Una ayuda para las chicas que sufren acoso en el boliche

Una ayuda para las chicas que sufren acoso en el boliche

Un grupo de amigas, identificadas con pañuelos lilas o morados en las muñecas, contiene a las víctimas de acoso en los boliches.

 la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio la gaceta / foto de Inés Quinteros Orio

Es de noche, pasadas las dos, y la fiesta está repleta de gente. Tanta que la fila para comprar alcohol queda mimetizada con el resto de las cabezas. Todas ellas, moviéndose al ritmo de los beats y la música electrónica en la pista de baile. Allí, entre las titilantes luces de neón y el humo, existe un detalle que se repite entre algunas presentes: un pañuelo lila.

El accesorio es la señal distintiva del grupo “Bailá segura”, jóvenes autoconvocadas que en vista de las recientes situaciones de incomodidad y acoso hacia las mujeres en el ámbito nocturno decidieron tomar cartas en el asunto.

La propuesta surgió de una preocupación compartida por ochos amigas, que a partir de una seguidilla de chats por WhatsApp comenzaron a hablar sobre el acoso hacia la mujer y las malas experiencias que se reiteraban en los boliches y los festivales. “La idea surgió sin saber que terminaríamos siendo una organización. Solo queríamos cuidarnos entre todas y poder disfrutar”, explica la diseñadora gráfica María José Rodríguez (24 años).

Entonces vino la idea, un intento de cambio acorde con una generación que deja de lado su rol de observadora pasiva. En marzo, las chicas le dieron nombre a la agrupación, crearon sus distintivos y decidieron que acudirían a las fiestas para estar al servicio de toda mujer que las necesite. “Si recibimos alguna denuncia de una chica que está pasando por un mal momento, la contenemos, la acompañamos y se habla con el personal de seguridad para tomar las medidas correspondientes”, dice la locutora Camila Frasca (23 años).

No, no son “patovicas” ni “justicieras”. Durante los eventos se las puede ver bailar al ritmo del sintetizador pero, de ocurrir alguna situación reprochable, ellas no dudan en intervenir. “Siempre hablamos de antemano con los organizadores para que nos autoricen a tomar decisiones y así poder sacar de las instalaciones a la persona que está causando el incidente”, aclara Camila Trejo (22 años).

La “prueba piloto” fue el festival Calavera no chilla, luego le siguieron otros eventos alternativos, fiestas de electrónica y noches en algunos boliches como La Boite y Pollock. En el camino, fueron sumándose nuevas colaboradoras (hasta llegar a las 21 integrantes) y surgiendo propuestas para que el concepto viaje a Córdoba y a Salta.

Al entrar a los pequeños cubículos del baño, un cartel informativo con la frase “pasada o careta a la piba se la respeta” se hace presente entre los tachones y la tenue luz del espacio. En cuadrados con tonalidades violetas, la base de los mensajes (frases cortas y con tipografía gruesa) aluden al consentimiento, al respeto hacia la mujer y al cuidado colectivo.

En complemento, al salir afuera, el color violeta sigue primando y un stand de referencia con plots y bancos completa la intervención de “Bailá segura”, el grupo que nació de la necesidad de cuidarse entre las chicas en bailes y festivales y que se va consolidando.

“Ahí estamos equipadas con golosinas, agua, protectores íntimos y mantas para contener a quienes nos busquen”, explica Paula Cortés (23 años), estudiante de psicología.

Perreo, no toqueteo

Cuando la canción suena por los parlantes el cuerpo se distiende. Aflojás los músculos contracturados, inventás algunos pasos e intentás seguir la letra del tema mirando al resto del círculo. En este plan de fin de semana, el acoso no es un hit. “Los boliches tucumanos no están capacitados para hacerle frente al acoso. Te da cierta impotencia porque catalogan esos incidentes como pequeñeces y achacan las situaciones como típicas del ámbito por la cantidad de personas que hay o por la forma en que te vestís”, explica Ana Sepúlveda. Todavía está indignada por la respuesta que obtuvo de un encargado de seguridad luego de explicarle que un desconocido había intentando besarla en reiteradas ocasiones.

“Al final, si estamos incómodas por la conducta de los otros somos nosotras quienes debemos alejarnos. Hay que cambiar esa mentalidad de desinterés o de justificación; al entrar a un boliche tenemos el mismo derecho que los hombres a divertirnos, a poder bailar y a tomar tranquilas sin sentirnos cohibidas o manoseadas”, agrega la dj Sofía Helguero, en referencia a la insistencia verbal ante las negativas y los roces sin consentimiento que experimentó la primera vez que salió a una fiesta.

Al respecto, Rodolfo Di Pinto, presidente de la Cámara de Discotecas, detalla que en los locales bailables la conciencia e instrucción para prevenir esta clase de sucesos es un tema en la agenda. “El año pasado se brindó junto al Instituto Nacional contra Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi) un ciclo de capacitaciones al personal de seguridad. Entre los puntos tratados figuraron el acoso y las medidas a tomar. Además, se recomendó a las discotecas adheridas que emplearan en seguridad por lo menos a una mujer, que les brinde más confianza a las chicas”.

Por lo pronto, hasta que estas situaciones desaparezcan, un pañuelo lila apuesta por la sororidad y por el derecho a divertirse sin inhibiciones y sin acoso.

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