Amaicha del Valle: activan un operativo contra los burros que depredan a los cardones

Amaicha del Valle: activan un operativo contra los burros que depredan a los cardones

Habrá castraciones y evalúan la faena de los animales. Funcionarios alertaron sobre el robo de cactus y el comercio de la madera.

CARDÓN ABUELO. La protección que rodea al ejemplar fue colocada por los rugbiers de Old Virgins. CARDÓN ABUELO. La protección que rodea al ejemplar fue colocada por los rugbiers de Old Virgins. LA GACETA / IRENE BENITO

El movimiento para salvar a los cardones de Amaicha del Valle ya está en marcha. El primer objetivo es atacar la superpoblación de burros que comen los cactus. Juan Blasco, secretario de Desarrollo Productivo, y Liliana Fortini, directora de Flora, Fauna Silvestre y Suelos, confirmaron que el Gobierno provincial desarrolla un operativo que incluye la castración de los animales y el probable envío de una porción de ellos a los frigoríficos de equinos. Además, el Estado analiza la creación de un vivero para reforestar las zonas afectadas, e intentará sellar alianzas con organizaciones científicas locales para inventariar los cardones; profundizar los estudios y elaborar nuevas medidas de conservación de este patrimonio natural antiquísimo. Más allá de esas iniciativas, Blasco y Fortini alertaron sobre el “factor humano”, y la existencia de un mercado clandestino que saca réditos a partir de la comercialización de madera de origen ilegal.

El paso inicial de esta campaña está enfocado en los casi 700 asnos que hoy deambulan libremente por las montañas situadas en el área de Ampimpa. “Este es el número de animales que calculamos en función de diferentes proyecciones. Se trata de una cantidad preocupante, que genera otros desequilibrios, además de los perjuicios detectados en el cardonal”, explicó Blasco durante una entrevista en Tafí del Valle. El funcionario comentó que, tras la exposición de la amenaza en LA GACETA, había viajado a Amaicha para dialogar con el comisionado comunal Paul Caillou y el secretario general Federico Segura, quien dio la voz de alarma. Ese contacto permitió generar una agenda de acciones y, sobre todo, ampliar la estructura que la llevará adelante. La Secretaría de Desarrollo Productivo tiene cuatro empleados permanentes en Amaicha, pero Blasco y Fortini reconocieron que ese equipo resultaba insuficiente para la magnitud del fenómeno.

“Nosotros vemos que los burros contribuyen al daño que hacen los taladores de cardones. Estos acollaran las bases de las plantas con cuchillos y hachas. Cortan la circulación en un procedimiento que lleva 15 minutos. Luego aparecen los animales, que comen la parte blanda. Eso hace que la madera se seque con el cardón en pie porque, si es derribado, el tronco se humedece y no sirve. Una vez que la planta está muerta del todo, extraen los pedazos aprovechables y se los llevan. Un trozo puede costar alrededor de $ 2.000”, comentaron los funcionarios. Y añadieron: “todo esto sucede en un territorio inmenso, que es difícil de fiscalizar”. Blasco y Fortini advirtieron que, si bien habían destinado una camioneta para el patrullaje y la vigilancia, necesitaban que los lugareños y turistas denuncien a los agresores porque, una vez que estos “apuñalan” a los cactus, la suerte está echada.

Un cerco, fruto concreto

La masacre de los cardones está a la vista. Casi no quedan ejemplares sanos en los sectores aledaños a la ruta 307. Todos los que pueden ser divisados en la parte baja de las cumbres presentan deterioros de mayor o menor calado en el segmento que va desde el ras de la tierra hasta el comienzo de las ramificaciones. El paisaje luce diezmado: los “pies” de los cardones son puro “hueso”, y los otrora magníficos exponentes del clima árido parecen espantapájaros a punto de sucumbir. Para llegar a los cinco metros de estatura un cactus necesita, en promedio, 120 años, según un estudio del científico Stephan Halloy publicado en 2008, que fue elaborado con la colaboración de la Fundación Miguel Lillo y de la Universidad Nacional de Tucumán.

La contención de los burros, que se reproducen en forma descontrolada desde que fueron desplazados por las motos, empezará con la castración. “Consideramos que en un mes haremos esta práctica”, anunció Blasco -hay que ver cómo incide en ese plazo la parálisis de las actividades por el coronavirus covid-19-. El secretario precisó que iban a acondicionar un tráiler sanitario para perros y que disponían de enlazadores. En paralelo, comenzaron las tratativas para la faena. Esta operación requiere del traslado a frigoríficos de Córdoba o Buenos Aires. “El objetivo es que la venta beneficie a la comunidad”, anticipó Blasco, quien dijo que había que disminuir el número también por la necesidad de reservar las pasturas escasas de los cerros. “Hay gallinas, cerdos y cabras que pueden estar afectadas por la reproducción descontrolada de las manadas de burros”, observó.

Otra línea de trabajo en estudio es la creación de viveros específicos para la reforestación. Fortini acotó que estaban pensando en la micropropagación porque la reproducción por semilla y por hijuelo era menos eficaz, y requería más tiempo “Lograríamos mejores resultados si armáramos una especie de incubadora y trasplantamos los especímenes que consigamos. Tenemos que ver quiénes están trabajando en el tema y tratar el asunto con organismos científicos. Necesitamos que nuestros investigadores se ocupen de este problema, y nos faciliten datos y procedimientos que nos sirvan para tomar decisiones”, propuso. Otro aspecto pendiente es que, si bien la tecnología permite hacer geolocalizaciones precisas, la provincia carece de un inventario.

Por otro lado urge concientizar a la población sobre el robo y la comercialización ilegal de la madera que tiene, sobre todo, fines decorativos. “Esto es muy preocupante. Sólo está permitido vender y comprar la madera con origen legal certificado. Comerciantes y consumidores deben cerciorarse de ello para prevenir la depredación del cardón”, expresaron Blasco y Fortini. Más allá de la reacción estatal, la difusión del peligro de extinción rindió un fruto concreto. A comienzos de este mes, la fundación de veteranos de rugby Old Virgins colocó un cerco metálico alrededor del “cardón abuelo”, especie de decano de sus congéneres amaicheños. Este cactus impactante exhibe las señales de la “masacre”: si llegara a caer, terminaría un ciclo de vida de más de 500 años.

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