Murales de interior, para contar historias dentro de casa

Murales de interior, para contar historias dentro de casa

Son cada vez más frecuentes estas obras de grandes dimensiones que entran en el hogar. Técnicas y sentimientos.

RETRATOS. Agustina Vita con el mural que pintó su hermano, en su nuevo centro cultural. RETRATOS. Agustina Vita con el mural que pintó su hermano, en su nuevo centro cultural. FOTO DE FRANCO VERA.

Con un mural ese espacio ya no será “parecido a”. No recordará a otro lugar. Porque ahora es auténtico, genuino, único. Al mirarlo, quizás con una luz diferente, se pueden encontrar nuevos detalles que cuentan algo. Nunca es igual, como si mutara, porque de acuerdo con quien lo mire tendrá algo diferente por decir. ¿Será por ello que cada vez aparecen nuevos trabajos en los interiores de casas, locales comerciales y hasta hospitales? Es arte, descontracturado, separado de una usual compañía, como lo son los museos o simplemente un marco. Es tendencia en Tucumán; y ahora puertas adentro.

Hoy las paredes de un espacio cultural cuentan un deseo que poco a poco comienza a cumplirse. Entre líneas, se ven figuras de personas volando (“esa libertad de hacer lo que te apasiona”), tocando la guitarra o un teclado, tomando un mate, bailando y hasta abrazándose. Los hermanos Agustina Vita, cantante, y Luciano Vita, arquitecto y artista, querían mostrar lo que iban a enseñar, lo que quieren lograr.

“Por ejemplo, hay un espacio en el que el mural se convirtió en un decreto de lo que allí se va a vivir: cantar, escuchar, bailar o simplemente charlar. Otro mural, con mucha gente compartiendo el mismo lugar, siendo felices, disfrutando en el espacio cultural. Buscamos inclusión, que se instale el sentido de pertenencia, sin género, sin ideología. Con gente que ama la música y el arte en todas su formas”, cuenta a LA GACETA Agustina.

Para crearlos, Luciano utilizó la técnica “a la línea, seguido a la trama”, a mano alzada, con pocos bocetos. Fue pensarlo entre ambos, y luego se lanzó al trazo de lo que le regalaba la cabeza y la mano. Y hacerlos con esa técnica, tiene varias ventajas, según los hermanos Vita: se usan menos materiales (por ejemplo, un fibrón posca y detalles en colores) y se completa en -depende el tamaño- una mañana. “La figura aparece porque la persona que observa la identifica como figura. En realidad son líneas, con poca pintura. Agustina quería un mural un poco más minimalista en ese sentido”, explica el artista.

¿Qué transmiten los murales en su espacio? Coinciden en que les genera sensaciones placenteras, que cuando cruzan esas puertas e ingresan y ven el mural saben que van a pasarla bien. Es que para ellos, el arte es una vía de emociones para transmitir lo que sienten. Ahí se respira placer, en un espacio que antes estaba inhabitado. “Milito mucho el consumo de la obra de arte. Forma parte de mi trabajo, que no solamente es dibujar, sino además es tratar que la gente entienda que la obra de arte debería ser considerada como una necesidad. No se consume mucho, a pesar de que en Tucumán hay un foco de producción grandísimo. Entonces, con mis intervenciones en murales de interior, puedo hacer esa militancia un poco más activa. No solamente me van a comprar un cuadro, sino que la gente puede vivir ese episodio creativo: voy a dibujar, tienen la posibilidad de ver y de consumir de otra manera lo que hago”, opina.

Street art

Los encargos que le hacen a Ignacio Stesina, diseñador de Interiores y Equipamiento, los acepta siempre que se encuadren con algo que pintaría en la calle, que es donde prefiere pintar o donde usualmente pinta. Así es que, si vas caminando por el microcentro, seguro te vas a encontrar con algunas de sus obras, que a veces las logra con varias manos más: ha pintado murales en la calle con Sebastián Vaca o con Vero Corrales, por dar algunos ejemplos.

A PUNTO. Ludmila Ríos Guillén, con los últimos toques en su mural. A PUNTO. Ludmila Ríos Guillén, con los últimos toques en su mural.

Pero sus trabajos son amplios: ha intervenido comercios, casas, clubes, museos, centros culturales, hospitales, centros de rehabilitación, restaurantes, una librería, cervecerías; y sobre los soportes más diversos. Para trabajar, usa látex de interior, pintura en aerosol mate, con técnica húmeda; en formato grande, como le gusta, formando letras, plantas, elementos vegetales y geometrías. Su lenguaje visual es muy del street art, el graffiti, el tatuaje y el cómic.

“La finalidad y el aporte de una pieza de muralismo es diversa, subjetiva y amplia. Puede tener fines estéticos, decorativos, políticos, comerciales, diversas lecturas tanto en el plano semántico como simbólico”, añade “Nacho”, que además de hacer muralismo, diseña y fabrica mobiliario.

Jugar a ser botánica

Animales autóctonos, los que están en peligro de extinción o los que ya no están en nuestro territorio, son algunos de los motivos que aparecen en los murales de Ludmila Ríos Guillén. Hay jaguares, pumas, entre una vegetación frondosa, en colores saturados. Además, le gusta jugar a ser botánica, creando nuevas y exóticas formas. Así, ella y quienes después disfrutarán de su obra, podrán estar en “contacto” con la naturaleza.

LISTO. LISTO.

“Me interesa, dentro de la producción de murales de interior, apropiarme del espacio no habitual para una obra de arte. Allí, la obra interpela. El diálogo y los vínculos se van enriqueciendo cuando se va construyendo esa cotidianidad. Seguramente tu mural no todos los días te contará las mismas cosas o aparecerá lo mismo. En lo cotidiano, en la medida en que uno empieza a relacionarse con ese contexto, empieza a salirse de lo habitual. Me parece interesante eso de que cada uno tiene un manera diferente de interpretar lo visual. La obra se va enriqueciendo con cada una de esas vivencias”, describe la artista, que menciona a otros colegas como grandes representantes de esta movida en nuestra provincia: Ailén Ovejero y Leandro Fernández, alias “coche”, entre muchos otros, con los que ha compartido trabajo puertas adentro o en las calles tucumanas.

En una de sus últimas intervenciones, Ludmila pintó un mural en una cervecería: le pidieron que realice el logo, pero ella hizo una contrapropuesta para llenar el espacio de vegetación, flores ficcionales y lúpulos, claro. Ese es un desafío para cualquier artista -añade-, el de encontrar un punto de equilibrio con lo que les piden y con lo que le gusta hacer.

“Ponemos mucho amor -finalizó- y buenas energías que emanan de los ambientes. Por eso buscan más esos contenidos y no reproducciones de obras de arte enmarcadas. Hay una cuota de originalidad, con impronta y energía de los artistas. En Tucumán se está moviendo de a poco, y eso que tenemos muralistas zarpados. Creo que tanto los interiores como los exteriores deberían tener paredes enteras pintadas por estos artistas. Ojalá llegue ese momento, con los enormes moles de edificios intervenidos. Un sueño”.

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