La escandalosa informalidad

La recesión ha mostrado lo más profundo del problema: la informalidad es cada vez mayor, hasta llegar al escándalo. Sólo así puede explicarse porqué uno de cada dos asalariados tucumanos están en negro y por qué los trabajadores informales han constituido la segunda fuerza laboral del distrito. La precarización tiene múltiples responsabilidades y un efecto en cascada que no exime de culpa a ninguno de los actores. La necesidad de un ingreso incrementa la demanda de empleo en este país sumido en la inflación. Los salarios se depreciaron considerablemente en los últimos dos años, con tasas inflacionarias del 50% anual. La estructura de costos de las empresas sintió el impacto. Ningún ejecutivo admite que tiene la espalda suficiente para amortiguar un incremento en los costos fijos de sus compañías. Y el Estado no le encuentra la vuelta para, al menos, evitar que se incremente la tasa de trabajo no registrado. Por un lado, los controles parecen no ser efectivos para combatir la informalidad; por el otro, la carga impositiva sobre la planilla salarial se sostiene, sin incentivos para la “empleabilidad”. Así, hay empresarios que creen que el Estado es socio en las ganancias, pero se borra cuando la crisis embarga al sector privado.

El riesgo empresario va de la mano del riesgo país. Sin financiamiento es difícil sostener una unidad de negocio cuando las tasas vuelan y cuando no hay posibilidad de acceder a créditos flexibles. El riesgo provincia es otro factor determinante. La distancia frente a los precios que se fijan en Buenos Aires es cada vez mayor. El costo de fletes se encarece y eso, inexorablemente, se traslada a precios finales.

El difícil cuadro socioeconómico no sólo se observa en las estadísticas; también en las calles. Los conflictos sindicales son cada vez más frecuentes. Hace bastante tiempo que no se veían gomas y maderas quemadas frente a la mismísima Casa de Gobierno. En las rutas, a su vez, familias enteras reclaman por la continuidad de la fuente laboral, particularmente en algunos ingenios que no pueden arrancar la zafra porque su situación empresarial sigue siendo incierta.

La apuesta a una mejora de la situación sigue siendo el segundo semestre, casi como un clásico eslogan de campaña electoral. Esta primera parte de un 2019 complicado se va con un dato inquietante: una caída del 5,8% en el nivel de actividad económica en la Argentina, con un nivel de desempleo de dos dígitos en todo el país.

Llevó una década para que Tucumán vuelva a exhibir tasas superiores al 10% en la desocupación. La última se registró en el tercer trimestre de 2009. Durante el primer trimestre de este año, el Gran Tucumán-Tafí Viejo exhibió un índice del 10,6% de su población económicamente activa bajo la desocupación, un dato que, en la región, sólo es superado por el aglomerado urbano Jujuy-Palpalá (11,4%). Otra observación estadística inquietante: el desempleo atacó, de igual manera, a los jóvenes, sin distinción de sexo: fue del 21% entre enero y marzo. Históricamente, la tasa femenina llegó a duplicar la masculina.

Usando la serie estadística puede señalarse, además, que entre 2005 y 2016, la informalidad juvenil se encontraba siempre por encima de la serie de la población total: presentó valores que estuvieron por encima del 60%, de acuerdo con un reporte de la Dirección de Estadística de la provincia. Esto implica, que en Tucumán la calidad del empleo entre jóvenes y adultos es diferente, ya que la mayor parte de la población joven tiene empleos más precarios. El último dato disponible da cuenta de que en el principal aglomerado urbano, la informalidad afecta a 130.350 personas, casi el 49% del total de asalariados. Los trabajadores privados registrados son 30.000 más que esa cifra, y los empleados de la administración pública provincial son 10.000 puestos menos que aquella referencia. ¿Cuál puede ser el panorama para los próximos años? Un repunte de la economía implicaría bajar algunos puntos la tasa de empleo en negro, pero no lograría atacar de lleno a un problema que ya es estructural en Tucumán. El 40% de la economía de la jurisdicción es informal y no hay indicios de que esa situación se modifique. Es una materia pendiente no sólo en tiempos de crisis; también cuando hay bonanza.

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