Graffitis: cuando las paredes de los barrios ya no alcanzan

Graffitis: cuando las paredes de los barrios ya no alcanzan

28 Julio 2019

Alejándonos de las primeras manifestaciones pictóricas que marcaron la prehistoria y sus registros milenarios, desde hace varios años aquel carácter rebelde y de protesta que denotaban los graffitis fue desapareciendo. En efecto, aquella condición cambió con el reconocimiento de las obras callejeras como una expresión artística válida y su masificación en las calles de todo el mundo.

“Las palabras, entendidas como signos, no son solamente representaciones sino acciones que los seres humanos hacemos para conformar y confrontar nuestra realidad. Además de evidenciar lo que pasa afuera, las palabras también muestran lo que ocurre adentro -explica Ana Coviello, docente de semiótica de la Facultad de Filosofía y Letras en relación a la función expresiva de estas pintadas urbanas-. En esta instancia, el graffiti es un medio de comunicación popular y efectivo para que los colectivos que no tienen acceso a los grandes monopolios de comunicación puedan llegar a un amplio espectro de la población”.

No obstante, desde que se inventó la técnica del graffiti y su apogeo inicial se naturalizó, surgieron nuevas alternativas y plataformas para poder plasmar nuestros pensamientos y emociones. Lo que antes se decía en la calle, en la actualidad fue llevado a las pantallas de los celulares y a las redes sociales, ¿estamos ante los nuevos muros, pero en versión digital?

“No creo que una cosa reemplace a la otra, se escribe en el muro de Facebook y todavía permanecen escritas las paredes de los baños. El graffiti no busca solo comunicar algo, sino también ser una expresión estética, por eso a la hora de dibujar se piensan en las formas, los colores y los brillos”, comenta el graffitero Ignacio Stesina.

Para muchos artistas, las pintadas callejeras e intervenciones urbanas pueden llegar a ser efímeras debido al desgaste diario o su destrucción mientras que, en Instagram o Facebook, podemos usar nuestro perfil como archivador de arte. “El teléfono es un aparato potente y eso hace que el alcance de cualquier intervención en la calle llegue hasta muchas personas y de diferentes lados. Si la gente arranca o borra tus mensajes, en las redes sociales pueden seguir existiendo”, justifica el escritor callejero Mc. Gordon.

Al respecto, el pintor y muralista Sebastián Vaca añade el valor económico y las posibilidades laborales que este medio de divulgación trae aparejado. “Varias movidas artísticas y eventos importantes se generaron a través de las redes sociales, la expresividad que tiene este ambiente digital está buenísimo porque te permite compartir el material gráfico y que tu arte se expanda, logrando nuevas propuestas laborales o proyectos”, comenta el especialista en acuarelas y aerosol.

Caldero social y textual

Además de los graffitis elaborados, existen otros tipos de escritos urbanos cuya intencionalidad se nos escapa y a simple vista parecieran no tener un propósito filosófico. ¿Qué ocurre con las pintadas en las paradas de colectivos, los bancos de la escuela y los cubículos de los boliches? ¿también pueden considerarse arte?

“Hay graffitis artísticos y otros que no lo son. Es verdad que están en lugares públicos, pero en esos casos los escritos pueden implicar más una necesidad adolescente de dejar registro, una ansiedad amorosa o simples intentos de chistes”, comenta Coviello sobre aquellas frases de amor concisas, números de teléfono sin verificar y afirmaciones irónicas (más o menos categóricas) que son escritas a las apuradas con un corrector o un marcador.

Sin embargo, la especialista aclara que, al igual que los murales, pueden ser un pequeño sensor de las temáticas que se debaten en la sociedad. Un ejemplo, son los textos que aluden al aborto, la homosexualidad, el sexo o el poliamor y que en una misma pared constan de respuestas, contraargumentos o disputas entre desconocidos cuyo único punto de conexión es la pared de un baño.

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