Por la miseria, uno de cada 10 niños haitianos vive bajo un régimen moderno de esclavitud

Los pobres de las zonas rurales entregan a sus hijos a los ricos para que los alimenten y los eduquen a cambio de trabajo doméstico. Entre 300.000 y 500.000 chicos del país caribeño sobreviven en un sistema de servidumbre. Sufren de abusos físicos y sexuales.

PROMESA INCUMPLIDA. Sólo el 20% de los “restavek” asiste a la primaria. Y apenas el 1% va al secundario. télam PROMESA INCUMPLIDA. Sólo el 20% de los “restavek” asiste a la primaria. Y apenas el 1% va al secundario. télam
02 Junio 2019

PUERTO PRÍNCIPE.- “Restavek” es un apodo que ningún chico haitiano quiere oír. Este término creole, o de la lengua criolla que se habla en Haití, proviene del francés rester avec (quedarse con). Los restaveks son niños de entre cinco y 11 años a los que sus muy pobres familias entregan a otras más acomodadas para que les proporcionen comida y educación a cambio de trabajo doméstico.

Pero esa es sólo la teoría. En realidad, la inmensa mayoría de los restaveks es utilizada en las tareas más pesadas de la casa durante ocho o 10 horas diarias. Los alimentan mal y jamás les otorgan la educación prometida, porque les prohíben concurrir a la escuela.

Como consecuencia de su pésima nutrición, a los 15 años el restavek promedio mide cuatro centímetros menos que el resto de los niños haitianos. Su peso suele rondar unos 20 kilos por debajo del promedio.

Camina libre

Haití es el país más pobre de América y uno de los más carenciados del mundo. Las necesidades básicas no suelen estar cubiertas y a menudo se apagan por su ausencia.

De la mano de la pobreza y de la indigencia aparece el drama de los restaveks: uno de cada 10 chicos haitianos pertenece a esa clase de esclavos. Detrás de Mauritania, Haití ocupa el segundo lugar en el Índice de Esclavitud Global (IEG) que difunde la organización no gubernamental Walk Free (“camina libre”, en español).

Esta fundación, que trabaja en todo el mundo y busca comprometer a los gobiernos, las grandes empresas y los líderes religiosos en la lucha contra la esclavitud moderna, calcula que entre 300.000 y 500.000 menores del pequeño país del Caribe sufren este flagelo.

Sólo el 20% de los restaveks asiste a la escuela primaria y apenas el 1% va a la escuela secundaria. Según se describe en la última publicación del IEG, “la realidad es que a menudo abusan de ellos física, sexual y mentalmente. Además, suelen privarlos de comida y de horas de sueño”.

PRIVACIONES. La mayoría de los “niños esclavos” son mal alimentados. REUTERS (archivo) PRIVACIONES. La mayoría de los “niños esclavos” son mal alimentados. REUTERS (archivo)

De acuerdo con información de la Organización Internacional de Migración (OIM) citada por la investigación de Walk Free, el 80% de los niños haitianos que caen en este régimen de esclavitud sufre abusos físicos graves y el 30% es víctima de acoso y abuso sexuales.

Los restaveks se ocupan de limpiar las casas de las familias que los someten. También cargan pesados baldes de agua y manipulan cuchillos y llaves de gas, entre otras actividades peligrosas para su salud.

La inmensa mayoría de estos chicos jamás vuelve a su casa de origen. Desconocen el camino o carecen de recursos económicos para viajar.

Cuestión cultural

Esta práctica nació en familias muy pobres de zonas rurales que destinaban a sus hijos al cuidado parientes ricos. Luego surgió una clase de reclutadores, la de los koutchyes, que actúa como intermediaria entre padres pobres y familias acomodadas sin ninguna relación con ellos. A partir de entonces la adopción se transformó en esclavitud.

De esta manera, la existencia de los restaveks se encuentra arraigada en lo más profundo de la cultura haitiana y resulta, por lo tanto, muy difícil de combatir y de erradicar. Además, la inexistencia de una regulación legal y la incapacidad de las familias rurales de mantener a sus hijos favorecen el régimen de servidumbre.

Hacia la erradicación

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, por sus siglas en inglés) lleva adelante un plan programático para luchar contra la esclavitud de niños en Haití. Además, otras organizaciones, como Walk Free, la OIM, el Instituto Haitiano para la Infancia (IHE), y las fundaciones Humanium y Limye Lavi, tratan de frenar la entrega de niños y mejorar las condiciones de la vida en el campo, pero su trabajo hasta ahora resulta a todas luces insuficiente.

En los últimos años también el Gobierno de Haití ha intentado visibilizar el tema y proteger a los niños del territorio rural, pero no ha tenido demasiado éxito. El problema de fondo es la extrema pobreza del interior del país caribeño. Como consecuencia de ello, disminuirla permitiría romper de raíz este sistema de opresión que afecta a los niños más desprotegidos. (Télam)

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