Nilda Gómez, primera parte: “La Señora” de las drogas

Nilda Gómez, primera parte: “La Señora” de las drogas

Nilda “La Cabezona” Gómez quedó a un paso de marcar un récord en la historia del narcotráfico de la provincia. Durante la primera semana de febrero comenzará a ser enjuiciada por liderar una organización que se dedicaba al tráfico, distribución y comercialización de cocaína en la provincia. Si la Justicia Federal la encuentra culpable, sumará su cuarta condena por diferentes delitos vinculados con las drogas. No existen precedentes en la provincia de que una persona haya sido penada tantas veces por haber cometido este tipo de delitos. “La Señora”, como también es conocida en ese duro ambiente, espera en la Cárcel de Mujeres ser declarada inocente o que se le aplique una pena leve para recuperar la libertad.

1- Los inicios

Gómez es oriunda de San Cayetano. Nació el 10 de diciembre de 1966 y creció en un hogar humilde, pero en el que no se atravesaron necesidades. Su padre, empleado de la administración pública, ejerció al menos dos trabajos simultáneamente para poder mantener la economía familiar. No se conocen las razones por las que la mujer decidió tomar el mal camino y mucho menos si se tiene en cuenta que sus hermanos se convirtieron en trabajadores, como cualquier otra persona. Uno de ellos, por ejemplo, tiene una intachable foja de servicios en la Dirección de Tránsito de la capital.

Tampoco se sabe cuándo se inició en la actividad. Sí que empezó desde muy abajo. A los puestos de ventas no se los conocía aún como “quioscos”; ella fue detenida y luego condenada por cometer ese delito. Entre la década del 90 y 2017 fue arrestada cinco veces. Pero con cada causa que se abrió en su contra, la mujer demostró que había ido evolucionando en el negocio ilícito: la descubrieron procesando, estirando y distribuyendo drogas. No le quedó ni un eslabón por tocar en la cadena del narcotráfico.

“Y muy inteligente no fue, porque, de lo contrario no hubiera sido atrapada tantas veces. En el narcotráfico el pícaro es el que no es descubierto en la actividad”, sostuvo Jorge Nacusse, ex jefe de la Dirección General de Drogas Peligrosas. “Sí se le debe reconocer una cosa: ella fue la que desarrolló un sistema que ahora usan la gran mayoría: alquilar casas o piezas para guardar o procesar drogas”, agregó.

2- Las cinco caídas

Enfrentó su primer problema legal en 1996, en Pocitos. Un gendarme la descubrió tratando de ingresar una importante cantidad de hojas de coca, producto que recién comenzaba a comercializar de manera masiva en la provincia. Ingresar ese producto no es un delito, sino una infracción. En este caso, no se sentó frente a un tribunal, pero sí permaneció varios días demorada en un destacamento de Gendarmería Nacional. Después de ser identificada y de pagar una multa regresó a Tucumán.

En 1997, Gómez fue detenida por comercializar drogas. En una casa de Hugo Daniel “El Rengo Ordóñez” Tévez, considerado como el padre del narcomenudeo tucumano, tenía un puesto de venta de sustancias. Allí cayó con José “Manzanita” Ríos, una de sus parejas. Por este caso recibió una condena leve.

En 2006 fue arrestada por segunda vez. Descubrieron que ella y Ríos alquilaban una habitación en Diego de Villarroel al 100 (Villa 9 de Julio) donde estiraban la cocaína que comercializaban. Por esta causa fue condenada a cinco años de prisión. Sin embargo, recibió el beneficio del arresto domiciliario, porque tenía una hija con problemas de salud.

En el hogar donde supuestamente debía cuidar a su pequeña hija, “La Cabezona” fue descubierta en 2009 vendiendo drogas; era una casa de Villa Urquiza. “¡Me plantaron la droga! ¡Eso no es mío!”, gritó una y otra vez cuando los efectivos de la Digedrop intentaban ponerle las esposas. Por su detención se inició una investigación paralela. Al otorgarle el arresto domiciliario, los jueces ordenaron una custodia permanente en la vivienda. Nadie explicó oficialmente por qué no se cumplió la orden. Pasaron los años y tampoco se conocieron los detalles de la investigación que se ordenó realizar para esclarecer qué había sucedido.

