Cómo se entretienen los adultos mayores en la cuarentena

Cómo se entretienen los adultos mayores en la cuarentena

Con el apoyo de sus familiares, los mayores buscan aprender cosas nuevas o dedicarse a pleno a las que ya hacían, como tejer o hacer panes para mandarles a sus seres queridos.

Tras más de un mes y medio de aislamiento social obligatorio, algunos adultos mayores llevan todo ese tiempo sin ver a su familia y sin salir a la calle. Siendo los mayores de 60 años personas de riesgo, en medio de la pandemia de a poco fueron encontrando la manera de mantenerse ocupados en casa hasta que puedan recuperar sus actividades cotidianas.

La tecnología a la que quizás tanto temor le tenían antes, ahora se convirtió en su aliada para poder ver, a través de una pantalla, a sus seres queridos. La familia de Claudio González, de 67 años, se reúne todos domingos para almorzar juntos por videollamada. “A veces tratamos de cocinar lo mismo para sentirnos más cerca. Ayudé en la cocina a mi mujer y aprendí a hacer algo más que abrir una lata”, bromea.

Fátima Gómez, de 75 años, aprovechó para limpiar la casa con sus nietas. “Cambiamos algunas fotos de los portarretratos porque ya eran muy viejas -cuenta-. También disfruto mucho de ver los álbumes de fotos que tengo de mi infancia. Mi familia me hace sentir bien, aunque extraño mucho ir al centro a ver vidrieras, tomarme un café en un bar, hacer las compras y salir de casa”.

Contacto estrecho

Algunas excepciones al momento de recibir sus compras permitieron que los adultos mayores que viven solos o con su pareja vean a sus seres queridos. Sin abrazos ni besos, ese encuentro igualmente termina alegrándoles el día. También estas visitas fugaces los ayudan a conseguir lo que necesitaban para entretenerse.

“Planté nuevas semillas en mi huerta con lo que me trajeron mis hijos. Me entretengo participando en las tareas del hogar y, sobre todo, evito ver la tele porque las noticias me ponen muy nerviosa”, comenta Susana Ponce, de 73 años.

Irma Vidal inauguró una pequeña panadería familiar: deleita a sus nietas todo el tiempo con budines, panes de anís y medialunas. A los 69 años, disfruta de sus creaciones mirando series, tejiendo o limpiando. Al lavarse las manos le gusta cantar dos veces el “cumpleaños feliz”.

María Esther Vece pidió un poco más de lana para continuar tejiendo ponchos, a los que define como “su especialidad”. “Tengo 78 años, no me gusta usar el celular. Me comunico con mis hijos, nietos y amigos por teléfono fijo. Me gusta mucho ver programas en la tele que son de preguntas y respuestas porque aprendo mucho. A veces anoto las preguntas que me parecen muy interesantes”, dice la abuela. En medio del aislamiento cumplió años y la invadió una sensación rara. “Con el celular de mi esposo hicimos una videollamada con mis hijos y nietos que me hicieron llegar una torta y comida, pero no es lo mismo que tenerlos cerca. Vamos a festejar cuando todo esto termine”, añade.

Nueva rutina

Acostumbrarse a depender de su familia para algunas cosas fue difícil para Adela Casone, de 73 años. A pesar de no poder salir, ella se armó una rutina diaria para siempre tener un día productivo. “Me levanto y mientras desayuno veo una misa española que pasan por internet; me gusta mucho el positivismo de los sacerdotes. Limpio un poco, siempre trato de cocinar algo diferente para no aburrirme y preparo la mesa como si estuviesen por venir visitas”, describe.

En el aislamiento comenzó a ver series sobre historia a medida que lee sus libros favoritos y estudia italiano. “Es un tiempo necesario para hacer introspección y reflexionar. Elijo no ver mucho el noticiero para estar tranquila, me informo cuando lo necesito. Siempre hay que estar dispuestos a aprender cosas nuevas”, asegura.

Tras la pantalla

Blanca Guazzi, de 86 años, aprovechó la cuarentena para mirar Netflix. “Vi seis series completas, me gusta mucho ver la tele, dormir siesta y tomar la merienda mientras hablo con mis nietos. Para cuidarme no salgo ni a la vereda y me lavo mucho las manos”, admite. Los nietos de Roberto Farías, de 69 años, encontraron la forma de enseñarle a su abuelo a usar las plataformas de streaming. “Me costó un poco, pero aprendí a ver películas con la tele. Nos ponemos de acuerdo con mis nietos para verlas al mismo tiempo y comentan todo por WhatsApp. Después me llaman y me dicen datos curiosos de los actores”, recuerda.

Muchos adultos extrañan tener contacto con el exterior, las conversaciones telefónicas o de balcón a balcón no son suficientes. También extrañan sus salidas con amigos, sus recorridos por el centro, los abrazos familiares, sus clases de pintura o de baile. Aunque cueste todos nos tenemos que cuidar. “La esperanza de volver a la normalidad lo más rápido que se pueda, siempre permanece intacta. Mientras tanto, entiendo que me tengo que cuidar porque quiero abrazar a mi familia por muchos años más”, analiza Farías.

Esta nota es de acceso libre.
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