“Soy un contador de anécdotas que casualmente publica libros”

“Soy un contador de anécdotas que casualmente publica libros”

El polifacético Hernán Casciari visita Tucumán con un espectáculo de narración oral y stand-up. Cuentos en la tele y literatura free-lance.

HERNÁN CASCIARI. El escritor se presentará en un teatro tucumano. HERNÁN CASCIARI. El escritor se presentará en un teatro tucumano.
26 Mayo 2019

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• En el teatro San Martín, a las 20, presenta la obra “Casciari a la carta”

Hernán Casciari (Mercedes, 1971) escribe, actúa, cuenta, edita; aparece en la televisión y firma la introducción de una revista, publica cuentos y novelas y hace reír a la gente en los teatros. En el límite difuso entre el escritor y algún tipo de artista que no sabe si hace literatura, Casciari lleva hasta el paroxismo la confusión con sus narraciones en televisión y una revista cultural y periodística de alto nivel.

Desde enero de este año, trabaja en el informativo nocturno de Telefe, donde lee cuentos en la sección “Casciari Larga Duración”. Entretanto, continúa con su blog, con el que en 2005 ganó el premio de la Deutsche Welle al mejor blog del mundo (Berlín, 2005), escribe libros, edita la revista Orsai y dirige la editoral del mismo nombre.

Antes de llegar a Tucumán por el Mayo de las Letras, Casciari charló por teléfono con LA GACETA sobre sus proyectos y su vuelta a la vida después de un infarto.

- Desde enero leés cuentos en el informativo nocturno de Telefe. ¿Esto ocurre por el deterioro de la literatura o por la decadencia de la televisión?

- (Risas) Bueno, ese es un chiste de promoción que hice en su momento, que no se puede preguntar en serio, ¿no? (Más risas) En realidad, yo lo que hago es contar historias, pero no hay mucho de literatura en un sentido clásico, es decir, de contar enormes descripciones y todo. Aunque si te lo ponés a pensar de esa manera, lo que hacía Luis Landriscina también era literatura. O sea, eran párrafos encadenados que contaban una historia más o menos larga sobre visiones y vicisitudes que pasaban en la Argentina del sector rural. Eso es literatura. Pero nadie le preguntaba a Landriscina: “che, ¿qué onda la literatura?”, porque la gente se cagaba de risa y cuando te cagás de risa, te da la impresión de que no es literatura. Pero me parece que sí lo era, porque si vos ponés en papel las cosas que contaba Landriscina, te encontrás con un libro de cuentos. Entonces es todo como muy difuso. A ver, yo no soy un Ernesto Sabato que lee “Sobre héroes y tumbas” a la medianoche en Telefe. Eso sería la literatura en el sentido clásico mezclada con la televisión, pero eso no ocurre. Yo soy un contador de anécdotas que casualmente publica libros, pero si no los publicara, nadie diría que soy escritor.

- Renunciaste a tus columnas en El País y La Nación, creaste las revistas Orsai y Bonsai, fundaste una editorial ¿Valió la pena salir de la tranquilidad de esos grandes diarios para meterte en proyectos con bastante riesgo?

- Si la pregunta es si está bueno gastarse toda la plata en un medio, yo creo que no se lo recomendaría a nadie (risas). A mí me gusta porque estoy loco, pero no es que piense en decirle a la gente: “che, está buenísimo, agarrá toda tu dinero y metete en una revista cultural sin publicidad y perdelo”. Eso me pasó porque me gusta, porque me divierte. Pero no es recomendable. Y además, Orsai nunca tuvo bastante éxito, ¿no? En realidad jamás tuvo éxito. Yo nunca dejé de hacer mi blog y las demás cosas solamente ocurrieron porque me fui haciendo más viejo. Si yo hoy solamente hiciese el blog, seguramente sería un fracasado. Así que por suerte puedo escribir en el blog y hacer otras cositas que surgen alrededor de él.

