URGE EL CUIDADO. Si se pierden los insectos, pierde todo el planeta.
La vida de nuestro planeta necesita los insectos: polinizan plantas, alimentan otras criaturas y reciclan los desechos de la naturaleza. Son, por lejos, los animales más variados y los más abundantes (17 veces más numerosos que los humanos), pero eso está en peligro: la mayor evaluación de la abundancia mundial de insectos llevada a cabo hasta la fecha, dirigida por Roel van Klink, del Centro Alemán para la Investigación Integrativa de Biodiversidad, muestra una caída de casi el 25% en los últimos 30 años; un acelerado descenso en Europa, y colapsos en lugares como Alemania (75%) y Puerto Rico (98%). El pronóstico, de todas formas, era peor: la evaluación más grande anterior, basada en 73 estudios, estimaba una disminución de más del doble.
La investigación
El análisis combinó 166 encuestas a largo plazo de casi 1.700 sitios y descubrió que algunas especies resisten a la tendencia general: los insectos de agua dulce aumentaron un 11% por década después de que se limpiaron ríos y lagos contaminados. Sin embargo, son sólo un 10% de las especies, y no polinizan los cultivos.
“Sabemos que la expansión de las ciudades es mala para los insectos, porque ocupan un lugar que solía ser su hábitat”, señala van Klink. La investigación mostró también que a los insectos les va sólo un poco mejor en las reservas naturales que fuera de ellas.
“Es muy sorprendente y un poco impactante; significa que algo va mal allí”, destaca Klink y señala que algunos de los resultados no son extrapolables porque en otros lugares ( América del Sur, el sur de Asia y África) los datos son escasos.
“Para poder establecer si estamos viviendo algo así acá hacen falta dos elementos con los que no contamos: datos de monitoreo de largo plazo y sistematización”, explica el ecólogo tucumano Mariano Ordano, de la Fundación Lillo.
“Que la pérdida de hábitat y los agroquímicos inciden mucho se sabe en términos generales hace 50 años. Pero, por un lado, hay muchísimas especies de insectos, algunos muy pequeñitos, y en general los estudios se hacen sobre ciertas especies, no sobre todas. Por otro lado, nuestro país es muy grande y muy variado, y los estudios, muy sectorizados”, agrega.
Natacha Chacoff, especialista en Bioecología del Instituto de Ecología Regional (Conicet/UNT), coincide en que no se dispone de datos. “Pero creo que en Tucumán todavía no estamos tan mal -agrega-; las ciudades más pobladas están cerca de áreas naturales grandes, como el Parque Sierra de San Javier, y además tienen árboles que no sólo dan sombra, sino también flores (lapachos, tipas, jacarandás)”. “Estudios que estamos haciendo muestran en plazas y sectores suburbanos una buena diversidad de polinizadores, que son muy importantes para cultivos como el arándano, la palta y potencialmente importantes para el limón”, agrega.
El futuro
Van Klink advierte que, aunque no tan grave como la esperada, la situación es preocupante. “Pero no creo que sea demasiado tarde. El aumento de las especies de agua dulce nos permite al menos tener la esperanza de que si implementamos la legislación correcta podemos revertir estas otras tendencias también”, señala.








