Corresponsal en Tinder: sexo casual, del dicho al hecho hay un largo trecho

Corresponsal en Tinder: sexo casual, del dicho al hecho hay un largo trecho

En la app de citas, quizás el sexo no importe tanto como otras búsquedas personales, y es poco probable acabar en la cama al primer encuentro.

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Comieron, bebieron, rieron -junto a un montón de otros verbos- en el transcurso de las dos horas que lleva su primera cita face to face. Finalmente es tiempo de que el capítulo concluya y, en plena despedida, aparecen las miradas, la disimulada evaluación de los pros y de los contras. La pregunta es “y ahora, ¿qué hacemos?”.

Ya sea que hayamos creado nuestra cuenta en Tinder por pura curiosidad o que en serio creamos en su poder para localizar el amor y formar nuevos vínculos, es indudable que en algún momento todos los caminos conducirán a la Roma del sexo. Desde su origen, la app carga con un estigma difícil de erradicar: el del encuentro sexual fugaz. Cuestión que, a su vez, es debatida por una infinidad de gente que prosperó con relaciones duraderas y con saltos nupciales.

En el punto intermedio están las experiencias personales, por lo que la única máxima transmisible para acostarse con un match de Tinder es el consenso. De acá en adelante, solo podemos hacer una curiosa apreciación. Acorde con las reglas de etiqueta, el 65% de los usuarios (porcentaje dado por la plataforma en su blog de noticias) recién se enfrasca en las relaciones sexuales durante la segunda o la tercera salida.

Ante todo hay que tantear el terreno. Como si fuera una sopa de letras, Lautaro (de 26 años) deja entrever en sus diálogos tres frases claves. “Estoy soltero, sin ningún tipo de compromiso ni relaciones abiertas. Vivo solo en un monoambiente con pileta. Queda en Barrio Sur, a unas ocho cuadras de acá”, afirma el estudiante de historia y fan de Marvel. Este último dato lo confirma la remera de Spider-Man con la que aparece en el bar.

Decisiones y algoritmo
Al quitar las licencias poéticas, existen otros expedientes como Benjamín que evitan el margen de duda. “Lo que busco es sexo. Configuré mi perfil hace unos siete meses para eso y, hasta ahora, me va bastante bien. Sin histeriqueos o dramas”, comenta mientras toquetea el expansor de su oreja. “De ninguna de las partes”, aclara luego para limpiar su conciencia de los estereotipos de género patriarcales.

Sus charlas sobre viajes de mochilero por Europa, tatuajes y teorías conspirativas sobre las Torres Gemelas son divertidas, pero ya es demasiado tarde. La señal de alerta se activó: seamos hombre o mujer, es mejor evitar aquellas parejas que reproduzcan la lógica del mercado sexual-afectivo. Aquel en el que estas interacciones se contemplan solo como una transacción para llegar al acto carnal.

¿De verdad Benjamín tiene posibilidades de encontrar lo que desea al ingresar a Tinder? ¿Estar en esta red implica que tengamos -lisa y llanamente- más sexo? En su libro “El algoritmo del amor. Un viaje a las entrañas de Tinder” la periodista francesa Judith Duportail desmiente la idea. Al contrario, ella asegura que la concreción sexual es menos importante que la gratificación externa y la curita para la autoestima que genera el pensar que somos deseados.

Funcionará para algunos, o será lapidario. Lo importante es dejarle en claro al otro lo que esperamos de la reunión. Sin importar si la respuesta es despedirnos con un beso al pasar, o subirnos en el mismo taxi con destino a un departamento en la calle 9 de Julio.

Top 5 de biografías
1- Para que mentirte, solo me siento un ganador en las partidas de Mario Bros. El resto de los días soy miserable. Si querés tomamos una birra y te cuento mis mambos.
2- Cuando era pibe, las chicas se enojaban cuando les tiraba del pelo. Es gracioso como cambian las cosas…
3- Soy una mujer sensible y empática. Jamás voy a hablarte sobre mi ex novio ni preguntarte cuantas materias te faltan para recibirte.
4- Quiero revisarte la heladera en calzoncillos.
5- ¿Viste cuando te golpeas, de la nada, el dedo chico del pie contra un mueble? Bueno, así me siento yo por vos, bebé.

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