Día del Maestro: la ceguera no le impidió a Juan Félix Paz desarrollar su vocación docente

Día del Maestro: la ceguera no le impidió a Juan Félix Paz desarrollar su vocación docente

El educador es el Maestro Ilustre elegido para representar a Tucumán en la Nación. Es el primer director de escuela ciego.

EN EL PATIO DE SU ESCUELA. El director de la Luis Braille, Juan Félix Paz, fue designado “Orgullo tucumano”. EN EL PATIO DE SU ESCUELA. El director de la Luis Braille, Juan Félix Paz, fue designado “Orgullo tucumano”. LA GACETA / FRANCO VERA
10 Septiembre 2019

A veces las cosas suceden al revés. Lo natural es que la vocación anteceda a la carrera. No fue así en el caso del Maestro Ilustre por Tucumán. El profesor Juan Félix Paz es el primer director de escuela ciego de la provincia. Padre de tres hijos de 11, nueve y cuatro años, también trabaja como radiooperador en la comisaría 13. Es, además, el primer capacitador ciego de esa discapacidad. Sin embargo, no es por eso que fue elegido “Orgullo tucumano” por el Ministerio de Educación, sino por su asombrosa historia de superación.

Hace 26 años Félix no era ciego. Veía con dificultad a causa de una miopía severa y progresiva que le había provocado la pérdida de la vista del ojo izquierdo a los 10 años. Todavía se manejaba con el derecho y hasta conducía una moto, que le servía para acarrear mercadería todos los días para su verdulería. Pero ese día (tenía 18 años) se le nubló la vista y quedó en medio de la ruta 9. Salvo por una cirugía que le devolvió parcialmente la vista por unos meses, la ceguera se convirtió en su realidad desde ese momento.

Le costó aceptar su nueva vida. Félix dormía todo el día para no extrañar la luz que ya no vería. Su madre, Sara, y sus seis hermanas (es el único varón) lo llevaron poco menos que a la rastra a la Escuela Taller de Ciegos Adultos Luis Braille, de calle Moreno 261. “Mis compañeros me contaban que podían leer con Braille y caminar con un bastón blanco. A mí todo eso me parecía imposible”, recuerda a sus 44 años. Con todo, era un buen alumno. En un año Félix ya sabía leer con los dedos y manejar el bastón.

Entonces empezó a enseñarles a sus compañeros a usar el código Braille y el ábaco y también estenografía. “A ellos les gustaba cómo les enseñaba. Ahí nació mi vocación docente, de mis primeros alumnos”, sonríe con alegría el profesor que hoy viajará a Buenos Aires para recibir el premio nacional Maestro Ilustre, que otorga el Ministerio de Educación de la Nación con motivo del Día del Maestro que se celebra mañana. El ministro de Educación, Juan Pablo Lichtmajer, le dio el diploma de “Orgullo tucumano”, que ya cuelga de una pared de su despacho.

Félix trabajó tres años ad honorem. Luego quiso ingresar a la carrera de Educación Especial que se dictaba en el IES Marchetti, pero no era aceptado. “Aducían que el título que otorgaban era con orientación en discapacidad mental. Y que si deseaba especializarme en ciegos debía estudiar en otra provincia. Me manejé un gran revuelo con apoyo de los medios, la ayuda de la directora de la escuela taller, Marta Acevedo, y de la entonces secretaria de Educación, Pola Ledesma. Cuando conseguí destrabar el inconveniente otras personas ciegas pudieron estudiar como yo. Me recibí con promedio 8,72”, cuenta.

Félix se inscribió en el padrón general con 200 docentes y consiguió ser el primer maestro de grado ciego (enseñaba Matemática, Lengua, Ciencias Naturales y Ciencias Sociales) en la escuela Luis Braille. Cuando llegó al sillón de director hizo que la integración a la escuela común que antes se hacía después después de los ocho años ahora se haga desde el jardín de infantes.

Félix reconoce que, a veces, las cosas suceden al revés, y que los alumnos, en definitiva, son los primeros “maestros” del docente.

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