Freno a las ansiedades y la “gran Cristina” de Manzur

Freno a las ansiedades y la “gran Cristina” de Manzur

La ansiedad suele ser una emoción perjudicial en política. Viene con contraindicaciones cuando se intentan acelerar definiciones y posicionamientos internos en tiempos de crisis. El ansioso, en política, siempre pierde; es la primera lección a aprender si se quiere hacer carrera; hay que volverse un tiempista, ser paciente y saber reconocer el momento adecuado para pasar a la acción, con sorpresa y efectividad. En los últimos meses, en el oficialismo provincial aparecieron algunos dirigentes con estas características emocionales, buscando definiciones apresuradas en un proceso interno que se desarrolla más en forma subterránea y que los que conducen el espacio prefieren que se mantenga en ese nivel, silenciado, sin que estallen conflictos que dañen la gestión y afecten la gobernabilidad. Porque allí perderían todos. Por unos cuantos inquietos -o “loquitos” en la jerga del peronismo-, en la Legislatura salieron a hablar de tregua, un concepto que se asocia más a tiempos de guerra. Esto lleva a preguntar si era tal el nivel de ansiedad y de peligrosidad de algunos inmanejables que en el peronismo eligieron este concepto para que se advierta con crudeza sobre los riesgos en que se ponía al Gobierno provincial. Y una tregua, como se sabe, invita a un cese temporal de hostilidades, a la suspensión de los combates. Lo que se hizo, además de blanquear la tensión, fue frenar el anticipo de una disputa que, de darse, tiene que suceder en un par de años más. Hoy no es el momento, ni de escarceos siquiera, aunque ya haya soldaditos, unos más que otros, alineados tras un general en sus trincheras. La decisión se tomó en el principal campo de batalla del peronismo, en el del oficialismo legislativo, donde residen los que tiene poder territorial. Allí se convino calmar los ánimos, dejar de alimentar la hoguera del desencuentro y patear para más adelante una lucha que de tener protagonistas, se circunscribirá a dos apellidos: Manzur y Jaldo. La excusa es inmejorable: anteponer la gestión y la gobernabilidad por sobre las ambiciones personales. El mensaje es claro: reman juntos o se dividen y naufragan todos. Chau barquito. Claro que en el peronismo siempre caben preguntas, quién la rema y quién conduce. La conducción del oficialismo hoy es bicéfala, una fórmula extraña al gen peronista que viene dándole resultados al Gobierno y a la que algunos le ven fecha de caducidad, y en consecuencia, obran pensando más en el cuero propio. En ese marco aparecen los ansiosos que distraen, que alteran ánimos y que, por anteponer sus intereses particulares, obligan a que se recurra al concepto de “tregua”; tremenda palabra cuyo solo uso revela el nivel de tensión existente en el peronismo entre manzuristas y jaldistas, no entre el gobernador y el vicegobernador. Un estado de equilibrio inestable, una guerra que se desarrolla en las sombras del poder. ¿Es posible que algunos de estos inquietos de ansiedades prematuras ya esté pensando en posicionarse para los comicios del año próximo y que por eso armen barullo? Es posible. Una banca de senador es apetecible, tanto como una de diputado, lo que no parece razonable -o bien es una apuesta a destiempo-, es que en pos de ser bendecido para integrar esa boleta se aliente el quiebre anticipado de la dupla gobernante. El “impasse” resuelto en el bloque oficialista de la Legislatura es un mensaje también en esa línea: no sería de a uno el armado de las boletas, sino de a dos. O sea, sin ruptura. Claro que habría que mencionar que esa integración de las listas no sería resuelta sólo de a dos, sino de a tres, porque Cristina dejará marcada su huella. Aprovechará para seguir armando un Senado a su medida, por lo tanto, uno de los dos primeros lugares -y hasta una suplencia- los decidiría la vicepresidenta. La ex jefa de Estado parece resentida con Manzur, después que este renegara de ella y reconociera como único conductor del peronismo a Alberto Fernández, por lo que cabe preguntarse si se animará a jugar por la actual senadora Beatriz Mirkin o si querrá recuperar a Beatriz Rojkés -que no llegó a la embajada en Rusia-, lo que de verificarse implicaría una bofetada al gobernador, ya que Alperovich abandonó al oficialismo tucumano. En aras de