El activismo artístico quedó atrás y el arte habló del presente este año

El activismo artístico quedó atrás y el arte habló del presente este año

La Bienal Sur irrumpió con una exposición que se repartió entre el Museo Timoteo Navarro y el MUNT. Los premios. Gabriel Chaile, al exterior.

NICOLA COSTANTINO. La artista, de amplia trayectoria nacional e internacional, expuso por primera vez en esta provincia con fotografías intervenidas, videos, instalación y una película.  la gaceta / foto de inés quinteros orio NICOLA COSTANTINO. La artista, de amplia trayectoria nacional e internacional, expuso por primera vez en esta provincia con fotografías intervenidas, videos, instalación y una película. la gaceta / foto de inés quinteros orio LA GACETA / INÉS QUINTEROS ORIO

Nicola Costantino se tomó la sala central y un poco más del Museo Timoteo Navarro para mostrar un recorte de su prolífica producción artística, que puede leerse en clave de texto e intertexto, y no solo con su pasado y presente, sino también con el cine o personajes históricos como Eva Perón, nada menos. Fotografías intervenidas, objetos, videos e instalaciones utilizó para exhibir por primera vez en esta provincia, esa obra que la mayoría conocían a través de libros, artículos, críticas y los medios de comunicación. Fue uno de los puntos altos en Tucumán, al tiempo de hacer un balance.

Como cuando se enfrentó con su obra “Rapsodia inconclusa” en la Bienal de Venecia (2013) a la propia ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner; finalmente, debió brindar aclaraciones y explicaciones a la par del envío oficial de Argentina sobre la Evita personaje en una historia que rozó el escándalo. La Bienal Sur abrió de este modo su edición en Tucumán, y vale aclarar que Costantino presentó una instalación nueva sobre Evita.

En el Museo de la UNT, como parte de la Bienal Sur, Sebastián Tedesco y Bruno Mesz partieron de un texto de Adolfo Bioy Casares al que, por un procedimiento matemático, hallaron referencias olfativas Pero además: “El site-specific de Cecilia Ivanchevich marca y desmarca con sus líneas y caminos, direcciones posibles para relacionarse con otras obras y salas; la artista construye desde partituras que luego traslada al dibujo, de la música a la forma, a una acentuada geometría que rinde homenaje, a su modo, al arte concreto de los 50, aunque con levedad. Más que de evocación como se lee en algunos proyectos, debiera hablarse de asociación, a menos que se pretenda que se trata de una operación alejada de la razón, un recuerdo”. (diario Página 12, 28 de mayo de 2019).

Salones

En el segundo semestre del año, tanto en el Salón del MUNT como en el Salón de Arte Tucumán del Timoteo Navarro, los ganadores fueron artistas tucumanos: “Selva o naturaleza muerta’’, de Sandro Pereira (MUNT), y “Perspicere”, de Sofía Noble (en el Navarro).

Ambas son producciones contemporáneas porque se plantean en el presente y hablan de él; son instalaciones que reflexionan sobre la condición efímera del arte, de su desmaterialización. Qué más presentes pueden ser si fluyen, una para desaparecer, la otra para dejar restos.

Y ambas, igualmente, provocan reflexiones sobre amenazas reales en general, y en esta zona en particular.

¿Acaso no hay peligro de que la yunga se convierta en una naturaleza muerta, y mucha población quede afectada por el desmonte descontrolado en los cerros? ¿Es posible que no se vea cómo puede desaparecer, desvanecerse, una tierra que se cree firme y es inestable por naturaleza?

El nivel de experimentación pudo observarse en la obra de Cecilia Luján que reunió la física, la mecánica y la energía eléctrica en una propuesta en la que el arte se cruza con la ciencia. Y las telas y lonas pintadas de Lucrecia Lionti no pasaron inadvertidas.

EN MIAMI. Hans Ulrich Obrist visitó el gran horno de Gabriel Chaile.   EN MIAMI. Hans Ulrich Obrist visitó el gran horno de Gabriel Chaile.

Como se advirtió desde esta columna, pareció imponerse en el año un tono bajo, tono que se eleva cuando la obra interviene en el espacio público y adquiere un carácter político.

Las intervenciones públicas, los stencils y grafitis y lienzos y telas en las paredes y museos no golpearon en estos meses como el año pasado con los reclamos feministas que, tal vez, buscaron otros caminos para expresar. Y la “institución arte” ganó esos espacios.

Mientras la fotografía cambia de foco, el arte textil se posiciona como una tendencia, como una marca nacional, en la que se proponen distintos entramados, con piezas como las de Jessica Morillo, Alejandra Mizrahi y Cecilia Villafuerte. Tal vez sea porque el arte textil lleva el feminismo en su ADN, mucho antes que los movimientos y reivindicaciones actuales; o porque es una producción que linkea el arte con el diseño.

Claro que hubo exposiciones importantes que sostuvieron fuertes discursos: los dibujos de Ricardo Abella o las pinturas de Tito Quiroga, entre otros. Los más jóvenes, sin embargo, se movieron en algunos espacios under.

Propiedad

“La propiedad es un robo”, habían escrito en el MUNT el año pasado; ahora marcaron “La propiedad es imposible” en una de las grandes salas del porteño Centro Cultural Recoleta. Matías Gabriel Zelarayán, Roque Ramón Manzaras, Maximiliano Romero Almenar y Emanuel Díaz, integrantes de El Bondi Colectivo, se ganaron la participación en la Bienal de Arte Joven en ese espacio.

La presencia internacional de Gabriel Chaile fue un dato importante: el tucumano se incorporó en el mercado de arte con imágenes de culturas aborígenas y objetos de uso doméstico, las populares ollas de barrios como la Boca. No solo participó (y vendió) sus cacerolas en la feria de Art Basel (Suiza), sino también expuso en Berlín y en España. Y en Miami, en la muestra del Festival Faena, sus hornos atraparon a coleccionistas y curadores internacionales.

A modo de balance, y sin que sea un juicio de valor, el tono bajo mencionado pudo notarse, a pesar de las grandes exposiciones como las de Costantino o lo de Chaile. Pero no está dicho que sea una tendencia.

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