Topos Gigios a Macri
Topos Gigios a Macri

Implosionó. Le sucedió a Juntos por el Cambio después de los comicios. Centralmente se verificó el estallido en el Congreso, donde la coalición encabezada por Macri se fracturó en varios bloques; una muestra colateral de que el Presidente no lidera ni puede ser el conductor de la oposición a un peronismo que empezará a gobernar en cinco días. Si como jefe de Estado y desde el poder residual que le da esa posición de privilegio -y pese a la debilidad que trae aparejada la derrota y a que le quedan pocos días para terminar su mandato-, no pudo ni siquiera mantener a la tropa cercada, cómo se puede entender que vaya a ser un líder de la talla de un Balbín, de un Alfonsín, o de la misma Cristina. Con relatos, spots y “coucheos” no se arma un conductor. Muchos se rebelaron por intereses sectoriales y particulares en vista a lo que se viene, incluso antes de que se vaya; no tanto porque ya no ejercerá el poder sino porque no interpretan que tenga pasta ni intenciones serias de ponerse al frente de la oposición. Creen que ese traje le queda muy grande. Lo que lleva a deducir que poco o escaso margen tendrá para convertirse en quien lidere y unifique a la fragmentada oposición en el futuro. Si lo intenta, más allá de las expresiones de voluntad -por ahora son sólo eso-, hay que ver qué ganas le pone realmente. Hay varios que pueden acceder a ese lugar, que tienen aspiraciones de sucesión y un territorio que gobernar y hacer pie, como Rodríguez Larreta, o como los radicales que pueden reagruparse como expresión partidaria para no seguir siendo furgón del cola del PRO, cuyos referentes, los “pensantes”, los llevaron a otro fracaso de gestión como socios menores.

Macri impuso a Ritondo como jefe del Bloque de Juntos por el Cambio en la Cámara de Diputados y en vez de consolidar a la coalición y de mostrar rasgos de liderazgo indiscutido, lo que hizo fue favorecer la diáspora y el reagrupamiento político de los congresistas. Síntoma de que todos se le animan al que perdió poder, y a quien no le creen que vaya a construir una fuerza opositora aglutinado bajo su persona.

Hasta en Boca, el máximo ídolo “xeneize”, Riquelme, se le enfrenta. Como él, muchos le hacen el Topo Gigio, aquel famoso gesto del jugador parándose frente al palco de Macri para que escuche el clamor de la hinchada. “Yo los escuché”, aseguró el jefe de Estado después de las primarias abiertas, cuyo resultado sorprendió por la contundencia de la diferencia y del mensaje de las urnas hacia su gobierno. Los escuchó tarde, o no tuvo la sensibilidad y el olfato político para entender por dónde iba el padecimiento y las necesidades de la ciudadanía para hacer correcciones en la gestión.

En el Congreso, muchos le hacen el mismo gesto, poniéndose las manos detrás de las orejas, para ser escuchados, pero más que nada para decir que son diferentes y que tienen metas y ambiciones individuales, sectoriales y partidarias distintas. En cierto sentido, de manera anticipada, se está advirtiendo un “Macri ya fue” entre los que se fugan, no en los dichos sino más que nada en los gestos. Lo que lleva a adelantarse en el tiempo y analizar si es que Rodríguez Larreta, el único del trípode del PRO que festejó -Macri y Vidal perdieron-, aspira a la presidencia de la Nación, ¿le permitirá el regreso de Macri a partir de ofrecerle una diputación nacional en 2021 por la Capital Federal? Alentar ese regreso obstaculizaría sus propias ambiciones políticas. Apostará a que el Presidente no regrese para no verse en la obligación de tomar una decisión drástica, pese a que una gran parte del 40% que lo votó ya sueña con que vuelva porque, principalmente, hoy no ve un sucesor claro. Con el tiempo puede aparecer ese dirigente que pueda seducir a toda la oposición en una coalición electoral. Hay nombres en danza; de hecho los reagrupamientos y la división de Juntos por el Cambio en la Cámara Baja están diciendo algo en esa línea. Algunos vienen consolidándose en la escena nacional: Lousteau, Cornejo, Monzó, Vidal.

Por lo mismo, también en la versión local de Juntos por el Cambio se verificó esta fractura. De los cuatro diputados, dos seguirán en el bloque macrista: los radicales Cano y Lidia Ascárate; otro, Domingo Amaya, se iría al grupo que lideran Monzó y Frigerio. Beatriz Ávila, la esposa del intendente Germán Alfaro, se sumó al interbloque Unidad Federal para el Desarrollo, cuyo número podrá facilitarle la obtención del quórum al peronismo en la Cámara Baja. La diputada se mueve con nuevos objetivos, por más que Macri patalee.

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