la unidad del peronismo sería una buena excusa. ¿Y la otra banca senatorial? A ese traje se lo prueban varios, sabedores de que Jaldo no volvería a aceptar ser otra vez candidato testimonial, por lo que el dedo bendicente será el de Manzur. Para el vicegobernador la lista de diputados, o el primer nombre de la nómina. Sin embargo, los ansiosos o loquitos no estarían actuando en función de la elección de medio término de 2021, básicamente porque los legisladores son referentes de espacios territoriales, allí radica el poder que alcanzan y por el que se condenan a actuar. Irse a la Nación, al Congreso, no cabe en la concepción política de los “asentados territoriales”, por lo que para estos habría que descartar aquella intención como móvil de sus jugadas. El objetivo es el agrietamiento del binomio gobernante para que las huestes se separen y elijan con quién encolumnarse. Claro, actuando con demasiado apresuramiento, por eso la idea de la tregua vino a imponerse como un freno a sus ímpetus, por lo menos para que no salgan a la luz, aunque deambulen en la oscuridad. Desde esa oscuridad, para desacelerar la idea de que el poder se traspasará lentamente de Manzur a Jaldo, hasta llegar a la postulación del tranqueño a la gobernación en 2023, y para evitar que se debilite en ese proceso el poder del gobernador, es que un manzurista lanzó una frase con esquirlas y provocadora, con efecto de cimbronazos en el peronismo: “Manzur estará en la fórmula del 23”. Lo primero que surge es preguntar cómo. Caben dos posibilidades. La primera es avanzar en una reforma constitucional para habilitar la reelección indefinida, un camino que tempranamente rechazó el vicegobernador inmediatamente después de que el Frente de Todos se impusiera en las elecciones provinciales; pero que también tendría objeciones desde el propio peronismo en el plano nacional. Hace pocos días, en Buenos Aires, durante una reunión entre Sergio Massa, Máximo Kirchner y Axel Kicillof se habría dispuesto no habilitar la reelección indefinida de los intendentes bonaerenses, ahora acotada a dos mandatos. Al buen entendedor, por la fuerza de los apellidos, es fácil deducir que no habrá venia para proyectos reformistas con intenciones de conducciones eternas en el peronismo. Esa puerta, obviamente se cierra. ¿Cuál es la segunda posibilidad? La propia Constitución tucumana abre una ventanita a Manzur. En esta misma columna, allá por abril de 2015, deslizamos que Alperovich -a quien le quedaban pocos meses de mandato y debía abandonar la gobernación por cláusulas constitucionales- podía presentarse como candidato a vicegobernador porque nada se lo impedía. Veamos. El artículo 90 (naturaleza y duración del PE) reza: “el gobernador y el vicegobernador duran cuatro años en sus funciones y podrán ser reelectos por un período consecutivo. El vicegobernador, aun cuando hubiese completado dos períodos consecutivos como tal, podrá presentarse y ser elegido gobernador y ser reelecto por un período consecutivo. Si el gobernador ha sido reelecto para un segundo período consecutivo no puede ser elegido nuevamente, sino con el intervalo de un período. Lo mismo resulta de aplicación para el cargo de vicegobernador”. En ningún lado dice explícitamente que el titular del PE, aun con dos mandatos cumplidos, no puede aspirar a la vicegobernación. Lo que la ley no prohíbe, habilita. Se sostiene que ni siquiera hace falta impulsar una acción declarativa de certeza. ¿Esa es la jugada de Manzur? De esta manera, casi emularía a Cristina, que en un video anunció que Alberto la acompañaría como el “uno” en la fórmula. Ella eligió al candidato a presidente, en una muestra real de quién tiene el poder en el espacio, en el fondo es de lo que se habla, de poder político, el que no se quiere ceder, entregar o perder. La movida podría tener hasta un nombre, la “gran Cristina”. Un invento del ajedrez de la política, posible, sólo para evitar que el poder no se diluya, o bien se siga compartiendo. La idea abrirá un nuevo capítulo en la relación Manzur-Jaldo y entre las tropas, aunque si bien es una alternativa posible, también es para frenar ímpetus, calmar ansiedades y patear todo para más adelante. En aras de la gobernabilidad, esa es la excusa. En el peronismo, siempre caben las sorpresas.

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