“Las mujeres se hacen visibles en todos los ámbitos y eso es bueno para la humanidad”

La primera lama tucumana, Rigdzin Yudrön, cuenta desde un centro budista de Huesca, España, cómo inició un camino al que pocas se han animado. Ahora mira el presente y busca la verdadera felicidad.

EN SU HOGAR DE ESPAÑA. Es tucumana. Fue Viviana Bustos, pero ahora su nombre es Rigdzin Yudrön. EN SU HOGAR DE ESPAÑA. Es tucumana. Fue Viviana Bustos, pero ahora su nombre es Rigdzin Yudrön.

- Florencia, mi nombre es Rigdzin Yudrön y te agradezco que me llames así. Viviana Bustos pertenece a mi vida mundana previa.

Hace unos 20 años se fue de viaje a Katmandú. Allí le gustaba pasar las tardes a orillas del sagrado río Bagmati, desde donde, a los pies del templo de Pashupatinath, podía contemplar las cremaciones de cadáveres, como así también la vida que discurría en su fluir natural: lavanderas, niños jugando, monos saltando, parias en busca de algún diente de oro salvado de la quema. Extasiada por esta visión y el intoxicante olor que desprendían los cuerpos calcinados, un Sadhu, un asceta hinduista (monje que prescinde de todo lo terrenal), se le acercó y le preguntó si era feliz. Ella se chequeó por un instante y todos los parámetros por los que habitualmente valoraba la felicidad estaban presentes: amor, juventud, dinero… Y le respondió que sí. Entonces, con inquisidora mirada, volvió a preguntarle: “¿pero realmente feliz?”. En aquel momento empezó a temblar turbada. “Le debo a aquel Sadhu, que instigase en mí, el que me cuestionase en qué consiste la verdadera felicidad”, cuenta vía mail Rigdzin Yudrön. Ahora sí la nombro como se debe.

Rigdzin es la primera -ojalá hayan muchas- lama tucumana. Al principio cuesta comprender cómo una mujer puede ser lama y eso es paradójico porque luego aclara que una traducción posible sería “madre excelente”. También al ver su foto con la cabellera rojiza, me pregunto por qué no está rapada como acá, en occidente, se relaciona a esos monjes. “Quienes se rapan la cabeza son los monjes y las monjas. Estos toman una serie de votos, entre otros, los de celibato y se rapan como símbolo de renuncia. No necesariamente hacen el retiro tradicional. Los lamas son meditadores y pueden desempeñar su función siendo monjes o no. Se puede ser lama, tener pareja y también tener hijos”, responde.

Rodeada por un valle boscoso de los prepirineos, hoy vive en una casita de retiro en Dag Shang Kagyu, un monasterio tibetano de la provincia española de Huesca, en una comunidad de unas 30 personas, entre lamas orientales y occidentales y residentes que hacen posible su funcionamiento en distintos ámbitos. Su vida transcurre entre dos sesiones diarias de meditación, una muy temprano y otra por la tarde, de hora y media cada una. En el monasterio -describe- imparten clases de filosofía, de lengua tibetana y actividades afines, mientras que los fines de semana tienen actividades orientadas a las personas que van para participar en retiros colectivos, prácticas rituales intensivas.

“Con frecuencia nos visitan grandes lamas que convocan en el templo a cientos de personas a la luz de su sabiduría. A veces estoy en reclusión estricta, dedicada a la meditación y otras veces, como otros lamas, hago actividades docentes o dirijo retiros colectivos tanto en la comunidad como en distintas ciudades. Por lo demás, como casi de todo, hago algo de ejercicio, disfruto de lo sencillo y a veces, hasta me enamoro”, describe Rigdzin, cuyo nombre significa “quien sostiene la conciencia despierta”.

- ¿Cómo emprendiste esa búsqueda de la felicidad?

- Al poco de regresar a España, donde vivía desde entonces (me había marchado de Argentina un año antes de que cayera la dictadura), asistí a las conferencias de un gran lama tibetano, y reconocí en su presencia y en sus palabras, la verdad que estas contenían. No tuve duda de que, si hay algo como la felicidad, esta reside en la mente y me propuse descubrirla. Hice numerosos retiros con este maestro y viajé con él como discípula por varios países, entre ellos a Argentina. Luego conocí a otros lamas y finalmente me vine al templo de Dag Shang Kagyu, en el Pirineo aragonés. Así empezó mi camino en el budismo, con un maestro hindú como detonante.

- ¿Qué es el budismo?

- Es una tradición espiritual no teísta basada en la contemplación de la realidad, que da respuestas claras a las preguntas existenciales sin una perspectiva dogmática y que propone métodos de entrenamiento mental para la autoliberación del sufrimiento.

- Hay religiones que requieren ciertos ritos y actitudes, maneras de pensar ante situaciones actuales ¿Qué pide el budismo?

