“Nos gustaría decir que regresamos en agosto, pero primero tenemos que pasar el invierno”

“Nos gustaría decir que regresamos en agosto, pero primero tenemos que pasar el invierno”

Nicolás Trotta, ministro de Educación de la Nación, aseguró que el ciclo lectivo de 2020 no se perderá y valorizó el rol de los docentes y las familias

21 Mayo 2020

Anoche, a través de una videollamada, el ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta (Buenos Aires, 1976), conversó con el programa Panorama Tucumano de LG Play, que conducen Federico van Mameren y Carolina Servetto. Evitó dar una fecha estimativa acerca de cuándo reabrirán las escuelas, pero reveló que su cartera estudia la posibilidad de que las clases regresen antes en los distritos donde no hay circulación viral. “Una alternativa que estamos analizando es que en aquellos lugares donde no hay transmisión del virus la escuela vuelva a funcionar antes que en Buenos Aires”, anticipó.

También observó que para que haya una verdadera educación digital es necesario que primero todos los niños tengan acceso a herramientos digitales y advirtió sobre la posibilidad de que aumente la deserción escolar después de la cuarentena.

-¿Cuándo van a volver las clases?

-No tenemos la certeza. Solo sabemos que lo vamos a hacer cuando podamos evitar el contagio, porque lo más importante es cuidar la salud y hay que ser muy cuidadosos a la hora de tomar decisiones que pueden afectar a muchos argentinos. Nos gustaría decir que regresamos en agosto, pero primero tenemos que ver cómo transitamos el invierno. Lo que sí puedo decir es que la idea es generar un protocolo que permita adaptar el distanciamiento social a la diversidad edilicia de las escuelas: no todas tienen la misma cantidad de aulas ni la misma cantidad de estudiantes. Probablemente vayamos hacia un esquema dual o híbrido, de manera que algunos días los chicos se queden en casa y otros vayan a la escuela.

-¿Hay mucha presión para que reabran las escuelas?

-En realidad, no. La perspectiva que yo tengo es que la inmensa mayoría tiene una mirada común acerca de que lo más importante es preservar la salud y de que no están dadas las condiciones para volver físicamente a las aulas. También percibo, cuando hablo con las familias y analizo los estudios de opinión, que hay un enorme reconomiento a nuestros docentes. Creo que la revalorización del rol de los maestros es un activo en este momento y tenemos que sostenerlo más allá de la pandemia.

-¿El aula virtual llegó para quedarse?

-Ojalá pudiéramos decir que en Argentina tenemos aulas virtuales, pero lo cierto es que este es un país atravesado por la desigualdad. El 60 % de nuestras escuelas no tienen conectividad y hay hogares que tienen un único celular con Internet para toda la familia. Si los chicos tienen que turnarse para usar un celular, eso no es virtualización de la educación. Por eso creo que tenemos que pensar en una mayor presencia del Estado para dar la respuesta más adecuada a esa realidad. Pero por otra parte, pienso también que tenemos que ser conscientes de que nada, absolutamente nada, reemplaza el trabajo en el aula y el rol del maestro. La tecnología puede ayudar, pero no puede ser un fin en sí mismo.

-¿Cómo se puede evaluar en esta situación?

-Para nosotros la evaluación es una parte central, básica, de todo proceso educativo. Un maestro evalúa a sus alumnos decenas de veces al día, en cada devolución. Esto es lo que aprobamos por unanimidad en el Consejo Federal de Educación, donde planteamos evaluar en términos pedagógicos para valorizar este esfuerzo que están haciendo docentes, estudiantes y familias. Pero también decidimos que no es momento de calificar para acreditar el saber porque nadie aprende solo. Un niño es el reflejo de la realidad de su hogar y está condicionado por los adultos con los que convive, el acceso a la tecnología que hay en su casa, la cantidad de hermanos que tiene... La atención no puede ser la misma en todos los casos y por eso planteamos que es momento de evaluar, pero no de calificar.

-¿Existe la posibilidad de que los alumnos pierdan el curso de este año y tengan que repetir?

-No, el año bajo ningún punto de vista está perdido, aunque sea un año atípico. Vamos a ver cuándo volvemos a las aulas, pero acá no se pierde el año porque hay que sostener el esfuerzo. Claramente no es lo mismo, pero no podemos sumarles a los chicos otra angustia más además de las que ya tienen. Esa es también la presencia que tenemos que tener para ayudar a los más pequeños a transitar este momento. Hay que ver de dónde partimos y cómo reorganizamos el ciclo lectivo, pero el año no se pierde.

-¿Cómo se garantiza la promoción entonces?

-Apenas la salud lo permita vamos a recuperar la mayor normalidad y lograr la reorganización pedagógica que este año escolar demanda. Seguramente habrá una articulación con el ciclo lectivo de 2021 y quizá sea necesario dialogar también con el de 2022. Para los estudiantes del último año de la secundaria, hemos pensando en un modulo específico para lograr un cierre en el primer cuatrimestre y articular inmediatamente con la educación superior. Así, las clases de la universidad comenzarían en mayo por única vez. Pero no perdamos la perspectiva: estamos transitando una pandemia y ese es el primer desafío. Después tendremos que generar los consensos para ver cómo va a ser la promoción y tener la capacidad de ver cómo valoramos este esfuerzo. El aprendizaje va a ser muy diferente, nuestras aulas van a ser mas desiguales al momento de volver a la escuela y ese es un abordaje que nos va a definir a nosotros como sociedad. Y además vamos a enfrentar, junto con los Gobiernos provinciales, el compromiso de ir a buscar a muchos adolescentes que no van a volver a la escuela llegado el segundo semestre. Vamos a empezar a definir estas cuestiones según la cantidad de días presenciales que tengamos en la segunda parte.

-¿A qué se debe que muchos adolescentes no vayan a volver a la escuela?

-Las crisis económicas afectan la presencia de los niños y adolescentes de sectores de mayor vulnerabilidad. Eso es algo que se ha visto en todo el mundo. Ahora mismo no hay deserción pero sí hay una pérdida del vínculo con los docentes y las instituciones que varía entre el 8 y el 30 %. En otros casos no se ha perdido el vínculo; pero si nos adentramos, vemos que hay un nivel de debilidad, que los vínculos son muy débiles por una situación de extrema vulnerabilidad. Ese debilitamiento se ve sobre todo en la escuela primaria y en el nivel inicial, donde es necesaria una intermediación muy importante por parte de los padres en este momento. Tenemos que ver cómo afrontamos eso y cómo garantizamos que los chicos sigan en la escuela. Vamos a tener que hacer un gran despliegue en todo el país, en todas las provincias y municipios, y vamos a tener que generar una épica educativa, diría yo, para incentivar a los alumnos más vulnerables a que regresan a la escuela y hacer que la escuela sea un espacio que los acompañe en este momento de angustia.

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