El Ojo Crítico: "Cata amarga"

Demasiados lugares comunes en la historia de un aspirante a sommelier.

CONTRA EL MANDATO PATERNO. Así deberá moverse Elijah (Mamoudou Athie) en pos de su sueño. Un género que Netflix produce en serie. CONTRA EL MANDATO PATERNO. Así deberá moverse Elijah (Mamoudou Athie) en pos de su sueño. Un género que Netflix produce en serie.
Ale Casas Cau
Por Ale Casas Cau 16 Abril 2020

REGULAR

PELÍCULA / POR NETFLIX

Una de las ofertas presentadas por Netflix durante las últimas semanas es “Cata amarga”, un drama poco exigente que se centra en Elijah (el actor mauritano Mamoudou Athie, interpretando su primer protagónico), joven que sueña convertirse en un reconocido sommelier. Para conseguirlo tendrá que luchar contra la oposición de su padre, cuyo deseo es que Elijah se encargue del negocio familiar al que tanto le deben, un restaurante de asados en su comunidad afroamericana de Memphis.

Queda claro que “Cata amarga” es el tipo de película a la que apunta Netflix últimamente: fácil de producir, adecuada para todo público, difícil de rechazar, pero más difícil aún de enamorar. Y ese es su pecado.

Prentice Penny es el encargado de escribir y dirigir el film, cuyo guión por momento se siente poco desarrollado y víctima de los lugares comunes: la típica historia del niño que no quiere heredar el negocio familiar y defiende su propia pasión.

Desde lo narrativo, “Cata amarga” necesita una fuerza motivadora más potente y una técnica visual más interesante para ayudarnos a comprender los dos mundos de Elijah. Durante la primera media hora todos los espacios son representados de la misma forma, una secuencia de planos de videoclip que cansan bastante al espectador.

La trama romántica es otro de los puntos a los que le falta desarrollo. El personaje de Tanya (Sasha Compere) sólo aparece en la historia para hacerle preguntas a Elijah, lo que mueve el eje de la historia.

Entre lo destacado de la película figuran las buenas actuaciones de los padres de Elijah, Courtney B. Vance y Niecy Nash. También un enfoque distinto en el mundo del vino, por lo general representado en la pantalla por una serie de estereotipos (franceses o italianos, estadounidenses blancas y adineradas). En este caso esa ruta del vino se fusiona con los sonidos del hip hop y con una familia afroamericana de clase media.

La fórmula funciona si el objetivo es desenchufarse un par de horas de la siesta. A “Cata amarga” no hay que pedirle mucho más.

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