Los beneficios de tomar té en invierno

Los beneficios de tomar té en invierno

Desde su origen mítico que se remonta a hace 5.000 años en China a una actualidad que lo ubica en un lugar preferente en los hogares argentinos, la infusión tiene tradiciones y secretos ancestrales. Más que un paliativo para algún malestar, es una bebida para el bienestar físico y mental, en la consideración de Victoria Bisogno

Cuenta la leyenda que el descubrimiento del té fue un hecho azaroso y místico. Ocurrió hace casi 5.000 años, durante una tarde en que el emperador chino Shennong descansaba plácidamente bajo la sombra de un árbol. De repente, un hilo de viento comenzó a revolotear entre las hojas de una planta y algunas cayeron por inercia dentro de un pequeño cuenco con agua caliente.

En el acto, el líquido cambió de color y su desconocido sabor hizo que el gobernante se sintiera revitalizado, a tal punto de catalogar a la bebida como “divina”. Encantado con el hallazgo, Shennong comenzó a atribuirle propiedades curativas y alentar su consumo entre la población.

Aquel mito jamás fue comprobado, pero lo cierto es que, de haber ocurrido, Shennong tenía razón en un aspecto: aquella infusión posee grandes beneficios para la salud e incluso, cientos de siglos más tarde, el té continúa siendo un gran aliado para las mañanas y las tardes de invierno.

Por supuesto, no se trata de una pócima mágica ni milagrosa pero, gracias a su composición natural, es capaz de proveer a nuestro cuerpo un cúmulo de micronutrientes que sienta bastante bien ante el frío y las recurrentes afecciones de la época. “La infusión disminuye la presión arterial y los triglicéridos en sangre. Sus componentes también trabajan sobre el aparato circulatorio y retardan el proceso de envejecimiento cutáneo, lo que le devuelve a la piel su vigor y turgencia”, explica Diego Morlachetti, tea master y fundador de la Escuela Argentina de Té.

Las investigaciones sobre sus propiedades se remontan a épocas antiguas; existe un santo patrono del té -Lu Yu, “el sabio”- y hasta un libro sagrado para cualquier sommelier, el Ch’a Ching, que es la primera recopilación del proceso de cosecha. “Desde tiempos inmemorables las hojas de este árbol eran usadas para depurar el agua, los brotes hervidos evitaban intoxicaciones”, explica Diego.

Con un origen tan asociado a la medicina herbolaria, ¿el té se encuentra marcado por su pasado? “Por costumbre y transmisión generacional, su consumo puede asociarse al dolor de panza o como un remedio ante enfermedades cuando en realidad la infusión tiene grandes propiedades grnerales. “El té es bienestar y nos ayuda a mantener la salud física y mental”, considera Victoria Bisogno, tea blender y creadora de “El Club del Té” (@elclubdelte), organización internacional dedicada a difundir, un sorbo a la vez, la cultura y la alquimia detrás de esta tradicional bebida.

Desde la raíz

Al igual que los granos de café, las hojas de nuestro néctar herbal contienen reducidas dosis de cafeína. Este alcaloide, de acuerdo a las eminencias del té y diversos estudios científicos, influye en el estado de ánimo y ayuda a mantenernos activos. Dura misión al pensar en madrugar y abandonar las frazadas.

Además, posee Galato de Epigalocatequina, un trabalenguas que alude a una catequina -cuyo superpoder es la capacidad antioxidante- y pequeñas cantidades de vitamina B y C, flúor, calcio, zinc y potasio. A la lista se suma la L-teanina, capaz de estimular nuestra concentración y actuar como un sedante de baja intensidad. Este aminoácido no proteico ayuda a sumirnos en un estado de calma y luchar contra un viejo enemigo: el estrés. “En los planes dietarios, el compuesto inhibe a nivel cerebral las áreas que disparan la ansiedad y disminuye la compulsión por comer”, detalla Diego.

Con tantos beneficios, ¿los tucumanos podremos convertirnos en tea lovers? “En un 70% de los hogares argentinos el té comparte el mismo destino que la yerba mate y destronó al consumo de café. En cambio, fuera de casa las personas suelen decantarse por las cafeterías”, comenta el especialista. Puede que no seamos tan buenos bebedores pero, al hablar de cosechas, Argentina figura entre los primeros 10 productores a nivel mundial. “Misiones produce un 95% del té del país y el resto se hace en el norte de la provincia de Corrientes”, agrega Diego quien dedicó una parte de su vida a trabajar en fábricas de Sri Lanka, la India y Taiwán.

Los rituales del elixir

Como en cualquier arte, al hablar del té y su ceremonia de degustación existen algunos bebedores que pecan con un error esencial. “Las diferentes familias de té (compuesta por el arcoiris de té blanco, verde, amarillo, negro, azul, negro y dark tea) provienen de las hojas y los brotes de la misma planta: Camellia sinensi. Son los procesos posteriores a la cosecha, como la oxidación o la fermentación, los que modifican su sabor, aroma y gusto”, aclara Helga González, dueña del teashop Teaway, mientras realiza una cata espontánea. A su lado, tres teteras con labrados en hierro exhiben en el interior distintos colores de hebras y pequeños trozos de naranja, cereza y flores azuladas.

En complemento, un pequeño catálogo con más de 30 variedades de blends, infusiones y especias indica la temperatura exacta del preparado, tiempo de preparación y dejos aromáticos. A esta altura, ya no es necesario siquiera aclarar que tomar el té va más allá de calentar agua y sumergir un saquito..

Para la comunidad de apasionados, entre los que se encuentra Victoria, la experiencia nutre el alma. “Es un producto que nace de la naturaleza. Se cultiva en la tierra, pero alimenta el espíritu a través de la gran cultura e historia que lo acompaña -narra la escritora de ‘La alquimia del té’-. Hay poemas, ceremonias milenarias y libros que acompañan este arte y nos permite conectar y compartir momentos con otras personas”.

Sus caminos recorren el mundo y nos llevan a rituales antiguos, herencias culturales de gran envergadura y maridajes gastronómicos.

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