La feria de Simoca cerró, pero hubo “delivery”

La feria de Simoca cerró, pero hubo “delivery”

Los puesteros se alarmaron al ver las puertas cerradas y se instalaron en algunas veredas; hubo venta a través de las redes sociales.

PAISAJE INUSUAL. Los cientos de puestos del predio estuvieron vacíos ayer por el cierre preventivo, obligando a muchos feriantes a ubicarse en las veredas. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll PAISAJE INUSUAL. Los cientos de puestos del predio estuvieron vacíos ayer por el cierre preventivo, obligando a muchos feriantes a ubicarse en las veredas. la gaceta / fotos de osvaldo ripoll

Como todos los sábados, doña Ramona Ibañez (70 años) llegó ayer temprano a la feria de Simoca cargando pan casero, empanadillas, chorizos y demás. Desde su pueblo, Güemes, también arrastró la esperanza de una buena venta. Sus ánimos se desplomaron enseguida. La angustia se apoderó de ella -dijo-. El predio estaba cerrado. Varios policías advertían que el sitio no iba a desplegar su romería de siglos.

“¿Y ahora qué hago con toda estas cosas? ¿Con qué (dinero) vuelvo a casa?”, se preguntó. Nadie le había advertido que la intendencia de Simoca resolvió suspender por 30 días la tradicional feria sabatina. La medida se instrumentó al adherirse el municipio al Decreto Acuerdo de Necesidad y Urgencia que dictó el Gobierno provincial frente a la propagación del coronavirus (Covid-19). Los feriantes no recordaban antecedentes similares.

La resolución, firmada por el intendente interino Pablo Héctor Silva (suplanta a Marcelo Herrera, que realiza gestiones en Buenos Aires), dispone en su artículo 2 la suspensión por el término de 30 días de todos los eventos culturales, artísticos, recreativos, deportivos y sociales de organización pública o privada que impliquen aglomeración o concurrencia masiva. Es el artículo 3 el que hace mención a la suspensión de la feria.

El decreto expone en sus considerandos que, “ante la situación que atraviesa el país y el mundo, se torna necesario adoptar todas las medidas pertinentes de manera de mantener tranquilidad y disminuir la posibilidad de contagio en nuestro pueblo”. Y, más adelante, advierte que “la feria municipal, al ser atractivo de turistas de todo el mundo, obliga a tomar todas las medidas necesarias para preservar a la población de posibles contagios”.

La disposición representa un duro golpe para la castigada economía de la zona. El nivel de desocupación medido por el Indec es superior al 40%.

“Este sitio comercial de más de 300 años asegura el sustento semanal a los feriantes que todos los sábados vienen a vender artesanías, dulces, animales y distintas comidas tradicionales. Es la industria a cielo abierto que tenemos los simoqueños. No hacerla va a tener lamentablemente su consecuencia negativa en nuestra economía. Pero es una decisión necesaria”, dijo Daniel Paz, presidente interino del Concejo Deliberante.

Veredas y redes sociales

Doña Ramona, como otros, se resistió a regresar a su hogar con la mercadería sin vender: se instaló en la vereda de una calle céntrica a ofrecer lo que había traído. “No tengo jubilación ni nada que me dé un respiro a mi pelea diaria por ganarme el pan. Como feriante crié mi hijo e hice mi casa. Nunca, en mis casi 40 años en este trabajo, me había pasado de venir y darme con la feria cerrada. Pensé que me había equivocado de día”, contó. Muy cerca también se instaló doña Carmen Ibáñez, de Los Mendoza, con una parrilla en que asaba chorizos y tortillas. “Ando de mal en peor. El año pasado me quemaron el quincho en donde tenía el puesto. Ahora esto de que se cierra la feria por 30 días. Son golpes fuertes, porque vivo de esto”, se lamentó. “Menos mal que la gente de aquí nos dio permiso para que nos instalemos. Si aquí venimos pelados de dinero, con la esperanza de llevarnos algo de platita”, dijo.

“Es un hecho muy triste para los puesteros”, consideró Marina Rodríguez, concejala de la ciudad. Ella trabajó más de 30 años como feriante. “Toda la gente que conozco se las ingenia usando las redes sociales para vender los embutidos y otros alimentos que preparan. Ellos te lo llevan a casa o uno mismo los va a retirar”, contó la edil. “Cada crisis es una oportunidad para cambiar, en este caso la modalidad de venta. Esto hasta que se normalice la situación”, observó.

Operativo y visitas

El intendente interino, concejales y efectivos policiales fueron los encargados de supervisar el cumplimiento del cierre de la feria.

“Soy de Buenos Aires y estoy parando en San Pedro de Colalao. En la terminal me dijeron que no había feria. Pero igual me vine porque quería conocer el lugar. Lamento no haber podido disfrutar de las comidas y la música”, comentó Ramiro Colke junto a las puertas cerradas. A unos pasos de distancia, Angela Argañaraz confesó que llegó hace dos días a Tucumán desde Misiones. “Uno de los lugares turísticos que siempre quise conocer es la feria. Tenía muchas ganas de venir”, lamentó.

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