido. “Antes de salir les dejo una masa a cada uno, ellos tienen su favorita -cuenta- Con ese gesto me quedo tranquilo sabiendo que van a tener algo rico para tomar él te”. La cuarentena le jugó una mala pasada a la familia en el ámbito económico, pero Iván sigue recorriendo las calles protegido con un barbijo, evitando lo más que se puede el contacto y ofreciendo sus productos sin bajarse del vehículo.

“Mis hijos juegan al masitero en casa. Me piden que les preste el celular para escuchar la grabación. Los días que no logro vender todas, ellos las reciben felices. Por suerte tengo clientes que me ayudan mucho y suelo volver a casa porque ya no me quedan más”, añade.

Las horas que pasa recorriendo Tucumán en su auto son origen de cientos de anécdotas. “Vendí masas un tiempo el año pasado, en ese momento podía salir con mis hijos y se iban turnando para acompañarme. Una vez salí con Ailén, de siete años, y me pidió cantar en el micrófono. Ella ofertó las masas para ayudarme a vender, me sorprendió que siendo tan chiquita se sepa de memoria el audio completo”, recuerda emocionado.

Todo el trabajo diario para salir a vender y repartir sus masas, tienen recompensa. Cuando comienza a hacerse de noche, Iván regresa a su casa, se lava las manos y luego de una pequeña ducha está listo para recibir el abrazo de sus hijos. Los pequeños ya no tienen que escuchar el audio o jugar al “masitero” porque quien inspira su juego acaba de llegar a casa.

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