

Se puede decir que Los Pumas nacieron en 1965 cuando el seleccionado nacional de rugby consiguió aquel histórico triunfo en Sudáfrica sobre los Junior Springboks por 11-6. La gira de mayo a junio, además de culminar con la primera victoria en esa tierra, fue en la que el equipo se ganó el apelativo de “Los Pumas”, luego de que un periodista local confundiera con ese animal el yaguareté que lucía la camiseta argentina en el pecho.
Desde Johannesburgo al Mundial de Japón 2019, además de la celeste y blanca con toda su mística intacta, llegó el cántico: “yo te daré, te daré niña hermosa, te daré una cosa, una cosa que empieza con P: ¡Pumas!”. La canción de la hinchada que sigue a la guinda es un clásico en los partidos.
Antes de cada encuentro, Los Pumas entonan las estrofas finales del himno nacional en lugar de alguna canción o poema típico, como hacen otros seleccionados.
En el mundo ovalado existe una canción que sobresale del resto: “World in union”, la melodía de la Unión Internacional de Rugby. Entre sus estrofas dice: “reunidos juntos, una mente, un corazón. Cada credo, cada color. Una vez juntos, nunca nos separaremos”. Con dicha canción, el deporte vela por la construcción de “un mundo unido” y así lo expone en sus últimas frases.
Otra de las melodías que es sinónimo de rugby es “Nkosi sikelel Afrika”. El himno de Sudáfrica es entonado en los diferentes idiomas del país. Su melodía fue mundialmente conocida en el histórico Mundial de 1995 cuando Nelson Mandela la nombró himno oficial de la nueva Sudáfrica que estaba naciendo después del régimen del apartheid.
La canción que los Springboks tuvieron que aprender en 1995 ruega por la nación y su unión. “Señor, bendice nuestra nación, detén las guerras y sufrimientos. Salva, salva nuestra nación. La nación sudafricana”.
Por otro lado están los seleccionados que calientan su espíritu antes de una batalla con algún poema típico de su nación. Es el caso de Escocia, por ejemplo, y su clásico “Flower of Scotland” (Flor de Escocia). La canción tradicional del “Cardo” tiene sus dos últimas estrofas dedicadas al pueblo inglés y el rey invasor Eduardo II. “Esos días son pasados ahora, y en el pasado deben permanecer, pero todavía podemos levantarnos y volver a ser la nación, que resistió contra él, el ejército del orgulloso Eduardo y lo envió a casa, a pensárselo de nuevo”.
Con “Flower of Scotland”, los escoceses quieren tener siempre presente las guerra de independencia contra Inglaterra. En especial la segunda de 1300 cuando Eduardo II, que los consideraba un estado vasallo, los invadió.
“La Marseillaise” (“La Marsellesa”), por su parte, data de finales de 1970 cuando Francia estaba en guerra con Austria. Esta canción de confortante melodía al oído es usada por la selección gala en todos sus partidos.
Por ser una canción surgida en tiempos de guerra, su letra es de esa índole. Originariamente “La Marsellesa” cuenta con siete estrofas y un estribillo. Pero cuando juega la selección, lo que se canta es la primera y el estribillo es exceptuando las más sangrientas.
“¡A las armas, ciudadanos!, ¡Formad vuestros batallones!, ¡marchemos, marchemos!, ¡Que una sangre impura inunda nuestros surcos!”. Edith Piaf, el “gorrión de París”, hizo una versión entonando la primera, quinta y sexta -además del estribillo-.
Irlanda es otra nación que adoptó una canción como su himno. Cada vez que juega el “Trébol” suena “Danny boy”.
Muchas son las versiones del verdadero destino de sus estrofas. Algunos dicen que la canta una mujer a su amado; otros, que lo hace un padre a su hijo que se fue a la guerra. Y también se dice que es la propia Irlanda la que le canta a sus hijos que migraron de sus praderas en el siglo XX. “Regresa cuando el verano esté en el prado o cuando el valle esté callado y blanco con nieve. Estaré aquí en el sol o en la sombra”.
Sean himnos o cánticos de tribuna, la música busca generar emociones, tocando el corazón con duras memorias de batallas o acontecimientos históricos, o con dulces recuerdos de partidos ganados lejos de casa.
La tierra habla
“Regresa cuando el verano esté en el prado o cuando el valle esté callado y blanco con nieve. Estaré aquí en el sol o la sombra”. El inglés Frederic Wheatherley es el autor de la letra de “Danny Boy”; la melodía es de origen incierto.
Un grito de guerra
“Si nuestros jóvenes héroes caen, la tierra produce otros nuevos, ¡listos para luchar contra vosotros!”, dice “La Marsellesa”, que tomó ese nombre luego de que voluntarios marselleses la entonaran entrando a París.
Símbolo de paz
“Dios bendiga África,
que alce su gloria,
escúchanos, Señor,
bendícenos, a nosotros, tus hijos”, clama “Nkosi Sikelel’ iAfrika”, el himno que Nelson Mandela proclamó oficial luego del apartheid.







