Leda y Mercedes, en algún rincón de Villa Libertad

Leda y Mercedes, en algún rincón de Villa Libertad

- Diez años ya, Mercedes.

- Pasaron volando. ¿Y vos?

- Un poquito menos. Siete. ¿Se acordarán de nosotras?

- Quiero creer que sí. Por las dudas cantate una copla. Por ahí alguien escucha y quién te dice...

- Gracias a Dios que ya tengo / la libertad en mi pecho / ya no tengo quien me diga / ande has ido, qué te has hecho.

- Ese viejo asunto de la libertad... Nos pasamos la vida hablando de eso, ¿no?

- Mercedes, con la mano en el corazón, ¿qué es Tucumán para vos?

- La infancia, Leda. Acordate que nací un patriótico 9 de julio de 1935. Cosa de locos. A las seis de la mañana empezaban los cañonazos y mamá nos despertaba con chocolate, el único lujo que podíamos darnos. Recuerdo con mucho cariño el sacrificio que era para mi padre comprar el kilo de masas con que celebrábamos a la noche. Pensar que con el tiempo llegué a festejar el 9 de julio en Polonia.

- Yo me recuerdo en la infancia como oído y mirada sedientos... Veo pasar imponentes comparsas carnavalescas que venían de los ingenios. Grupos enormes llenaban la cuadra cantando las vidalas con cajas y silbatos. Los caciques y los diablos desplegaban saltos y disfraces cubiertos de espejitos. Transportada como ellos me sumaba a la comparsa.

- Pero vos al principio eras de Stravinski y del jazz.

- Hasta los 21 años, Mercedes, ahí descubrí al gran amor de mi vida: la baguala. Estaba en Cafayate, durmiendo. Era una noche de carnaval. Me desvelaron tres mujeres que se detuvieron frente a mi balcón. Nunca había oído hablar de baguala y entonces me parecía que tenía que ser algo muy misterioso, muy poderoso. Después de escucharlas me prometí recuperar semejante regalo de la tierra.

- Te enamoraste para siempre.

- Es que yo me sentía en falta como tucumana, nadie me había hablado de eso antes y la casualidad tampoco me había ayudado hasta ese veraneo en Cafayate.

- Te pasó como a mí, porque de movida yo iba a contramano de lo tradicional, con esas canciones imaginadas por el poeta Armando Tejada Gómez que sorprendían al público acostumbrado a la rutina.

- En Tucumán se hacía folklore con guitarra y canto, pero sin ningún carácter indígena, sin el color ni el dramatismo ancestral que tienen estas músicas. Cuando volví a mi pago dije: ¿dónde estamos viviendo, que no nos informamos? Esta música impresionante existe en Tucumán y nadie le lleva el apunte.

- Cuanto tiempo, Leda, cuanto tiempo. ¿Te diste cuenta? No tenemos una foto juntas. Busqué y busqué, y nada.

- Tenés razón. Pero capaz que alguna aparece. Fueron tantos años... Es que anduvimos por rumbos diferentes. Sintiendo y pensando lo mismo, de eso estoy segura, pero sin la cosa tan importante del contacto físico.

- Vos sos del 19. En diciembre festejás el centenario. Me imagino a Tucumán vestido de fiesta y a pura copla...

- Tucumán... Cuando era joven viajé lo más que pude, pero me gustaría volver a los mismos lugares para encontrar a las nuevas generaciones.

- ¿Volver? Si nunca nos fuimos, Leda. Ni de Tucumán ni de cualquier otro lado. Y las nuevas generaciones son las que pueden celebrarnos con más ganas, porque nos conocen con el corazón, que es el más genuino de los sentidos.

- Siempre hemos tratado de darle a la gente joven los misterios de lo que se viene cuidando, perpetuando, para que esos misterios no desaparezcan. Han quedado discos, pero todo lo que es moda siempre tiene un apoyo que no tiene la cosa antigua, lo que es tradición, que parecería que está abolida o superada.

- ¿Qué es eso de los misterios?

- Las maneras de manejar la voz, Mercedes, de darle acceso a que tenga su quejido, su llanto, su herida. Porque el canto con caja tiene mucha herida y, si vos le tapás todas las heridas y lo sacás con ruleros, entonces ¿qué queda de todo eso?

- Queda el silencio. Y nosotras no somos hijas del silencio. El silencio está asociado con el miedo y no se puede cantar con miedo. Yo no tuve miedo ni cuando me amenazó la Triple A. Si la mala va a venir no importa, pero no se puede tener miedo al cantar. Vos vivís el momento más glorioso de tu vida cuando cantás; para un artista no hay instante más elevado, más sublime. Si te matan, ya sabrá el matador el castigo que tendrá, porque un artista sobre el escenario está totalmente indefenso.

- Pienso en tantas tucumanas. Mujeres fuertes, valientes, talentosas. El año pasado llegó Elvira Orphée. Tenés que leerla, Mercedes.

- ¡Somos tantas! No sabés lo que son las charlas de Catalina Jiménez con Otilde Toro. Se sacan chispas.

- Bueno, qué quéres... Una dirigía la Normal, otra la Sarmiento. Bravas, ¿eh?

- Hay para todos los gustos. Manuela Pedraza sigue buscando ingleses para darles leña...

- ¿Y con Lola Mora te encontrás?

- Es una figurita difícil, se la pasa trabajando. Ya la vamos a acercar al fogón.

- Y te lo traigo al Chivo de paso.

- ¡Qué deleite esas creaciones de tu hermano, Leda! Bueno, le grabé algunos temas.

- ¿Qué extrañás Mercedes?

- Más que extrañamientos tengo preocupaciones. Preocupación por nuestro pueblo. La cultura es lo único que puede salvar un pueblo, lo único, porque la cultura permite ver la miseria y combatirla. La cultura permite distinguir lo que hay que cambiar y lo que se debe dejar, como la bondad de la gente, el compartir una empanada, un vino...

- Es una cuestión de sensibilidad. Ni más ni menos que eso.

- Es un enorme error pensar que el gran cambio tiene que venir desde los partidos políticos. No, tiene que venir desde cada uno. Los seres humanos tenemos que aprender a respetarnos a nosotros mismos y después respetar a los demás. No sé quién dijo que primero tenemos que aprender a tolerar, pero que mejor que eso es aprender a respetar al otro.

- Creo que algo dejamos, ¿no? Inspiración, sobre todo. Desde chica he tenido una sola manía: oír la vida, amarla o temerle a partir de su sonido. Si todos escucharan la vida podrían mirar el mundo de otra manera. Escuchar es un arte y no hay escucha sin respeto.

- Y otra cosa: lo peor que le puede pasar a uno es no creer en nada. Quien no cree en nada se vuelve extranjero de la vida.

- Entonces cantemos algo, Mercedes. Esa de Charly, “Inconsciente colectivo”. Sigamos creyendo en la libertad. Que suene como un contagio.

- Y sí. Es necesario cantar de nuevo, una vez más.

Las opiniones y definiciones son originales de Mercedes Sosa y Leda Vadallares y fueron extraídas de numerosas entrevistas.

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