"Fractura": de lo peor que puede pasarle a un thriller psicológico, no tiene sorpresas

"Fractura": de lo peor que puede pasarle a un thriller psicológico, no tiene sorpresas

Fractura: de lo peor que puede pasarle a un thriller psicológico, no tiene sorpresas

Regular. Película por Netflix.

Un par de décadas atrás, el estreno de “Fractura” habría resultado impactante. De hecho, “El maquinista”, dirigida también por Brad Anderson, logró perturbarnos y sorprendernos lo suficiente para que 15 años después sigamos recordándola. Pero en 2019, con espectadores que han recorrido los vericuetos narrativos de cientos de thrillers psicológicos similares, la película de Netflix parece condenada a pasar sin pena ni gloria.

Ray Monroe (Sam Worthington, estrella de “Avatar”) viaja con su mujer Joanne (Lily Rabe) y con su hija Peri (Lucy Capri) después de visitar a la familia en el día de Acción de Gracias. Tras detenerse en una estación de servicio, la chica sufre un accidente que los obliga a llevarla de urgencia al hospital. Cuando la trasladan para practicarle una tomografía, Ray, completamente exhausto, se queda dormido en la sala de espera. Al despertar descubre que su esposa y su hija han desaparecido y que no hay registros sobre su ingreso. Desde allí emprende la búsqueda desesperada de su familia ante la mirada incrédula (o sospechosa) del personal.

Desde el comienzo, el tono de la película se dibuja asfixiante y distorsionado desde el punto de vista del protagonista: la discusión con su esposa en el auto, la burocracia del hospital, el nerviosismo de Ray, que lucha internamente con la necesidad del alcohol; todos hechos de la vida cotidiana llevados a un clima siniestro. Se destacan los primeros planos deformados, el desenfoque, ojos de pez y una música que incomoda y anticipa la tragedia. Sin embargo, la evolución del guión de Alan B. McElroy se desarrolla sin sorpresas, reutilizando mecanismos viejos y obvios. La atmósfera de irrealidad, muy bien lograda desde la dirección y la interpretación, se desmorona en una trama repetitiva. Por momentos Ray luce paranoico y por momentos parece a punto de desenmascarar una gran conspiración. El truco, sin embargo, incluso para un espectador no tan despierto, se revela en la segunda escena.

“Fractura” no sorprende pero tampoco aburre. La atención se enfoca en la angustia del protagonista, que alguna curiosidad despierta para llevarnos hasta el final. Si de pasar el rato se trata tal vez valga la pena darle play a la propuesta de Netflix, aunque seguramente termine opacada en el mosaico de contenidos.

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