- Todas estas cosas que hacés ¿son una cuestión de gusto personal? ¿O tienen que ver con la cantidad de canales por los que hoy podés enviar tus mensajes?

- Yo creo que como consumidor de contenidos, como lector, como espectador, como oyente, soy muy curioso. Muy curioso. O sea, cada pelotudez nueva que aparece me la bajo, me la descargo, me fijo cómo está hecha. Como un chico con los juguetes. Así que con cada cosa voy viendo para qué sirve. Y como soy muy curioso como consumidor, cuando agarro ese aparatito nuevo tengo que meterme adentro para ver cómo funciona. Y ahí me convierto en generador de contenidos. Pero es por eso, por pura curiosidad y por diversión.

- ¿Cuál de tus trabajos te gusta más?

- A mí me divierten todos los contenidos que genero, pero creo que la revista es lo que mejor sale. La revista es realmente algo bueno, bien hecho. Obviamente no es algo que hago yo solo, sino que lo único que hago yo es pedirles a las personas que mejor saben hacer las cosas que las hagan y pagarles; por eso sale bien, porque elegimos a los mejores. Así que yo creo que la revista es por lejos lo mejor de todas las cosas que hago.

- ¿Con qué temporada de Orsai te quedás? ¿Con la primera o con la de ahora?

- ¡Me gusta mucho más esta! Esta es buenísima, no conlleva los esfuerzos de la otra. La otra la hacíamos, o por lo menos yo la hacía, viviendo en un país donde no quería vivir, pensando todo el tiempo que prefería estar acá. Y en cambio esta temporada la estoy haciendo en Buenos Aires y es un hobby. La primera temporada fue de construcción. El 50% del tiempo estábamos pensando en los contenidos y el otro 50% estábamos pensando en cómo carajos se exportaba, en cosas de Excel. Todo eso era un embole grande como una casa que ahora ya sabemos hacer. Entonces la segunda temporada es el fruto de la primera, el fruto de esa experiencia. Ahora el 100 % de la cabeza está en los contenidos y es un placer.

- En diciembre de 2015 tuviste un infarto, estuviste muy enfermo. ¿Cuáles son los frutos de esa experiencia?

- Dejé de escribir inmediatamente, me mudé acá a la Argentina, me divorcié, me demoré. Y tuve una hija y ahora tengo una familia acá. A nivel laboral, me parece que lo más importante que me pasó desde 2016 hasta la fecha es que me embarqué en proyectos en los que yo nunca jamás habría sospechado que podía embarcarme. Todo lo que tiene que ver con subirme arriba de un escenario a interpretar, o a leer, o a hacer mis cuentos para un público, y que ese público pague. O sea, yo estaba acostumbrado a ir a una universidad, o a una feria del libro, adonde la gente entra gratis. Pero desde el ‘16 hasta esta parte empecé a hacer espectáculos unipersonales, o con mi familia, o con músicos, donde la gente tiene que pagar para entrar. Y eso se convirtió casi en mi trabajo recurrente. Yo nunca pensé que me habría animado a hacer eso.

- Si pudieras volver atrás y evitar el infarto, ¿lo harías?

- No, porque definitivamente soy inmensamente más feliz ahora. O sea, no hay ni siquiera comparación. Es muy diferente una cosa y la otra. Sin duda dejaría que vuelva a pasar. Me parece que fue muy necesario para mi literatura, para todo lo que escribí, que las cosas hayan ocurrido de esa manera.

- ¿Qué se puede esperar de vos en el futuro?

- Y… Lo ideal sería que no esperen nada. Sería buenísimo que las expectativas sean muy bajas siempre. Nada, qué sé yo, estoy acá, saco libros, hago la revista, me subo a escenarios a leer cuentos, a veces me llaman de la tele y hago cosas en la tele, hago otras cosas en la radio. Así que nada, estoy en casa tranquilo y cuando suena el teléfono y algo me gusta digo que sí, y cuando no me gusta digo que no. (Por Hernán Miranda)

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