Textuales de Tomás Eloy Martínez

Textuales de Tomás Eloy Martínez

LA ENTREVISTA DE 1970. Juan Domingo Perón y el periodista y escritor tucumano, en Puerta de Hierro, Madrid. LA ENTREVISTA DE 1970. Juan Domingo Perón y el periodista y escritor tucumano, en Puerta de Hierro, Madrid.
26 Enero 2020

“... Lo vi sonreír otra vez. Se me enredaron las imágenes y el General, en ese instante, volvió a tener 50 años.

Todo se puede recuperar, me dijo. Oiga el griterío en la plaza.

Lo sentí. Oí cómo se agitaba la multitud, encendiendo a la ciudad como un torrente de lava. Sobre mi memoria llovieron las cenizas incandescentes.

En el jardín se hizo de noche. El General abrió los brazos y exclamó:

¡Compañeeros! Su voz era ronca y joven, la de antaño.

Yo le estreché las manos. Y me fui de allí, como quien se desangra.’’

(La novela de Perón)

“...¿Santa Evita iba a ser una novela? No lo sabía y tampoco me importaba. Se me escurrían las tramas, las fijezas de los puntos de vista, las leyes del espacios y de los tiempos. Los personajes conversaban con voz propia a veces y otras con voz ajena, sólo para explicarme que lo histórico no es siempre histórico, que la verdad nunca es como parece. Tardé meses y meses en amansar el caos. Algunos personajes se resistieron. Entraban en escena durante pocas páginas y luego se retiraban del libro para siempre: sucedía en el texto lo mismo que en la vida. Pero cuando se iban, Evita no era ya la misma: le había llovido el polen de los deseos y recuerdos ajenos. Transfigurada en mito, Evita era millones.’’

(Santa Evita)

“... El periodismo pone en escena datos de la realidad que la cuestionan pero no la niegan...Mientras la historia reordena la realidad y al mismo tiempo reflexiona sobre ella, el periodismo convierte en drama (o en comedia) las notas al pie de página de la historia...La ficción se mueve, en cambio, dentro de un territorio donde la realidad nunca es previsible: la realidad no está obligada a ser como hace un instante fue...Su única obligación es engendrar una verdad que tenga valor por sí misma, que sea sentida como verdadera por el lector...’’

(Prólogo de Ficciones verdaderas)

UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA, 2004. Carlos Fuentes, “Gabo”, Belisario Betancourt, José Saramago y Tomás Eloy. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA, 2004. Carlos Fuentes, “Gabo”, Belisario Betancourt, José Saramago y Tomás Eloy.

‘’...Si los lectores no encuentran todos los días, en los periódicos que leen, un artículo, un solo artículo, que los hipnotice tanto como para que lleguen tarde a sus trabajos o como para que se les queme el pan en la tostadora del desayuno, entonces no tendrán por qué echarle la culpa a la televisión  o a Internet de sus eventuales fracasos, sino a su propia falta de fe en la inteligencia de sus lectores...’’

(Conferencia pronunciada ante la Asamblea de la SIP, en Guadalajara, 1997).

“Como era previsible, la muerte me fue a buscar. Llevaba escritas unas ochenta páginas cuando la enfermedad me derribó. En el hospital vi las cosas de otra manera. Pensé en todo lo que desaparece sin que lo sepamos porque sólo conocemos lo que existe y nada sabemos de lo que no llega a existir; pensé en el no ser que yo habría sido si mis padres se hubieran acoplado para concebirme segundos antes o después; pensé en las bibliotecas de libros que jamás se escribieron (Borges quiso suplir esa ausencia en “La biblioteca de Babel”, pero sólo quedó la idea, allí no hay carne ni sangre, una idea grandiosa y sin vida); pensé en las sinfonías de Mozart que apagó su muerte prematura, en la melodía que John Lennon llevaba en la cabeza la noche de diciembre en que lo asesinaron. Si recuperáramos los libros no escritos y la música perdida, si nos entregáramos a la busca de lo que no existió y lo encontráramos, entonces habríamos vencido a la muerte. Mientras yacía esperando la muerte me dije que esa era quizá la manera de recuperar la vida. Descarté entonces la narración que ya había empezado y me puse a escribir esta novela, llena de lo que no existe. En el centro de mi magma estaba otra vez Emilia, ella me había tomado de la mano en el Toscana y me había guiado hacia las luces de su laberinto. Puede decirse que la encontré antes de buscarla. A ella la resucitó la esperanza de volver a ver a Simón, a mí me ha resucitado este libro.”  

(Purgatorio)

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