La médica que socorrió al ladrón divide aguas

La médica que socorrió al ladrón divide aguas

LA GACETA analizó los comentarios sobre el caso que se publicaron en la Web. Cómo surge la violencia en Internet y qué hacer contra ella.

OPINIONES. La mitad de los foristas apoya a la médica que asistió a un motochorro y la otra mitad la reprueba. la gaceta / foto de jose nuno OPINIONES. La mitad de los foristas apoya a la médica que asistió a un motochorro y la otra mitad la reprueba. la gaceta / foto de jose nuno
21 Abril 2019

El caso de Cecilia Ramos, la médica que socorrió a Rodrigo Romero, el motochorro que se había accidentado después de asaltarla, repercute en el foro de la página web de LA GACETA. Una mitad de los comentarios aplaude la actitud de Ramos; el otro 50 % la desaprueba. Los foristas son duros con el ladrón: lo llaman, entre otras cosas, “demonio”, “lacra”, “basura” y “rata criminal”. Y mientras que algunos consideran que la médica fue una ingenua, otros la acusan de brindarle ayuda al “enemigo”.

Foristas enojados

Estos datos surgen de un relevamiento de 450 opiniones de foristas que realizó este periódico. En algunos casos, el lenguaje de los miembros del espacio de discusión resulta grosero: el moderador censuró 23 comentarios que no pasaron el filtro automático por ser considerados violentos o inapropiados. Sin embargo, otros comentaristas insultaron al ladrón sin usar palabras prohibidas por el sistema. Mario Suleta, por ejemplo, se preguntó: “¿por qué tantas contemplaciones con las ratas? Con perdón de los roedores”. Y Eduardo Herrera, por su parte, se quejó porque el asaltante recibió atención médica: “demasiado ‘buenuda’ la mujer. Si ese tipo mata a alguien, de ahora en adelante será culpa de ella también”.

El desamparo juvenil

Otros foristas felicitaron a Ramos. Delia Gramajo manifestó: “mis felicitaciones a la doctora. Su manera de proceder deja ver la clase de persona que es. Como dice ella, hay que creer y dar una segunda chance”. En 10 oportunidades, quienes resaltaron el acto de la médica se expresaron de manera religiosa, con referencias, por ejemplo, a las enseñanzas de Jesús de Nazaret. Pero quien no despertó tanta simpatía fue monseñor Carlos Sánchez: 10 internautas protestaron porque, según la expresión de la forista Amanda Fernández, el arzobispo de Tucumán “ensalza al delincuente”. Sánchez había considerado que el asaltante es ante todo una persona que necesitaba ayuda.

Entretanto, algunos comentaristas hicieron una lectura política del caso: seis culparon por la inseguridad al gobernador Juan Manzur; dos, al presidente Mauricio Macri, y ocho al sistema judicial. Finalmente, el forista Juan Rougués ofreció una reflexión: “la ira es momentánea, el arrepentimiento también. Esos jóvenes son los que no estudian ni trabajan, los que viven donde el desempleo se llama ‘taller donde trabaja el diablo’. Hay que rescatarlos porque siguen siendo nuestra juventud, nuestro futuro, y nos hemos dado el lujo de descuidarlos”.

Tensión en la Web

Como atestiguan los comentarios censurados, a veces los internautas no refrenan la expresión de sus sentimientos. Roberto Igarza, investigador y docente de comunicación digital de la Universidad Nacional de Buenos Aires, dialogó con este diario sobre la interacción en la Red. De acuerdo con él, en el foro de una noticia suele surgir una tensión entre la intención de informar del periodista y la búsqueda de visibilidad de los usuarios.

-¿Cómo transforma Internet la comunicación social?

-Existe una T invertida: hay algo vertical, la nota periodística, profesional, que explica, pedagogiza y estructura, y hay algo horizontal, el demos que interviene abajo, en los comentarios. Pero poco a poco los comentarios pueden derivar en algo que no necesariamente intercepta la nota periodística, en comentarios que interceptan otros comentarios. Entonces no siempre la T es una T, no siempre hay una intersección entre esa horizontalidad y esa iniciativa propia del rol periodístico que es orientar, estructurar, relatar. A veces las personas van directo a los comentarios porque les resultan entre morbosos y divertidos el punch, el boxeo, los extremos y las contradicciones.

-¿Este mecanismo facilita la difusión de ideas violentas?

-Bueno, las redes sociales están cargadas de ambivalencias. Si por un lado nos permiten entender al otro y ponernos en su lugar, por el otro también permiten que la amplia mayoría acabe en una suerte de pugilato vinculado con la visibilidad y la ofensa. Entonces me parece que todo depende de qué hacemos nosotros con la posibilidad de conversar. Creo que el problema está en las competencias de comprensión lectora, que no siempre están a la altura de los desafíos que nos propone Internet, porque estamos respondiendo con un capital argumentativo muy bajo. Llegamos a entreverarnos en un berenjenal de palabras soeces e insultos con una rapidez extraordinaria porque no tenemos ningún argumento para esgrimir.

-¿Qué pueden hacer los gobiernos contra los peligros que trae la libertad de expresión en línea?

-Creo que la libertad, a priori, está siempre cargada positivamente. Entonces lo primero que debería hacer cualquier gobierno es desarrollar políticas públicas para que los ciudadanos tengan un pensamiento crítico. Yo diría que hay que formar ciudadanos que tengan la capacidad de hacer una lectura crítica de lo que está ocurriendo y de su posición ante lo que está ocurriendo. Y que al mismo tiempo también tengan la capacidad de participar en la transformación de aquello que consideran que debe cambiar. El carácter crítico-propositivo de todo ciudadano debería ser la finalidad no solamente del sistema educativo, sino de todas las políticas públicas, sobre todo de las de cultura. Porque si los ciudadanos no tienen la capacidad de situarse crítica y propositivamente frente a lo que les toca vivir, entonces estamos perdidos.

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