El Ojo Crítico: "Te quiero, imbécil"

El Ojo Crítico: "Te quiero, imbécil"

A esta comedia ya la vimos mil veces.

PROTAGONISTA. Quim Gutiérrez. PROTAGONISTA. Quim Gutiérrez.

MALA

PELÍCULA / POR NETFLIX

Enfrentar la soltería con más de 30 años luego de una larga relación y adaptarse a los nuevos tiempos de seducción que corren. Levante la mano si leyó un artículo, vio una película o escuchó un show de stand up sobre este tema. Seguramente surgirá una coreografía de manos alzadas porque el tópico está gastado. Bien gastado. Por eso resulta un poco decepcionante cuando “Te quiero, imbécil” desanda sus primeros minutos y queda claro de qué va. Esos pasajes iniciales en los que se desnuda la trama son fundamentales. Para engancharse o para enrollar los ojos hacia arriba. Esto último provoca la producción española de Netflix, dirigida por Laura Mañá.

A Marcos (Quim Gutiérrez) lo deja la novia después de ocho años y tiene que enfrentar un mundo distinto. Pero nada diferente a lo que conocemos son las situaciones que atraviesa el protagonista: la búsqueda en la autoayuda, la charla aleccionadora del amigo, las malas experiencias en las aplicaciones de citas, el cuidado del físico, la preocupación por la vestimenta, la “vergüenza” por vivir con los padres, etcétera. Demasiados lugares comunes, aún con mínimos atisbos de perspectiva de género presentes. El gurú argentino caracterizado como un porteño charlatán es uno de varios estereotipos. Lo mismo con el mundo del periodismo deportivo -eso de ver partidos de fútbol como manera de trabajar y el “sueño del pibe”-.

Una brisa de aire fresco es la aparición de Natalia Tena, la actriz española de padres británicos que encarnó a Osha en “Juego de Tronos”. Con una tonada española diferente a la del resto ella rompe el registro corriente de voces, un poco también el esquema de la película (interpreta a Raquel) y el del propio Marcos. Como su amiga, intentará ayudarlo a salir del pozo.

Como Ferris Bueller (Matthew Broderick) en “Un día de pinta” (1986), Marcos rompe la cuarta pared en determinados momentos y mira a la cámara para reflexionar, hablándole al público. Nada fuera de lo común, pero la práctica no molesta. Es más, parece un homenaje bien logrado.

Aun así, es una comedia romántica salida de un molde que no deja mucho. Nadie dice que el tema -por más gastado que esté- no pueda tratarse, pero el enfoque a esta altura obliga a ser fresco, diferente. Todos han pedido la palabra para opinar: es difícil ser soltero después de una relación. Punto. Por eso no vendría mal una parodia de todas estas películas. Quizás en algún punto Mañá pretende ironizar con ciertas situaciones, pero no se nota. Todo parece ser “cierto” y con el objetivo de encontrar una identificación en el público (todos hemos sido solteros a los 30 en algún momento).

¿O quizás el hecho de que haya tantas películas al respecto habla de que no podemos ni siquiera considerar estar solos un tiempo sin tener que generar una revolución interna, al punto de que creemos que es una experiencia de supervivencia y tenemos que contarlo sí o sí? Quizás esto es lo que nos deja la película, pensándolo bien. Una reflexión sobre la soltería y sus repetidas interpretaciones.

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