Ellos, los del 9 de junio, ya no son los mismos

Ellos, los del 9 de junio, ya no son los mismos

La provincia es la misma. El mes es el mismo. Los protagonistas políticos son los mismos y el combustible que los anima, también: la disputa por el poder que otorgan los votos del pueblo. La instancia en que la democracia -esta misma democracia- muestra un rostro feroz. Pero el tablero es otro. No solamente porque las elecciones son otras, sino porque los resultados de los comicios provinciales del 9 de junio han transformado la escena. Ahora hay vencedores y derrotados. Y en los 10 días siguientes, cada cual ha actuado; y toda acción genera una reacción en los demás. Así que ellos, los de entonces, ya no son los mismos.

Claro que entre el festejo de los ganadores y el duelo de los perdedores, mezclado con la urgencia de los plazos que vencen en el cronograma de la votación nacional, hay detalles que se pierden. El vértigo es amigo de las fotos desenfocadas. Pero aun así, y a 48 horas para inscribir las precandidaturas a diputados, se pueden advertir las diferencias en los “retratos de familia” de algunas fuerzas. Y las diferencias en la escenografía de otros espacios.

En el oficialismo, por ejemplo, la lista oficial va a ser envuelta con el moño del mensaje de la unidad, encolumnado detrás de la fórmula Alberto Fernández / Cristina Fernández. Pero a ese entendimiento se llegará después de que los pasillos de la Casa de Gobierno y de la Legislatura ardieran con la “idea” de una reforma constitucional que fuera habilitada por la actual composición parlamentaria (hubo legisladores -entre ellos, uno bastante encumbrado- detrás del experimento) y que se votara en el eventual balotaje de noviembre. La tensión alcanzó su cenit cuando el propio vicegobernador, en LA GACETA, declaró que no estaba de acuerdo.

Los escarceos no fueron más allá. Ayer, cuando caía la tarde, Juan Manzur y Osvaldo Jaldo tomaban un café con aroma de definiciones para el armado de las listas. La semana comenzó con un tanteo: el ex candidato a intendente de la capital, Mario Leito, en primer término, secundado por la saliente intendenta de Famaillá, Patricia Lizárraga. Pero ya antes de la cumbre entre los compañeros de fórmula, la que escalaba posiciones para secundar al presidente de Atlético era la ex diputada nacional kirchnerista Mabel Carrizo.

Déficit nacional

En Fuerza Republicana ya definieron la propuesta. Ricardo Bussi volverá a la liza acompañado de Nadima Pecci, luego de la exitosa experiencia, a nivel legislativo, que cosecharon en los comicios provinciales. El superávit de claridad de FR tiene como contrapartida un déficit presidenciable. En un escenario en el que la virtual polarización entre el kirchnerismo y el macrismo (materializado en la fórmula Mauricio Macri / Miguel Pichetto) amenaza con centrifugarlo todo, el bussismo intentará compensar esa renguera presidencial con una apuesta por su fórmula preferida: “peronismo vs. antiperonismo”. Y como ya todos tienen su peronista en la fórmula, se presentará como la alternativa “anti-compañeros”.

Déficit provincial

En sentido inverso se presenta Consenso Federal 2030. Es un frente con clara propuesta presidencial definida (el binomio Roberto Lavagna / Juan Manuel Urtubey) y un mensaje claro (“salir de la grieta”) para romper las polaridades, que está buscando candidatos en Tucumán. En su junta promotora hay un histórico cuadro del justicialismo, el ex vicegobernador Julio Díaz Lozano; y entre los partidos que lo componen, Libres del Sur acaba de sentar en la Legislatura a Federico Masso. Por estas horas, la exploración presenta dos caminos. El partido Socialista, la Democracia Social, la Tercera Posición y Participación Ciudadana auspician la precandidatura del vicepresidente 2° de la Legislatura, Ariel García; mientras que Libres del Sur y Camino a la Lealtad se inclinan por el legislador Silvio Bellomio.

Y está el macrismo local, Unidos por el Cambio en Tucumán, donde ya hubo una definición trascendente, pero por la negativa. Porque creer que el alfarismo decidió no presentar precandidatos a diputados para respaldar la postulación de Domingo Amaya es quedarse con una foto muy “movida” por la velocidad de los acontecimientos.

Superávit de diferencias

“El Consejo Directivo del PJS, ante el pedido del ministro del interior de apoyar la precandidatura del CPN Domingo Amaya, ha decidido no participar con candidatos propios para acompañar la lista propuesta por la Casa Rosada”, reza literalmente el comunicado firmado por Germán Alfaro. Breve, pero lleno de significados por traducir.

Primero: el intendente explicita el resultado de sus conversaciones con Rogelio Frigerio en Buenos Aires, tras el encuentro que mantuvieron al día siguiente de que obtuviera la reelección. El ministro, tal como lo informó este diario, pidió el apoyo para su subsecretario del Interior. Algo que, ciertamente, estaba dicho en abril, cuando el “Colorado” dio un paso al costado para respaldar la candidatura de la senadora Silvia Elías de Pérez para la gobernación. Igualmente, a ese encuentro en Balcarce 50, Alfaro había acudido acompañado por su secretario de Gobierno y legislador electo, Walter Berarducci, a quien el jefe municipal presentó allí como el precandidato a diputado del Partido por la Justicia Social. ¿Las razones esbozadas? Alfaro es el opositor provincial que obtuvo la victoria más resonante hace apenas dos domingos; Berarducci es el candidato más votado de su espacio político; y Amaya no los acompañó este año ni mucho menos en 2017, cuando Beatriz Ávila, la esposa del intendente, fue electa diputada nacional. Pero la Nación, queda claro en el comunicado transcripto, no atendió el planteo. Por eso la referencia a Amaya no es “ex intendente” ni “compañero”, sino, secamente, “CPN”.