Nilda Gómez, primera parte: “La Señora” de las drogas LA PENÚLTIMA VEZ. Nilda

“La Cabezona” volvió a sentarse ante un tribunal que no creyó en su palabra y la terminó condenando a cumplir más de ocho años de prisión. Gómez solicitó que se le otorgara el arresto domiciliario, pero esta vez le dijeron que no con un sólido argumento. Trabajadores sociales y psicólogos del Poder Judicial determinaron que la presencia de la madre era totalmente perjudicial para la menor, por lo que fue enviada a la cárcel de mujeres en Banda del Río Salí para que cumpliera con su condena.

Personal de la Dirección General de Drogas Peligrosas le perdió el rastro luego de que recuperara la libertad por última vez. No así la División Drogas Tucumán de la Policía Federal y la Policía de Seguridad Aeroportuaria. La comenzaron a investigar y descubrieron que dirigía una organización que se dedicaba a distribuir drogas a diferentes “quioscos” de la provincia. La detuvieron y desarticularon toda su organización en junio de 2017. “La frenamos cuando estaba jugando en primera”, dijo un pesquisa. Por este caso comenzará a ser enjuiciada dentro de un mes.

3- Un carácter difícil

No son muchas las tucumanas que llegaron a ocupar un lugar clave en organizaciones dedicadas al tráfico de drogas. Sobran los dedos de una mano para contarlas. Margarita Toro, sospechada de dirigir una red de narcomenudeo en Villa 9 de Julio, es una de ellas. En un nivel mucho más alto, se la puede ubicar a Carla “La Jefa” Sánchez, la joven que logró a liderar una organización con base en Santiago del Estero y que tenía contactos a nivel nacional. “La Cabezona” fue arrestada por última vez cuando estaba por cumplir el mismo objetivo.

Los que la conocen le aseguraron a LA GACETA que era una mujer peligrosa y ambiciosa. Recordaron que a golpes de puño e insultos se terminaba imponiendo entre sus compañeras de encierro tanto en la Brigada Femenina y en la cárcel. “Había momentos que era indomable. Todas le teníamos miedo, creo que las guardias también. No era fácil la convivencia con ella”, dijo Helena Herrera, que estuvo con ella en la cárcel de Banda del Río Salí.

En Villa 9 de Julio recordaron que tenía otro sobrenombre: allí la llamaban “La Señora”. Lo hacían por temor y por respeto. “Ella venía seguido y caminaba con tacones altos y con muchas joyas por el sector del Puente Negro, un lugar donde son muy comunes los robos; es una zona donde está lleno de ‘piperos’ desesperados por dinero. Pero a ella no le tocaban ni un pelo porque sabía quién era”, destacó Juana de Medina, una vecina de la zona.

“Su mayor problema fue que la mató la ambición. Con la porquería que vendía y que mataba a los chicos del lugar, ella compraba vehículos muy costosos y tenía una vida llena de lujos. No supo parar o, por lo menos, no dejó de aparentar que tenía mucha plata. Así los ‘ratis’ se le vinieron encima”, destacó Juan Carlos, un vecino que prefirió no dar a conocer su apellido por temor a represalias.

INSEPARABLES. INSEPARABLES.

4- Relaciones peligrosas

La vida sentimental de Gómez está llena de dudas y misterios. Oficialmente se le conocen tres parejas. Con su primer marido, de apellido Ale (no tiene parentesco con los hermanos Rubén “La Chancha” y Ángel “El Mono” Ale) tuvo varios hijos, entre ellos Maximiliano “Maxi” Ale, que también fue detenido en junio de 2017.

“La Señora” hizo historia a fines de los 90, cuando se casó con “Manzanita” Ríos. El casamiento fue trascendental, porque dieron el sí cuando ambos estaban detenidos en diferentes unidades carcelarias. “Cuando pienso en todo el tiempo que perdí me da mucha tristeza”, dijo Gómez en una nota publicada por LA GACETA en 2009.

“Galo” fue su última pareja. Veinte años menor que ella, fue arrestado cuando intentaba escapar con “La Cabezona” el día que se desbarató la organización que manejaba. Él, nervioso, la esperaba en un auto. Ella bajó despeinada y descalza del edificio ubicado en Junín al 400. Nunca se imaginó que los efectivos de las fuerzas federales la estarían esperando en la puerta de su casa.

