El aumento de los costos ahoga a los comerciantes de golosinas

El aumento de los costos ahoga a los comerciantes de golosinas

Calculan hasta el 40% de caída en las ventas. La pérdida del salario real impacta de forma directa en el consumo de dulces. En el sector coinciden en que la crisis es grave y procuran reinventarse para subsistir.

DE COMPRAS. Los vendedores tucumanos de golosinas advierten que la crisis del sector es la peor en años. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ DE COMPRAS. Los vendedores tucumanos de golosinas advierten que la crisis del sector es la peor en años. LA GACETA / FOTO DE DIEGO ARÁOZ

El ritmo de la esquina de Junín y Mendoza es el típico de una mañana comercial en el microcentro tucumano. Los decibeles van en aumento conforme se asoma el mediodía, y transeúntes y automovilistas compiten entre sí con el objetivo de circular por las estrechas vías del lugar. Ese movimiento, no obstante, no se replica de la misma manera en el interior de las siete golosinerías emplazadas a lo largo de la segunda y la tercera cuadra de la calle Junín.

Quizá sea porque se acerca fin de mes. O porque a nadie se le antojó un dulce. En realidad, ninguno de los dos motivos explicaría en totalidad la situación. Así lo sostienen los propietarios de esos negocios, que coincidieron en afirmar que el rubro atraviesa una crisis alarmante.

Según un relevamiento difundido el fin de semana por la Asociación de Distribuidores de Golosinas y Afines, el consumo de golosinas de los argentinos disminuyó un 18% en los últimos cinco años. Para los comerciantes tucumanos, ese porcentaje es aún mayor. Sólo entre marzo de 2018 y el de este año, se calcula una caída en las ventas que, en algunos casos, llega hasta el 40%.

El elevado costo de los alquileres, el aumento de las tarifas, el peso de los impuestos, las altas cargas sociales y -principalmente- la pérdida de poder adquisitivo de los clientes, son algunos de los factores enumerados por los propietarios de las golosinerías a la hora de buscar explicaciones a la coyuntura del sector.

Es que la crisis -manifiestan- nunca se había extendido por tanto tiempo, ni había sido tan profunda. Raúl Nader, titular de “Golosinas NOA”, incluso la compara con la del 2001. “Hasta diría que es peor. En aquel momento se vieron muy afectados los sectores bajos. Hoy se ve a las clases medias sufrir demasiado y consumir mucho menos”, sostiene. La firma, que tiene 52 años de existencia y cuenta con cuatro locales en la ciudad de venta minorista y mayorista, debió cerrar la sucursal que poseía en Monteros como consecuencia de la recesión iniciada en 2018.

El socio gerente de “Golosinas NOA” destaca que la situación del rubro se ve empeorada en Tucumán debido a las “altas y numerosas” cargas impositivas municipales y provinciales, en especial la de Ingresos Brutos, que es del 5%. Asimismo, se queja por una nueva comisión del 1% que es cobrada por los bancos. “Todo conduce a un efecto dominó que nos hace caer a todos”, se lamenta el empresario. Y agrega: “es una ecuación en la que los gastos superaron a las ventas. Nos venimos salvando porque lo que se maneja es una moneda chica”.

Al igual que Nader, Mario Condorí, dueño de “Dulcemanía”, señala que la crisis ha producido cambios en los hábitos de consumo. “Como a la gente le alcanza menos, deja de priorizar los productos como las golosinas, que no son de primera necesidad”, dice el comerciante. Si bien el inicio de clases implicó una “cierta reactivación”, Condorí indica que es cada vez más frecuente que padres compren mercadería en cantidad para que sus hijos lleven dulces a las escuelas durante un par de semanas. Para subsistir, la empresa -cuenta el gerente- ha diversificado su oferta y ahora también vende cotillón.

Cambio de marcas

Los comerciantes remarcan que las golosinas “caras y de lujo” son ahora las menos vendidas. “La gente dejó de darse ese gustito. Desde que empezó la crisis percibimos un incremento importante en las ventas de segundas marcas”, informa Mónica Gabriela Lamas, propietaria de “La Casa de las Golosinas”. “Los clientes vienen con la misma cantidad de dinero que hace un par de años. Con la inflación que hubo de por medio, compran cada vez menos y se quejan mucho”, observa la empresaria, que abrió el negocio hace 17 años. Y añade: “es la peor crisis desde que comencé. Dejé de traer algunos chocolates importados porque su precio se disparó con la suba del dólar”.

En similar sintonía, Marcelo Busso, representante comercial en el NOA de dos marcas de dulces nacionales y de otra multinacional, calculó que algunos productos medios “hasta duplicaron” su volumen de ventas. “Este crecimiento tiene que ver con la crisis. Quienes estaban acostumbrados a consumir las primeras marcas ahora optan por opciones más baratas”, argumenta el técnico en comercialización.

A la lista de inconvenientes que atraviesa el rubro, en las golosinerías añaden los cambios de políticas de los proveedores y la falta de créditos. “Achicaron los plazos de pagos y las cuentas corrientes. Todos quieren el dinero en el momento”, advierten.

Precisamente, ese se ha convertido en uno de los mayores problemas de Isabel García, dueña del kiosco minorista “La Jirafa”, ubicado sobre Mendoza al 800. “Los costos son muy elevados y los proveedores exigen pagos en el acto. Por la crisis, la gente piensa dos veces antes de comprar hasta un panchuque”, expresa la comerciante, que abrió el local hace 11 años. La mujer estima que sus ventas cayeron hasta un 40% desde marzo de 2018, aunque también atribuye ese descenso a las obras que se desarrollan en la cuadra.

La declaración de Justa Miranda, empleada de “Tucumán Kiosco”, resume la percepción sobre la crisis de la industria golosinera de todos los consultados por este diario: “nunca había visto una situación así. Se acerca Pascua y aún todo está muy quieto”.

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