Por Guillermo Monti
06 Octubre 2019
Serie / por HBO
Buena
El lujo de la familia Gemstone es pura vulgaridad y ellos lo saben. Y lo disfrutan. Esa montaña de dinero en la que nadan el patriarca Eli y sus hijos proviene del fervor religioso que caracteriza al Medio Oeste estadounidense, tierra de un cristianismo evangélico tan enraizado como la música country y la miel de sirope. Eso son los Gemstones: un clan de pastores que hace de la religión un show para las masas y en exclusivo beneficio propio.
Danny McBride produce y protagoniza una sátira que lleva su sello. Así como en la recordada “Eastbound & Down” desacralizaba una institución norteamericana como el béisbol, aquí McBride desnuda las miserias de una familia que es pura fachada. Detrás del brillo y de las invocaciones religiosas subyacen las traiciones, el despilfarro, la hipocresía y adicciones de toda naturaleza.
John Goodman está perfecto como Eli, líder de un culto al que maneja con sonrisas y mano de hierro. Sus hijos son un verdadero desastre. Hay capítulos menos inspirados, típico en la producción de McBride, pero el interés no decae.
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