Amigos son los amigos

Incertidumbre. Por el país en crisis que se viene, por la oposición fragmentada que se viene y por la gestión nacional que se viene. ¿Quién conducirá allí realmente? La respuesta desvela y preocupa a un sector del peronismo, especialmente al que no simpatiza y que mira de reojo a los “K” -y con los cuales estos tampoco tienen buen feeling-, y que tiene que convivir en la coalición de poder triunfante a pesar de las diferencias internas. Y que, además, observa con cierta desconfianza como se expanden los tentáculos de Cristina, acotando el alcance de las decisiones de su elegido para la presidencia: Alberto Fernández.

Si bien todo se develará cuando el ex jefe de Gabinete de Kirchner esté en ejercicio de la presidencia, la preocupación asoma entre los compañeros con responsabilidades ejecutivas. A los que han apostado a que el albertismo se convierta en una expresión de poder interno que contrapese a la ex jefa de Estado no sólo los invade la incertidumbre, sino el temor por los movimientos y la presión que comenzó a ejercer Cristina y que se manifiestan en algunos gestos y dichos del sucesor de Macri en la Casa Rosada. Inquieta que la eventual cristinización de Alberto deje en saco roto los compromisos asumidos en la etapa electoral por influencia y ascendencia de la ex senadora.

Para ser más claros, que Cristina les suba o les baje el pulgar a las gestiones provinciales o municipales en materia de obras públicas, por simpatía o antipatía con los funcionarios de turno por viejas rencillas personales. ¿Venganza? Lo que lleva a pensar si efectivamente la visita del viernes de Manzur y de Jaldo a Alberto no fue en esa línea, motivada por el resquemor a que la vicepresidenta electa tenga vivo en el recuerdo algunos desplantes verbales. Sin embargo, el gobernador y el vice sostienen que existe un gran compromiso de parte de Alberto con Tucumán, hecho que habría dejado en claro en la reunión; postura que les llevó tranquilidad a sus espíritus. Es un amigo.

En esa línea, el gobernador confía en que Alberto le dé una mano para aliviar la situación provincial con ayudas materiales en 2020, porque la realidad económica pasó a ser crítica. El crédito de $ 3.000 millones se esfumará antes de fin de año por los compromisos salariales. Además, el Estado provincial comenzó a pagar a los proveedores con cheques diferidos a 30 y a 60 días, instrumento que cuando se usa por una vez puede pasar inadvertido como prueba de inconvenientes en las cuentas; pero cuando se vuelve repetitivo como mecanismo de pago desnuda complicaciones en las arcas estatales. Las dificultades existen.

En ese marco, por puro pragmatismo, a Manzur le debe preocupar más que el presidente electo beneficie a Tucumán con dinero para obras antes de que lo favorezca con la incorporación de tucumanos al gabinete nacional. Las obras públicas son más importantes que nos nombres, se oyó decir en los pasillos del palacio gubernamental. Que Cristina vete a los que quiera, pero que Alberto apruebe el proyecto con un plan de trabajos públicos; esa parece que sería la pretensión seria. Y tal vez el motivo del encuentro con Alberto.

Es que Manzur le hizo llegar al presidente electo, después del 27 de octubre, una carpeta con ocho nombres de tucumanos, potencialmente aptos y con credenciales para que se integren a la plantilla de colaboradores del Gobierno nacional. Entre ellos Gabriel Yedlin -quien querría llevar consigo, si finalmente lo incorporan al gabinete, a un funcionario importante del gabinete manzurista-, Juan Luis Fernández, Sisto Terán, Marcelo Caponio, Jorge Neme, Pablo Yedlin, Valeria Zapesochny y José Hugo Saab.

Pero así como el gobernador hizo saber sus pretensiones, también muchos de sus pares fueron por lo mismo, cada gobernador apareció con su “listita” de postulantes bajo el brazo; nadie se queda de brazos cruzados cuando el Estado nacional abre sus oficinas a una nueva gestión. Sin embargo, no hay tantos casilleros para satisfacer todas las demandas -algunos dicen que sobran los lugares, y por eso insisten-; por lo que lo normal sería que algunos apellidos caigan de las planillas y que sobrevivan sólo unos cuantos.