Segundo: Alfaro, ya se ha dicho, administra un distrito que equivale, electoralmente, a una provincia chica. San Miguel de Tucumán duplica en habitantes a la provincia de La Pampa, y el padrón capitalino (450.000 electores) es apenas inferior al de la provincia de Jujuy (500.000 votantes). El intendente, en su distrito, sacó 130.000 sufragios, mientras que la fórmula Elías de Pérez / José Augusto Paz logró 183.000 en toda la provincia, según el escrutinio provisorio. Si pese a ello va a ser dejado de lado en el armado de las listas de diputados, el paso al costado del alfarismo admite leerse como el acto de desistir en la construcción de una propuesta política. Con Amaya, con Elías de Pérez (atribuyó los 40.000 votos de diferencia que Alfaro obtuvo respecto de ella en la capital a prácticas desleales) y con el diputado José Cano. Por supuesto, eso no significa irse de Cambiemos por ahora. Pero como canta Alejandro Sanz, “no es lo mismo ser que estar, no es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va! Tampoco quedarse es igual que parar. No es lo mismo”. Ni hablar de la diferencia entre “jugar” y “acompañar”.

Tercero: en las últimas tres elecciones, la Municipalidad de la Capital fue el gran apero donde rascarse que tuvo la oposición provincial. En 2015, con Amaya como candidato a vice de Cano. En 2017, con Ávila como candidata a diputada detrás de Cano. Este año, con Alfaro peleando por la reelección. Ahora, la estructura de la Capital ya no será el baluarte para esa oposición.

Cuarto: en la determinación alfarista también es válido analizar un elemento de pura pragmática política: ya se sabe cuántos votos tiene el intendente y cuántos tienen los otros referentes tucumanos de Cambiemos cuando se asocian con él. Va a ser interesante saber cuántos sufragios tienen estos últimos cuando el jefe municipal quede al margen.

Quinto: para más realpolitik, no puede dejar de analizarse que en la decisión de no promover un candidato de su sector, Alfaro quiere que la última foto electoral del Partido por la Justicia Social sea la de los festejos por la victoria del 9 de junio. No dará revancha este año.

Sexto: no se debe descartar que en el “punto muerto” que pone el alfarismo en su travesía electoral haya una “política de apaciguamiento” con respecto al Gobierno de la Provincia. Si el Partido de la Justicia Social no juega la próxima partida, también puede estar diciendo que la temporada de confrontación con el oficialismo provincial, en lo que al PJS se refiere, se terminó con el otoño. Y esa es toda una foto dentro de la foto.

Séptimo: y atado a lo anterior: ¿para qué le interesaba a Alfaro, operativamente, competir para sumar un segundo diputado nacional? Para consolidar “gobernabilidad”. Es decir, para tener una herramienta que lo aprecie ante la Casa Rosada. Si el propio macrismo le cierra la puerta a lograr más “gobernabilidad por afuera”, es de la más básica lógica política que entonces la intendencia explore obtener “gobernabilidad por dentro”.

Octavo: es dable suponer que, al igual que Manzur y que Jaldo, Alfaro (como cualquier autoridad ejecutiva de esta provincia) está pensando en 2023. Y la escala obligatoria es 2021. Alfaro ya celebró una victoria este año. Los otros “accionistas mayores” de Cambiemos en Tucumán, ¿también lo harán? Si los socios hasta ayer ya no lo son hoy, la interna abierta de agosto, simplemente, se acaba de postergar dos años. Para entonces vencen los mandatos de Elías de Pérez, de Cano y de Avila. Y también los términos de los senadores José Alperovich y Beatriz Mirkin. No hace falta profetizar apocalipsis cuando en el calendario figura semejante armagedón.

Noveno: el comunicado que firma Alfaro individualiza al “ministro del Interior” Rogelio Frigerio. Ese parece todo un aviso de queja pública para Macri. En la Casa de los espíritus, de Isabel Allende, cuando Clara debe informarle a su esposo, el senador Esteban Trueba, que está embarazada Blanca, la hija de ambos, decide mandar un telegrama que sólo entendiera su esposo. “Envíe instrucciones en cinta blanca. Punto”. Menos encriptado, el intendente dice que no es el jefe de Estado nacional, ni siquiera “la Presidencia”, quien pide por Amaya, sino Frigerio. Da la impresión, entonces, de que su camino interroga lo que ya viene denunciando veladamente el macrismo bonaerense: Frigerio juega su propia partida, para él y no para Cambiemos, que consiste en tener un nucleo duro de parlamentarios propios. Se asemeja basta a una devolución de gentilezas.

Décimo: Hay un metamensaje inscrito en el mensaje: Alfaro informó su decisión con sólo 36 palabras. En el caso de los políticos que abundan en palabras, todo comunicado escueto referido a una decisión trascendente es inversamente proporcional a todo cuanto se quiere decir, pero resulta polícamente incorrecto.

Hay una constante que rige a pesar de las coyunturas, las variables y las estrategias de todas las fuerzas: el poder no se pierde, sólo se transfiere.

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