El piloto no siente las turbulencias

El piloto no siente las turbulencias

En las altas esferas del poder consideran que el uso que se le da al avión de la provincia es una nimiedad al lado de las grandes gestiones que viene efectuando Manzur.

Uno de los objetivos de la provincia de Tucumán es que los dirigentes justicialistas Fernando Espinosa y Verónica Magario puedan viajar cómodos y tranquilos a algún acto político. La población tucumana, que nunca sabe bien para qué ni por qué se postulan los candidatos, esta semana pudo saber que se ha cumplido con los objetivos. Los principales actores de la política suelen ser prudentes en desnudar sus jugadas para evitar críticas, sin embargo, esta vez el gobernador de la provincia Juan Manzur fue clarísimo. Con la certeza de quien tiene muy clara las consignas del poder les explicó a todos los ciudadanos que los aviones de la provincia sirven para cumplir con los objetivos de la provincia. Por lo tanto, el mandatario provincial ha precisado de forma indiscutible que el traslado de los bonaerenses Magario y Espinosa es un objetivo de los tucumanos.

No es materia de discusión. Es una certeza del titular del Poder Ejecutivo. Manzur lo precisó cuando una periodista de radio Universidad le consultó sobre las críticas que había recibido por el uso del avión oficial para transportar a dos dirigentes peronistas. Fue la única periodista que lo consultó sobre este sorprendente y excesivo acto de gobierno. Pero, el gobernador, impertérrito, minimizó las críticas y dijo simplemente: “la gente siempre habla…” Así subestimó las críticas y a la prensa. Pero fue más lejos aún. Manzur explicó que los aviones “son herramientas de trabajo que uno utiliza en el marco de las prioridades que hay en materia del accionar del gobierno de la provincia”. Otra vez, con claridad indiscutible el gobernador ha explicado que una de las prioridades que tiene Tucumán es trasladar en avión a Magario y a Espinosa.

Al enfrentarse a la pregunta, el hombre con más poder de la provincia respondió además que los aviones son herramientas de trabajo. Una obviedad. Nadie podría dudar que el uso de un avión por parte de un gobernador es muy importante. Y, además, es vital con las exigencias que tienen en los tiempos políticos de la actualidad. Lo sorprendente es que ante esas necesidades u obligaciones terminen usándolo de taxi para invitados de un acto político. Pero se aclara cuando el propio Manzur precisa que es prioridad y objetivo de Tucumán acarrear a Magario y a Espinosa.

La postura del gobernador es contradictoria con la de todo su séquito. Mientras él dice que usar el avión sanitario de taxi peronista es una prioridad y un objetivo de la provincia, los “sijuancistas” consideran -y así lo dicen y critican a los medios- que hay cosas mucho más importantes para la provincia que este viaje en avión. El más encubrado de los respaldos para Manzur fue el de su compañero de fórmula, Osvaldo Jaldo. Después, distintos miembros del gabinete criticaron a LA GACETA porque se ocupaba de estos temas. El gabinete del mandatario se llamó a silencio y no dijo nada al respecto, se limitó a exponer que ante lo que está haciendo el gobernador por Tucumán, el uso indebido del avión es una nimiedad.

La confusión sobre los límites de la cosa pública llegó al paroxismo con José Alperovich, pero sus sucesores han sido muy buenos alumnos ya que no ven cuán mal está utilizar bienes del Estado para beneficios particulares o partidarios.

Tanto es así que el uso exagerado del avión pasó el 11 de septiembre y al equipo de asesores y de funcionarios no se les ocurrió sugerirle al gobernador una respuesta para que no hiciera el papelón que hizo. Obviamente, ellos no reconocerán que no le advirtieron al mandatario sobre la gravedad del hecho. Es más fácil echarle la culpa a la prensa que se ocupa de zonceras en lugar de ponerle candilejas a la gira por los Estados Unidos y al rol fundamental e histórico que está ejerciendo Manzur en esta hora crucial del país.

