El General y su hija

Quiero hacer algunas consideraciones y agregados a la carta “Manuela Mónica, la hija del prócer” (12/05) de Gigliola Petrelli -muy extensa, por cierto- a propósito de Manuela Mónica, hija de Manuel Belgrano. En efecto, durante su estadía en Tucumán, el General se enamoró de una joven, Dolores Helguero, y con la que tuvo una hija en 1819, Manuela Mónica.

Sobre este tema el historiador y genealogista, miembro fundador de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán (JEHT), don Ventura Murga, escribió en 1970 un sólido artículo con rigor académico, basándose en fuentes documentales, que no siempre se encuentran en la novela histórica tan de moda actualmente. El mismo está publicado en la Revista NºIII de la JEHT.

Murga siguió los pasos de esta historia y su desenlace. Señala que Belgrano designó a su hermano, el canónigo Domingo Estanislao, en carácter de albacea. Menciona la nota al Cabildo del 22/1/1820 en la que el General afirmaba “siendo que la cuadra de terreno de su propiedad con todo lo que en ella edificado por mí pertenece por derecho de heredad a mi hija doña Manuela Mónica del Corazón de Jesús…” Advierte Murga que en el Archivo Histórico de Tucumán no se encontraba la nota mencionada. De modo que celebro que se la haya ubicado , según señala Gigliola Petrelli, y que es el documento que prueba la filiación de Manuela.

Mitre, por su parte, se refiere al testamento de Belgrano y afirma que “le dejó (a Domingo) el encargo secreto de que pagadas todas sus deudas, aplicase todo el remanente de sus bienes en favor de su hija natural llamada Manuela Mónica que de edad de poco más de un año había dejado en Tucumán, recomendándole muy encarecidamente hiciera con ella las veces de padre y cuidara de darle la más esmerada educación”.

Fray Jacinto Carrasco, un religioso que se ocupó del tema de Manuela Mónica, escribió que el General había dado su palabra de casamiento pero debió viajar precipitadamente a Salta y cuando volvió halló que su novia estaba casada con un hombre que luego la abandonó. Don Marcelino de la Rosa, ligado a la familia Liendo, afirmaba que el General “no debía por moralidad, por el rango que ocupaba, preguntar directamente por su hija, aunque se dirigiese a un amigo íntimo. Mi esposa me dice que ella ha alcanzado a ver muchísimas cartas dirigidas diariamente desde la Ciudadela por el General a don Pedro Celestino Liendo, averiguando por la salud de su hijita, de su “palomita” como él la llamaba. Belgrano quiso mucho a Tucumán pero encontrándose muy enfermo y pobre estaba casi solo a fines de 1819. Decidió regresar a Buenos Aires y alejarse de su hija fue muy doloroso. Falleció el 20 de junio de 1820, como se sabe en la mayor pobreza, acompañado de su médico Joseph Redhead, sus oficiales Jerónimo Helguera y Emidio Salvigny. Cinco años después Manuela fue llevada con su familia a Buenos Aires cumpliendo su voluntad.

Elena Perilli de Colombres GarmendiaVicepresidenta de la Junta de Estudios Históricos de Tucumán [email protected]

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