Una familia se mudó para evitar que el dengue los siga infectando

INMEDIACIONES DEL PARQUE 9 DE JULIO. El césped alto, la mucha vegetación y la lluvia favorecen el desarrollo del mosquito. INMEDIACIONES DEL PARQUE 9 DE JULIO. El césped alto, la mucha vegetación y la lluvia favorecen el desarrollo del mosquito.

Lucrecia recuerda con exactitud aquella tarde del lunes pasado. Estaba junto a su hija, Lucía Lescano, en el balcón del departamento ubicado en las inmediaciones del parque 9 de Julio. Cumplían con la cuarentena indicada por el Gobierno nacional en el marco de la epidemia por coronavirus. De repente, sufrieron una invasión de mosquitos. Llegaron a contar 16 picaduras en una sola pierna.

En ese momento ni se les pasó por la cabeza el dengue, enfermedad transmitida por el mosquito Aedes aegypti. La pesadilla iba a comenzar días después, cuando Lucía (28 años) sintió fuertes dolores. “Como ella había estado haciendo una clase de baile on line pensé que podía ser por eso. Pero luego tuvo una fiebre altísima. La mantuvimos en el baño durante cuatro horas y no podíamos bajarle la temperatura”, detalla la mamá.

Al día siguiente los papás vieron a Lucía muy decaída. Y eso les resultó rarísimo. Decidieron consultar en el hospital Centro de Salud. “Nos dijeron que no tenía síntomas de dengue, que volviéramos a casa”, relata Lucrecia. Su hija seguía con mucha fiebre, así que la llevó a un CAPS donde le ordenaron hacerse un análisis. Horas después el diagnóstico era contundente: dengue. La prescripción fue que tome paracetamol, un antihistamínico y mucha agua. Para sorpresa de los Lescano, Lucía no mejoraba con el paso de las horas.

“Estuvo con 40 grados de fiebre desde las 2 de la mañana hasta las 7, casi desvanecida, describe Lucrecia. Al día siguiente su cuerpo se llenó de pequeñas ronchas rojas y sufrió una terrible picazón que no la dejaba descansar. “Volvimos a llevarla al médico. Tenía la presión muy baja. Le hicieron análisis de sangre: su nivel de plaquetas había descendido mucho. El doctor no dudó en internarla”, detalla. En el sanatorio, para su sorpresa, se encontró con varias camas ocupadas por pacientes con la misma patología que afectó a su hija.

Ahora, mientras aguarda que Lucía se recupere, decidió mudarse a la casa de un familiar.

“No quiero que también nos enfermemos los otros integrantes de la familia. Desconocía que el dengue era una enfermedad tan terrible. Ahora que les avisé a los vecinos, me enteré que en la zona que rodea el parque 9 de Julio hay varios casos. Estoy aterrada”, cuenta la mujer. Ella supone que en su caso puede haberlas afectado un edificio en construcción ubicado justo al lado de donde viven, en el pasaje García y Avellaneda. En este tipo de lugares hay recipientes que suelen acumular agua y que pueden servir de criaderos de insectos.

A 100 metros de ese lugar, por calle Honduras, también hay casos de dengue, revela Lucrecia. Algunos vecinos de esa cuadra precisamente pidieron que la Municipalidad fumigue el lugar y haga tareas de desmalezamiento.

La enfermedad: tratada a tiempo se puede controlar

El dengue se contagia a través de la picadura del mosquito Aedes aegypti, que se alimenta con sangre de una persona enferma y luego pica a otras. No se transmite de persona a persona. Los síntomas pueden ser: fiebre acompañada de dolor detrás de los ojos, de cabeza, muscular o de articulaciones. Además, vómitos y náuseas, cansancio intenso, aparición de manchas en la piel y picazón, sangrado de nariz y encías (dengue grave). Para curarse del dengue no hay un tratamiento específico. Tratada a tiempo cualquier complicación se puede controlar y así evitar que sea una patología de gravedad.

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