Dos mujeres fueron sus grandes amigas. Una de esas relaciones también se forjó detrás de las rejas. “La Cabezona” se transformó en una de las grandes confidentes de Margarita Toro cuando ambas compartían días de encierro. “La Jefa” había sido la pareja de “El Rengo Ordóñez” durante mucho tiempo.

Miryam “La Negra” Soria, en cambio, fue otra de sus “laderas” durante mucho tiempo. No sólo estaban unidas por el negocio, sino que era una de sus compañeras de escape. Juntas se retrataron en varios paseos que realizaron en Termas de Río Hondo.

“La Señora” también mantuvo una relación de amistad con Hugo Daniel “El Rengo” Ordóñez, uno de los grandes impulsores del narcomenudeo en la provincia. El vínculo nació porque él era la pareja de “La Jefa” Toro y muy amigo de “Manzanita” Ríos. Cuentan que ella lloró desconsoladamente cuando al narco lo asesinaron en La Costanera por una cuestión sentimental.

AMISTAD. AMISTAD.

5- Efectos colaterales

Gómez, según los investigadores, acumuló en los últimos años, una importante suma de dinero. Creció en el duro ambiente de las drogas, donde se ganó el respeto de propios y extraños. Pero en su ascendente carrera narco sufrió más golpes que alegrías. Sin contar los daños que provocó y con el que se ganó el desprecio de varios vecinos de la zona donde operaba.

“Ahí la tienen a la mina esa. Ella se cree muy importante porque hizo un montón de plata, pero en realidad, nunca fue feliz del todo. En vez de estar cuidando a los nietos, está encerrada en una cárcel con la esperanza de salir pronto. Ella está pagando una condena por todo el daño que hizo vendiendo esa porquería de droga”, aseguró Amanda García, vecina de San Cayetano.

“La Señora” tuvo problemas con sus hijos. Por las cuatro causas que acumuló en menos de 30 años, la Justicia Federal recomendó que no se aproximara a su pequeña hija por el daño psicológico que le podía causar. Actualmente, según confiaron sus allegados, estaría siendo cuidada por parientes directos.

Sus dos hijos mayores también sufrieron las consecuencias. “Maxi” siguió los caminos de la madre y terminó encerrado en un calabozo. “El Inglés” es otro de sus vástagos que también quedó preso. Pero en este caso, de las adicciones. Vecinos e investigadores confirmaron que el joven tuvo numerosos problemas por el consumo de cocaína.

Hay una historia que nunca salió a la luz y que está vinculada al tráfico de estupefacientes que realizaba Gómez. Los bolivianos Candelario Rojas y su mujer, Mónica Léniz, eran dos mulas que traían droga para que “La Cabezona” las estirara . Viajaban junto a sus dos pequeñas hijas para disimular, pero fueron detenidos en un procedimiento realizado en Mario Bravo al 900 en octubre de 2000.

Al no haber lugar de alojamiento para la mujer y las pequeñas, se decidió que permanecieran en la sede de la Digedrop. “Nos terminamos encariñando con las chiquitas. Los integrantes le llevaban yogures y frutas para que se alimentaran. Era una situación que nos partía el alma y varias veces, cuando se enfermaban, conseguíamos un médico para que las atendieran en el acto. Estuvieron en esas condiciones por lo menos un año, porque ningún pariente se quiso hacer cargo de ellas”, comentó el comisario Nacusse.

MOVIMIENTO. Cada allanamiento que se hacía en la casa de Gómez implicaba un importante movimiento. MOVIMIENTO. Cada allanamiento que se hacía en la casa de Gómez implicaba un importante movimiento.

La Justicia Federal decidió condenar a la pareja a cinco años de prisión por transportar droga. La mayor de las pequeñas, con el consentimiento de sus padres, fue trasladada a un hogar de tránsito y luego dada en adopción. La menor quedó un tiempo más al cuidado de la mujer en la cárcel, pero no se supo qué le deparó el destino. Esa es otra de las caras del monstruo llamado narcotráfico.

Próxima entrega: Un crecimiento impensado y una nueva vida para “La Cabezona”.

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