El ojo Crítico: “Becoming. Mi historia”

El ojo Crítico: “Becoming. Mi historia”

Michelle Obama "para principiantes".

DE CERCA. El film sigue a Michelle en la gira de presentación de su libro. DE CERCA. El film sigue a Michelle en la gira de presentación de su libro.

BUENA

DOCUMENTAL / POR NETFLIX

Hay en el documental de Michelle Obama una coherencia insoslayable, que consiste en vivir lo que predica acerca de extraer la fuerza a partir de los puntos bajos de la propia historia. Ese culto a la narrativa personal define a “Becoming. Mi historia”, la producción sobre la ex primera dama estadounidense que Netflix acaba de estrenar. En esa pantalla, la esposa del ex mandatario Barack Obama da cátedra sobre cómo potenciar las debilidades: no sólo lo hace respecto de sí misma, sino también con quienes interactúan con ella, especialmente los jóvenes desafiados por realidades imperfectas que les impiden encajar en el estereotipo general.

Michelle Obama defiende el derecho a desentonar en esta obra que recoge los momentos estelares de la gira de presentación de la autobiografía que publicó cuando dejó la Casa Blanca. Empujadas por el desasosiego que generó la administración Trump, esas memorias (también tituladas “Becoming”) se convirtieron en un best-seller esplendente. Los seguidores literalmente llenaron estadios para ovacionar a esta celebridad política y social, que rompió el molde de “esposa de” para convertirse en una figura popularísima por sus méritos individuales. El documental refleja las condiciones y circunstancias que transformaron a Michelle Obama en emblema posible de la esperanza, y en una activista del clima espiritual que permitió a un ciudadano de Chicago convertirse en el primer presidente negro de los Estados Unidos.

Desde el punto de vista de la edición de los hechos, “Becoming. Mi historia” parece más dirigido a los principiantes y a las nuevas generaciones que a los admiradores de la abogada graduada en Princeton y en Harvard, y madre de dos hijas. El documental recuerda que Michelle Obama desciende de esclavos y que se empeñó en impedir que el Air Force One se le subiera a la cabeza. No hay en el guión un reproche para el ex jefe de Estado, pero su cónyuge confiesa que el escrutinio público permanente y el afán de impecabilidad la obligaron a sustituir la espontaneidad por el teleprompter. Ese apego al deber luce superado: la marca registrada de Michelle Obama es su sonrisa y disposición para la broma; su conexión con la música; su capacidad para inyectar su mensaje de superación en anécdotas triviales y su vocación por hacer sentir importante al prójimo, como cuando intercambia opiniones con uno de sus guardaespaldas.

La ex primera dama cultiva el heroísmo de los vulnerables y en ese don estriba su magnetismo. El documental enfatiza el triunfo de llegar a donde casi nadie llega y de permanecer humana. Michelle Obama dice que pudo hacerlo porque no olvidó quién era y de dónde venía, ni se desligó de las expectativas de “su gente”, aunque en los subsiguientes turnos electorales la descorazonara que una porción de los votantes demócratas haya preferido quedarse en casa. Según su experiencia, los huecos más dolorosos otorgan, al final de cuentas, el poder para ponerse en marcha y luchar. Ese relato posibilitó a Michelle Obama emanciparse de su marido y transitar un camino que, por la crisis del liderazgo tradicional y el auge de las mujeres, bien podría depositarla de nuevo en la Casa Blanca, ya no como “first lady”.

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