LA MEJOR LECCIÓN. “Lo que aprendí es ser cada vez más como un chico que juega a la música”.
ACTÚA HOY
• A las 22 en Teatro Mercedes Sosa, en San Martín 479.
¿Qué se puede decir de Pedro Aznar que no se haya dicho ya? Compositor, virtuoso multiinstrumentista, estudioso, amante de géneros tan distintos como el rock o el jazz o la bossa, pero también el pop y el folclore y la fusión con la música latinoamericana; y un cantante exquisito, que transmite y genera emociones. Es uno de los mayores exponentes de la música popular en este país, sin vueltas. Y no son elogios, aunque tanto se los merezca, sino verdades.
Estas líneas dan cuenta de lo que le dice a LA GACETA: “recibo las más hermosas manifestaciones de cariño y respeto, y muestras de una generosidad impresionante, desde chicos que escriben su tesis de Doctorado en Letras analizando mis letras hasta los que se conocen y se casan con mi música, o padres que le ponen mi nombre a sus hijos en homenaje”.
Aznar siempre regresa a Tucumán y ahora lo hace con su último proyecto: “Resonancia”. “Es una celebración de mis 35 años de carrera como solista. Tocaré canciones de cada uno de mis 18 discos, en orden cronológico, como un viaje a través del tiempo. Es un relanzamiento de toda mi obra, no solo una gira, pero quedan además otros proyectos”, anticipa.
- La resonancia es como un eco distante. ¿Qué es lo que de tus composiciones siguen presentes: las letras, las melodías, los ritmos...?
- Es como un eco, pero es no distante sino todo lo contrario. La resonancia se produce cuando dos cuerpos vibran en simpatía y por proximidad, y eso pasa entre mi música y el que la escucha. Es una sintonía muy amplia y muy rica. Desde el punto de vista personal, en lo que yo mismo aprendí a través de hacer esta música, fue un viaje transformador. Fui ahondando en mí, encontrándome con las emociones y abriéndoles puertas para que se manifiesten, construyendo puentes entre disciplinas para incorporar elementos que me conmovían de la obra de pintores, escritores, arquitectos y cineastas, madurando en voz alta mientras le ponía voz a mis sueños y a mis desvelos, a mis dolores y alegrías, buscando la nota o la palabra ‘justa’ que comunicara lo que me pasaba en cada tramo del camino.
- Más de 35 años de carrera es toda una vida: si tuvieras que elegir un período de la tuya, ¿cuál sería y por qué?
- Felizmente tengo varios momentos favoritos de mi carrera, y por distintas razones. A modo de ejemplo, puedo citar a trabajos como “Cuerpo y alma” (de 1998), con la fusión de la música de raíz latinoamericana con el rock se consolidó como lenguaje. En “Quebrado” (2008), mi trabajo como compositor y letrista alcanzó un nuevo registro, una mayor contundencia a través de la economía de recursos y una franqueza directa. Creo que una de las mejores lecciones aprendidas a lo largo de este viaje es la de ser cada vez más como un chico que juega a la música. Eso me mantiene cerca del entusiasmo, de la intuición y del disfrute, me hace ser cada vez más auténticamente yo mismo.
- ¿Te queda algún proyecto por encarar?
- El balance que hago al volver la mirada sobre todos estos años es muy positivo. Dediqué mi vida a hacer música con contenido, que inspire, anime a la reflexión y provoque cambios, en mí y en quien escucha. Las devoluciones y los comentarios que me hace la gente sobre lo que esa música representa en sus vidas son muy conmovedores, así que puedo decir con confianza que mi aspiración llegó a buen puerto. Ahora es momento de redoblar la apuesta, una vez más. Ya tengo varios proyectos en preparación, que iré mostrándoles en los próximos meses.