También es posible que todo el oficialismo se mueva con absoluta indiferencia porque no se les ocurre que alguien en la Justicia pudiera sancionarlos o ver un delito en el uso indebido del avión. Pero esto no lo hacen ni por soberbios ni por ignorantes; sino por conocedores de la realidad. Piensan y actúan así porque la Justicia no da señales ni de independencia ni de responsabilidad a la hora de juzgar al gobierno que hasta dos vocales de Corte puso ya en los Tribunales. Además el propio jefe de los fiscales, Edmundo Jiménez, fue muy prudente -y hasta condescendiente- al analizar el caso. Cuando LA GACETA le pidió que opinara sobre el tema, respondió que había una denuncia, refiriéndose al planteo efectuado por el radical José María Canelada. A juzgar por las respuestas evasivas pareciera que Jiménez y Manzur tuvieran los mismos profesores de evasivas.

Salta y Catamarca

Los aviones son símbolos del poder. Son parte del poder. Si un gobernador recibe su bastón de mando sin el control del avión se siente desvalido. Dan status, y, también son herramientas fundamentales de trabajo, pero del gobernador no de sus amigos. Tucumán en tiempos de Julio Miranda parecía una provincia de menor categoría frente a la Salta de Juan Carlos Romero, quien presumía con su avión y solía aterrizar en Tucumán para luego seguir viaje a Buenos Aires con Miranda. En aquellas épocas contaban que el avión de la Catamarca de Ramón Saadi solía aterrizar en el aeropuerto Benjamín Matienzo para comprar chorizos y otros manjares que al mandatario y algún senador amigo le gustaba comprar en el mercado del Norte. Alperovich, que siempre se sintió más que todos, no compró uno sino dos aviones. Es tal la culpa que sienten los poderosos que, cuando se adquirió el primer avión, la desesperación de los “sijosesistas” era aclarar que la aeronave era de uso sanitario y que en los tiempos libres serviría para trasladar al gobernador. “Queremos ser transparentes”, solía repetir Antonio Jalil, secretario general de la Gobernación de entonces, mientras su gobernador se subía al avión oficial para ir a ver a su equipo de fútbol favorito. En tiempos de Manzur, Pablo Yedlin también se esforzó para explicar que el tema del avión exige un manejo transparente y cuidadoso. Tantos pruritos surgen porque los excesos en el uso de la aeronave parece ser inherentes a la existencia misma del avión. Y, finalmente, Manzur pisó el palito. Pero en lugar de aceptar sus yerros o pedir disculpas eligió responder con ambages y eludir su obligación republicana explicar -con seriedad- sus actos de gobierno.

Veinte y 20

En realidad, lo único que les preocupa a Manzur y compañía es recuperar el poder a nivel nacional. Por eso el jueves a las 20, en la casa del mismísimo gobernador fueron recibidos los legisladores de la capital (los electos y los que terminan el mandato) y la asistencia fue casi perfecta. Sólo faltó Sara Alperovich. En la cabecera de la mesa estuvieron Manzur y Jaldo y ambos les pidieron a todos que salgan a la calle a apoyar la fórmula de Alberto y Cristina y que organicen actos y reuniones para movilizar a la militancia. Uno como otro se comprometieron a participar en 20 actos en el interior y otros tantos en la capital.

No tan juntos

En Juntos por el Cambio las aguas no están calmas. Desde Buenos Aires llegan mensajes que dicen que Lidia Ascárate aún no está entrando como diputada porque le faltarían unos 30.000 votos. Desde la metrópoli sostienen que hay que enfocar toda la campaña en el candidato en primer término Domingo Amaya y que con ese objetivo se conseguirán dos bancas. No todos reciben con entusiasmo esos mensajes. El escenario es muy parecido al de 2017 cuando la diputada Beatriz Avila había quedado afuera en las PASO y su marido, el intendente Germán Alfaro, se comprometió personalmente a conseguir esa banca.

Los números son parecidos pero las actitudes son diferentes. A Alfaro y a muchos otros pareciera que les está costando correr en esta campaña y se los ve arrastrando los pies. En este equipo también parecen anotarse los radicales (Mariano Campero, Roberto Sánchez y otros que no son intendentes) que ven que siguen pasando las elecciones y los elegidos para los mejores lugares son peronistas y no radicales, menos aún de PRO, que tiene serias dificultades para encontrar dirigentes.

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