“Migrar es el derecho a vivir en cualquier país”

“Migrar es el derecho a vivir en cualquier país”

Lahat es senegalés y hoy votará por primera vez en Argentina, a pesar de que vive aquí desde hace 13 años. Está entusiasmado. Su anhelo es que la comunidad senegalesa esté más integrada.

DE SENEGAL A TUCUMÁN. Diouf nació y se crió en la ciudad de Diourbel, a 150 kilómetros al este de Dakar, la capital de Senegal. la gaceta / fotos de Analía Jaramillo DE SENEGAL A TUCUMÁN. Diouf nació y se crió en la ciudad de Diourbel, a 150 kilómetros al este de Dakar, la capital de Senegal. la gaceta / fotos de Analía Jaramillo

Hoy será un día especial. Lahat Diouf votará en la escuela 9 de Julio, en San Miguel de Tucumán. Él es senegalés y vive en Argentina desde 2006. Por primera vez podrá elegir a los representantes del país en el que vive hace 13 años. “Venía pensando en votar pero no figuraba en los padrones porque me faltaba completar unos trámites. Argentina es un país democrático, cada uno tiene sus deberes y derechos, espero que sea en paz y que el mejor gane”, comentó entusiasmado.

Diouf tiene 43 años, casi todos lo conocen como Paris, y trabaja de vendedor en un local. Su sueño es poder volver a la facultad y estudiar abogacía para terminar con sus estudios en Ciencias Jurídicas iniciados en África. Es referente en la Asociación de Residentes Senegaleses en la Argentina (ARSA), donde ejerce como delegado en el NOA. Forma parte de los alrededor de 4.500 migrantes de Senegal que residen en el país. Según datos de la propia organización, Tucumán es el hogar de cerca de 120 senegaleses. Su anhelo es que su comunidad se integre mucho más en la sociedad tucumana y que en las próximas elecciones haya un candidato senegalés o con ascendencia senegalesa entre las opciones -para representar a los migrantes- o que un senegalés pueda ser funcionario u ocupar un rol en el Estado.

Votar por primera vez también será un paso más para luchar contra la discriminación. “Uno de los combates que tenemos, como migrantes, es contra la discriminación. Queremos hacer saber a la gente que migrar es un derecho. Tengo derecho de poder irme al país que sea y hacer las cosas bien. Me ha pasado que en algunas ocasiones muchos te miran con malos ojos, piensan que venís a llevarte dinero o quitarles trabajo y eso no es verdad”, sostuvo con firmeza. Y agregó: “así como hay argentinos en muchos países, hay gente aquí que falta que entienda que migrar es un derecho y que nos deben respetar. Nosotros no venimos a robar, boludear ni nada. Venimos buscando una vida mejor”.

Continente devastado

Como la historia de muchos migrantes, Diouf partió de su país buscando trabajo y mejores oportunidades. “Me fui para conseguir una vida mejor. Mejorar, salir adelante, conseguir trabajo, ayudar a la familia. Venimos de un continente saqueado por generaciones y siglos, durante la colonización y la esclavitud. Se llevaron por siglos a hombres y mujeres para esclavos, de trabajo o sexuales. Eso hace que África no pueda ser como debería. Esa falta de trabajo, esa riqueza saqueada nos obligó a muchísimos a emigrar”, explicó.

Vivía en la ciudad de Diourbel, a 150 kilómetros hacia el este de Dakar, la capital del país. Allí quedaron sus padres, sus hermanos, sobrinos y amigos. Eso -dijo- es lo que extraña: las reuniones con amigos y volver a caminar por los lugares que recorrió en su infancia.

Cuando llegó a Buenos Aires partió a Mar del Plata para trabajar durante la temporada de vacaciones. “Nos juntábamos siempre con personas que estaban viviendo en el norte. Y eran parecidos a la gente de Senegal porque son más cálidos. En la costa tenía amigos que me convidaban mate, y eran de Salta, Santiago del Estero, Tucumán”, recordó.

Así, a través de contactos, se vino a Tucumán: “cuando llegué me sentí bien, cómodo. La gente que me encontraba me pedía sacarse fotos. La gente es amiguera aquí. Empecé a hacer amistades. Una muy buena familia me adoptó como a un hijo y me alquilaban una casa. Bah... Me daban su casa y yo colaboraba como podía”.

Diouf no quiere vivir siempre de ser vendedor. Mantiene el sueño de poder estudiar para ser abogado. “En Senegal cursé dos años de Estudios Jurídicos. Quise volver a estudiar para inscribirme pero me resulta muy difícil porque como vengo de un país que habla francés, debía capacitarme -me dijeron- para entender más términos y ver la manera de hacer equivalencias con lo que sí aprobé allá. Las ganas de estudiar las tengo. Creo que merezco otra cosa que vender en la calle”, relató.

A la hora de analizar qué necesita el país, se inclina por mejorar la educación, la seguridad, que haya trabajo y que la economía sea más estable.

“Me gustaría que las autoridades de acá nos miren, nos apoyen, nos tomen en cuenta. Nosotros tenemos corazón y mente, como todos los demás. Tenemos las mismas neuronas. Por eso a los jóvenes senegaleses les digo que estudien, así puedan llegar a ocupar un lugar en hospitales o dependencias públicas. Y estemos más integrados”, agregó.

Hoy Lahat votará por eso también.

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