Invap, más de 40 años apostando a la “materia gris argentina”

Invap, más de 40 años apostando a la “materia gris argentina”

Peripecias, logros y desafíos de la más prestigiosa empresa de Latinoamérica en el área de la tecnología, propiedad del Estado, contados por Héctor Otheguy, que la vio nacer y hoy es el presidente del directorio.

EL INVAP POR DENTRO. Técnicos de esta empresa estatal aparecen junto a uno de los varios satélites que desarrollaron dentro de la planta y que luego viajaron al espacio. PRENSA INVAP.- EL INVAP POR DENTRO. Técnicos de esta empresa estatal aparecen junto a uno de los varios satélites que desarrollaron dentro de la planta y que luego viajaron al espacio. PRENSA INVAP.-

Durante 26 años Héctor Otheguy fue gerente general de Invap, pero la vio nacer mucho antes. Es más: estaba allí cuando se engendró. “Fuimos incubados en el Centro Atómico Bariloche (CAB) -cuenta durante las XIV Jornadas de Ciencia y Tecnología de Facultades de Ingeniería del NOA-. Y cuando hace todo empezó, de la mano de Conrado Varotto, parecía un sueño imposible”.

Como todo en el curso de la historia, lo que sucede resulta de un montón de variables con las que se teje otro montón acontecimientos. Por ejemplo: Varotto nació en Italia, pero la historia trajo a su familia a Argentina, y lo llevó a estudiar Física en el Balseiro (IB). Algo lo llevó a perfeccionarse en la Universidad de Stanford”, donde otras variables habían propiciado el surgimiento de famoso Silicon Valley. Y el joven ítalo-argentino vio claro lo que sucedía allí.

“Cuando Varotto volvió tenía ¡29 años!... y se hizo cargo del Programa de Investigación Aplicada del CAB, donde trabajábamos un pequeño grupo de físicos, también egresados del IB”, rememora Otheguy. Ese fue el embrión, y la incubadora fue fundamental: “el área nuclear es un tema que los decisores del Estado consideran ‘difícil y nos lo dejan a los científicos sin tanta resistencia -asegura-. Empezar a producir en ese tema fue empezar con el pie derecho; estar lejos de Buenos Aires también. Y como arrancamos con proyectos confidenciales, no levantábamos mucho la cabeza. Eso nos salvó de muchas guadañas”. Comenzar de la mano de la CNEA (Comisión Nacional de Energía Atómica) tenía otra ventaja: “era una institución de prestigio internacional y generaba un activo fundamental: la confianza -resalta-; no olvidemos que estábamos creando una empresa y había que ser competitivos”. El nacimiento oficial tuvo lugar en 1976, en una oficinita de pocos metros cuadrados.

Sociedad del Estado

“Muchachos, hay que hacer cosas que sirvan”, cuenta Otheguy que les dijo Varotto. Y no porque no sirviera la física teórica. “Claro que sirve, es el fundamento. Pero la empresa tenía que autofinanciarse, y para eso teníamos que encontrar problemas concretos a los que pudiéramos dar soluciones en corto plazo”, agrega. Y lo hicieron: uno de sus primeros desarrollos fue producir esponja de circonio, que se usa para envainar el combustible de las centrales nucleo-eléctricas (dióxido de uranio), y en 1982 construyeron para la CNEA el reactor RA-6, originalmente propuesto para enseñanza y entrenamiento de la carrera de Ingeniería Nuclear en el IB, pero que fue sumando usos y aplicaciones.

Hoy esta sociedad el Estado de la provincia de Río Negro diseña, desarrolla, vende y exporta productos tecnológicos de avanzada Un ejemplo: es la única empresa de América latina que la NASA reconoce apta para realizar sistemas satelitales completos.

“Los nuestros son siempre proyectos complejos, muy diferentes si lo pensamos, pero se desgranan unos de otros y tienen elementos en común; el primero es que son convocantes. Nada nos estimula más que oír ‘eso no se puede’”, asegura. Pero -agrega- eso les exige otros rasgos: decirle ‘no’ al colonialismo mental; dedicación, para compensar el efecto ‘país no tecnológico’; resiliencia, para manejarse en la histórica inestabilidad argentina; integridad, para ganarse respeto y confianza de entes nacionales e internacionales, y trabajo en equipo más allá de cualquier diferencia individual.

“A esto -resalta- se suma el vínculo con la CNEA y con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (de las que son el más importante contratista) y con el sistema nacional de ciencia y técnica. Sin ellos no podríamos; somos la punta del iceberg”.

Pero -deja claro- no reciben dinero de Nación ni de la provincia: “vivimos de lo que vendemos”, destaca y cuenta que reciben una vez al año participación en las ganancias; el mismo monto para todos, no importa el cargo. Y que un miembro del directorio es representante de los trabajadores.

No sólo tecnología

El modelo Invap busca producir competitivamente soluciones específicas a problemas locales, en lugar de importarlas, y trabajo genuino en el país (“reteniendo su mejor capital -resalta- la “materia gris nacional”). Pero aquí intervienen cuestiones que ya no son tecnológicas: no se esperar que las produzca el sector privado, porque eso no ocurre. Hace falta -advierte- un uso estratégico del poder de compra del Estado; Y ese uso a su vez depende de planificación de mediano y largo plazo, de decisiones geopolíticas, de desburocratización, de agilizar la logística...”.

Grandes logros

Invap construyó ocho reactores nucleares, cinco “exportados”, y hay tres en construcción (los tres en el exterior); radares “de todos tipos y colores” -describe Otheguy-; satélites para aplicaciones científicas, detección de emergencias, telecomuinicaciones (los famosos Arsat); equipos de terapia con cobalto, centros de terapia radiante. Tiene clientes en los cinco continentes.

Y hasta una fundación, que une su capacidad para ejecutar proyectos complejos y articular, a partir de las necesidades de la gente, esfuerzos de ONG, emprendedores y artistas, entre otros, y estimular la alfabetización en ciencia y técnica. “Queremos ir formando los científicos del futuro”, se permite soñar Otheguy.

> "Tenemos proyectos diversos y complejos, pero todos son convocantes. Nada nos estimula más que oír ‘eso no se puede".

> Algunas cifras
- 1.300 trabajadores, en su mayoría, profesionales y técnicos, de las 24 provincias
- 92% de proveedores nacionales
- 100% de las ganancias se reinvierten 

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