- Entre otras cosas, ofrece una gran variedad de métodos para tomar las riendas de nuestras vidas, por medio de la disciplina de nuestras mentes. Nuestra mente es como un mono que salta continuamente de una cosa a otra sin dirección cierta. Para llevar una vida ética y conseguir domar a la mente salvaje nos propone la práctica de la meditación. La más elemental de estas técnicas es la práctica de la atención plena.

- ¿Cómo se practica esa atención plena?

- La práctica de la atención plena trata de cultivar la presencia en nuestras acciones, palabras y pensamientos. Uno se ejercita a calmar y concentrar la mente, por diferentes métodos, para que esta no divague continuamente entre el pasado y el futuro.

-¿Son compatibles las prácticas del budismo con la vida occidental?

- ¡Sin duda! De hecho, la enseñanza de Buda se asienta cada vez más en Occidente, porque trata de algo que todos buscamos: la medicina para curarnos de la causa de nuestro sufrimiento, que no es otra que nuestra obsesión con nosotros mismos. Como modo de vida, se basa en ideales que se pueden aceptar fácilmente: el no dañar, la asunción de la interdependencia, la compasión no referencial, entre otras.

- ¿Se puede llegar a la felicidad sobre todo en el actual mundo materialista que nos impone el tener?

- La felicidad es un estado mental que no depende tanto de las circunstancias exteriores, como de la relación que establecemos con ellas. Esta buena o mala relación se cultiva en la mente. Y, así, se puede tener materialmente de todo y ser un completo desgraciado (que habitualmente es lo que acontece) o por el contrario estar contento y feliz en situaciones adversas. Una de las máximas budistas es que “el beneficio propio y el ajeno son inseparables”. Mientras sigamos valorando nuestro propio interés por encima del de los demás, nunca daremos satisfacción a nuestro legítimo anhelo de felicidad.

- ¿Cómo erradicar lo que nos hace daño, lo que no nos permite ser feliz?

- Lo que nos hace daño son las emociones conflictivas que surgen de la identificación egocéntrica. De este “yo, yo” surgen todas nuestras neurosis y el sentirnos separados de los demás. Por medio de la práctica de la atención plena, que nos propone vivir en la consciencia del instante presente, podemos adiestrarnos en la no-reacción compulsiva, crear espacio en nuestras respuestas y poco a poco liberarnos de las emociones negativas, como la ira, los celos, entre otras.

- ¿Qué es ser lama y mujer? Se asocia poco a las mujeres con la figura de lama.

- Un lama es un maestro espiritual que te puede guiar en el camino del despertar. Para ser lama hay que hacer el retiro tradicional de tres años, tres meses y tres días, dentro de la tradición del budismo tibetano. Es un entrenamiento intenso de meditación, periodo durante el cual no se tiene ningún tipo de comunicación con el exterior. Además del retiro, tus maestros te han de otorgar su confianza como tal. Una traducción posible de lama sería “madre excelente”. Y sí, es una paradoja porque, secularmente, apenas ha habido mujeres que desempeñen esta función. No obstante, esto está cambiando gracias justamente a la penetración del budismo en Occidente y cada vez hay más mujeres lamas.

- ¿Qué opinás sobre el movimiento feminista actual? ¿El budismo puede aportar algo?

- Estamos viviendo un punto de inflexión, en el que las mujeres se están haciendo visibles en todos los ámbitos y esto es muy bueno para la humanidad. En el budismo, que sigue siendo muy patriarcal, también se están produciendo cambios en esta dirección. En cualquier caso, lo que el budismo nos propone en última instancia es la revolución interior: la libertad de nuestros condicionamientos, más allá de los géneros.

- ¿Pensás en el futuro?

- Como practicante budista me entreno en establecerme en el presente, pero el hábito de la mente es escaparse hacia el pasado o el futuro y a veces, me descubro pensando en regresar a mi querido Tucumán que tantas alegrías me dio en mi niñez y adolescencia. Dejé allí parte de una entrañable familia.

- ¿Cuál es el primer paso que diste para ser feliz? ¿Lo sos?

- Aún me queda mucho por recorrer, pero cuando miro atrás veo también mucho trecho ya recorrido. Puedo decir que ahora tengo mucho más espacio y flexibilidad mental.

Hacerse consciente: un ejercicio práctico para iniciarse en la meditación

Vivimos en la distracción lo cual nos supone un gran cansancio mental. ¿Ejercicios? Bueno... para iniciarse en la meditación una forma puede ser que nada más despertar, sentarse en la cama con la espalda recta y conectar con el fluir de la respiración sin dejarnos arrastrar por los pensamientos. Cuando esto sucede, volvemos suavemente a la conciencia de la respiración. Hemos de adiestrarnos para lograr llevar la mente, de un modo continuo al instante presente. Esto nos dará holgura y alivio.

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