En cinco días más tal vez de devele el misterio. Si no se elige a ninguno de los ofrecidos por el gobernador para ir a Buenos Aires sería llamativo, y hasta sospechoso. Alberto no podría darle completamente la espalda a quien más hizo políticamente desde la liga de gobernadores por su candidatura presidencial. Sos un baluarte; le supo decir alguna vez a Manzur en La Rioja. ¿Habría caprichos o tachas de alguna mano negra en el camino? En este tiempo en el que todos piden, hasta Cristina lo hace por los suyos, pero también influye y tapona algunos nombres para el futuro gabinete de su presidente. Su presión afecta al resto.

De cualquier forma, en el Gobierno provincial confían en que la influencia de Alberto ante Cristina y en que las conversaciones mantenidas por Manzur con Máximo Kirchner, con Wado de Pedro o con el “cuervo” Larroque hayan abierto una puertita para facilitar, no una foto con ella por el momento, pero sí la consideración de Cristina por el aporte que hizo el mandatario a su elección. Ella sabe el rol que jugó Juan en los comicios, deslizó alguien del riñón del manzurismo, entendiendo que se sabrá valorar cómo se jugó el titular del PE por la fórmula del Frente de Todos. No nos aman, pero tampoco nos odian; graficó un funcionario. Se necesitan.

En fin, si no se aceptan nombres, por lo menos que haya obras para calmar las urgencias y las necesidades de gestión. Es el ruego. El gobernador y su vice no se cansan de repetir que Alberto lleva en el corazón a Tucumán, por lo que entienden que no los dejará desamparados, pese a la crisis económica y social que tiene que enfrentar el futuro presidente por delante.

En esta reciente visita a Alberto, Manzur sumó a la reunión sorpresivamente a Jaldo. El propio mandatario sostiene que fue para mostrar que la dupla constituye un verdadero equipo político y que actúan coordinadamente; lo que no impide suponer si no estará pensando en un rol especial a futuro para el vicegobernador en cuanto a la relación entre Provincia y Nación, o bien entre Manzur y Cristina. La charla fue larga, sólo ellos saben qué se conversó, y dejó una foto de los tres abrazados.

¿Sólo una postal de familia o un mensaje político? Revela que hay comunidad de intereses políticos e institucionales, que se apoyan mutuamente de cara a los tiempos que se vienen. Y así como Manzur reitera que con Jaldo constituyen una buena sociedad, la imagen remarca que esa buena sintonía debe ser entendida también en el plano local, por si a algún “loquito” se le ocurre meter una cuña entre ambos. Por lo menos, por ahora no cabría.

Complicado y condenado

Incertidumbre y preocupación también tiene Alperovich, a causa de la decisión de la fiscala Reuter de solicitar al juez Facundo Maggio que inicie una investigación jurisdiccional en su contra por la denuncia de abuso sexual por parte de su sobrina. Si bien resta bastante para que haya una sentencia, y que mucho puede suceder en el medio, el ex gobernador debe soportar la condena social que inmediatamente se expande con este tipo de delitos, la misma que le impidió subirse a un avión para trasladarse a Tucumán por temor a lo que pueda sucederle en público.

Esta complicada situación tiene miradas desde lo judicial, pero también desde lo político. Desde el plano judicial cabe mencionar que hay sentencias de la Justicia Federal sobre este tipo de delitos que abren camino en cuanto a antecedentes, donde lo más importante es el testimonio de la víctima. Abogados consultados, especialistas en este tipo de denuncias, refieren que en casos de delitos de violencia de género, aún cuando la víctima no ratifique la denuncia o haciéndolo luego desista, persiste la obligación del Ministerio Público de investigar.

Y añaden aspectos contemplados en la legislación al sostener que es así porque por pese a tratarse de delitos de instancia privada, como el caso de abuso, esta trasciende el interés privado y constituye un interés público y social puesto que la violencia de género es una problemática de interés social. Por lo que, concluyen, debe actuarse con rapidez y especial diligencia.

Desde el plano institucional, el Senado le aprobó el pedido de licencia a Alperovich, con lo que eludió los flashes; desde lo político, alguna dirigencia vinculada al senador prefiere el silencio mientras que el resto oscila entre la respuesta formal de que la Justicia tiene que investigar y los más duros que exigen renuncia, desafuero y condena para el ex gobernador.

Por allí, algunos letrados, proporcionan datos llamativos a esta situación, como el hecho de mencionar que el juez Maggio es amigo de Mariano Cúneo Libarona, el abogado defensor de Alperovich. Más aún, deslizan que podrían haber actuado juntos en algunos procesos judiciales.

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